En consecuencia, desde inicios de 1960 se
emprendió la Operación Pluto que conllevaría a la invasión de una
brigada de más de mil mercenarios con apoyo aéreo y marítimo en bahía de
Cochinos el 17 de abril de 1961, que contemplaba, además, una incursión previa
de bombardeos a los principales aeropuertos para eliminar la exigua Fuerza
Aérea Revolucionaria.
Esa sería la maniobra principal de preludio a la
agresión concebida dentro de un programa de acciones terroristas en todo l
país, para lo cual fueron infiltradas por vía aérea y marítima unas 75
toneladas de explosivos y 46,5 toneladas de armas y otros medios destinados a
organizaciones urbanas y bandas de alzados en el campo, dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Al asumir la Casa Blanca en enero de 1961, la
Operación Pluto fue heredada por el presidente demócrata John F. Kennedy,
quien tuvo dudas en la buena conducción del plan y, según documentos
desclasificados, impuso a la CIA de sus condiciones: bajo ninguna circunstancia
debería aparecer vinculado el Gobierno estadounidense a la invasión.
Pero el joven mandatario se dejó persuadir, la
brigada invasora partió desde sus bases en Guatemala y Nicaragua, despedida por
un jefe de la CIA que aseguró la alucinante profecía de que, al llegar a tierra
cubana, tomarían sus transportes y emprenderían un paseo por la Carretera
Central hasta La Habana sin tirar un tiro, vitoreados por el pueblo como sus
libertadores.
Fracasaron desde el inicio, cuando el 15 de abril
los intentos de destruir la Fuerza Aérea Revolucionaria con los bombardeos de
ese día a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y
Santiago de Cuba estuvieron muy lejos de acabar con los aviones cubanos, previamente desconcentrados en lugares protegidos.
Por el contrario, de los ocho aviones agresores
B-26 con falsas insignias cubanas que agredieron los aeródromos, más de la mitad
resultaron alcanzados por las defensas antiaéreas y aquella malograda embestida
solo sirvió para eliminar el factor sorpresa del ataque, señala un artículo de
la Agencia Cubana de Noticias.
En esas horas decisivas las Fuerzas Armadas Revolucionarias, junto a los Órganos de la Seguridad del Estado y apoyadas
por el pueblo organizado en los Comités de Defensa de la Revolución, realizaron
una amplia y rápida acción para la detención de la base contrarrevolucionaria
en todo el país, en lo que se bautizó popularmente como la recogida de gusanos
que hizo imposible desestabilizar la nación con métodos terroristas.
El artero bombardeo recibió la más dura y
valiente respuesta cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro, el 16 de
abril de 1961, además de denunciar la agresión en curso declaró el carácter
socialista de la Revolución y llamó a la movilización general, durante el
entierro de las víctimas del ataque a Ciudad Libertad en La Habana, en acto
improvisado cercano a la entada del Cementerio de Colón y ante lo que parecía a
todas luces una inminente agresión directa de Estados Unidos.
En esas horas, el plenario de la ONU en New York
se convirtió en el campo de batalla contra las mentiras de Washington en sus
esfuerzos por presentar el hecho como una sublevación interna, intento que fue
desmontado palabra por palabra por el canciller cubano Raúl Roa, quien
ganó la simpatía y el apoyo de la mayoría de los países del Tercer Mundo, en
especial América Latina, y del entonces campo socialista que hicieron venirse
abajo gran parte de los planes mediáticos del imperialismo.
Para entonces, comenzó a desarrollarse en las
mentes más lúcidas del Gobierno estadounidense un sentimiento de equivocación
antes de que llegara el primer mercenario a costa cubana.
El entonces asesor presidencial de Kennedy,
Arthur M. Schlesinger, escribió un reporte al mandatario en el que expresó:
“La realidad es que Fidel Castro resultó ser un enemigo mucho más formidable y estar al mando de un régimen mucho mejor organizado de lo que nadie había supuesto. Sus patrullas localizaron la invasión casi en el primer momento. Sus aviones reaccionaron con rapidez y vigor. Su policía eliminó cualquier posibilidad de rebelión detrás de las líneas. Sus soldados permanecieron leales y combatieron bravamente.”
Pero más allá de las apreciaciones
estadounidenses, en el campo de batalla se daría la última palabra. Durante la
madrugada del 17 de abril de 1961 en las costas de Playa Girón y Playa Larga un
grupo de mercenarios, al arribar, fue enfrentado por pequeñas guarniciones de
milicianos que respondieron con plomo y fuego y les hicieron las primeras bajas
como adelanto de lo que les esperaba.
El día 19, se libraría la batalla final dirigida
en el terreno por Fidel, al frente de la columna de tanques, infantería y junto
a aviones de nuestra fuerza aérea que bajo su orden hundieron los barcos de
apoyo logístico en las primeras 48 horas de la invasión, con lo cual se hizo
imposible la idea estratégica de la Operación Pluto para establecer por lo
menos por 72 horas una cabeza de playa para el nombramiento de un Gobierno
títere que solicitaría la intervención directa estadounidense.
Con la victoria de Playa Girón se demostró lo que hasta ese momento parecía una quimera y paralizaba el pensamiento revolucionario en la región y sobre todo en Cuba, pequeña isla que a solo 90 millas de Estados Unidos pudo quebrar para siempre medio siglo de dominación del imperialismo yanqui y levantó las esperanzas a otros pueblos sumidos por dictaduras apoyadas por Washington. (Redacción digital. Foto: Anec/Facebook)
ARTÍCULO RELACIONADO
Máximo dirigente político de La Habana destaca trascendencia de Girón (+ post)
RSL