Máscaras y sombras en torno a la fundación de la República de Cuba

Máscaras y sombras en torno a la fundación de la República de Cuba


Sobre la fundación de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902, ya se ha escrito mucho, pero hay ciertos aspectos sobre los que se conoce poco y vale la pena hacer un poco de memoria histórica.

Uno de los mayores y más tétricos engaños relacionados con la fundación de nuestra república y con la independencia de Cuba lo constituye el personaje de Tomás Estrada Palma, tesorero del Partido Revolucionario Cubano y modesto profesor en el central Valley, en quien Martí, admirador de su honradez, confiaba ciegamente, al extremo de mirarlo como a su sucesor al frente del partido, si él sucumbía antes del triunfo definitivo.

Pero Martí no fue el único engañado. Máximo Gómez, tras la victoria sobre España, hizo campaña en favor de Estrada Palma, facilitando el Generalísimo, con su inmenso prestigio, que llegara a la presidencia un señor que era ciertamente honrado, pero definitivamente pronorteamericano, quien consideraba a su propio pueblo un poco salvaje e incivilizado, por lo que deseaba sumergirlo en un baño de cultura norteña para hacerlo digno de figurar entre las naciones de la Tierra.

Estrada Palma, primer presidente de la flamante nueva República que iba a surgir, acordó con sumo beneplácito de su parte que, aunque el hecho formalmente hiciera a Cuba una nación libre y soberana, debían permanecer en ella escuadrones de caballería norteamericanos en las provincias de Santiago de Cuba, Holguín, Manzanillo y Cienfuegos.

El Séptimo Regimiento de Caballería permanecería en el cuartel de Columbia, y cuatro baterías de artillería de costa se dislocarían en las defensas de La Habana.

Estas medidas implicaban que, en la nueva Cuba libre y republicana, quedarían unos 244 oficiales y soldados estadounidenses.

El pintor ruso Vereschaguin, el mismo cuyo trabajo fue tema de entusiastas y ardorosas crónicas del crítico de arte José Martí, es encontraba por aquellos días en La Habana con un objetivo muy particular: siendo uno de los más connotados pintores de batallas de su tiempo, deseaba pintar un óleo inmenso sobre el ataque a la Loma de San Juan por los rohug riders.

Destacados oficiales del Alto Mando norteamericano de las tropas de ocupación solicitaron en carta al jefe de la Policía Secreta de Santiago de Cuba que recibiera al artista, lo hiciera objeto de toda clase de cortesías y le facilitara uniformes españoles para que pudiera llevar a cabo su trabajo, que estaba bajo los auspicios del mismísimo presidente Roosevelt.

No es de extrañar que el artista ruso se interesara por aquella batalla, ya que en ella 300 soldados españoles se enfrentaron a unos 20 mil efectivos del Ejército de Estados Unidos, muy cerca de Santiago de Cuba, y defendieron sus posiciones durante un día entero. Cuando cesaron los intercambios de fuego, solo sobrevivían malheridos ocho soldados hispanos, que huyeron a un monte cercano, arrastrando consigo a duras penas algunas piezas de artillería. La Loma quedó convertida en un cementerio.

Miembros de la Cuban American League, una sociedad anexionista norteamericana, comenzaron a recoger firmas entre la población con vista a presentar un proyecto de anexión de Cuba a Estados Unidos. El Congreso del norteño país no solo había lanzado la consigna de que en la anexión estaba la salvación de Cuba, sino que se intentó hacer aquel slogan popular entre los cubanos, sin tener en cuenta que toda la población nativa, o la mayoría de ella, ardía en fervor patriótico por la victoria contra España y la ansiada independencia de la patria, por lo que el espíritu nacionalista de los criollos estaba encendido como una antorcha gigante e inextinguible.

Contra la Enmienda Platt, impuesta por los triunfadores de la contienda, no solo se rebelaba el pueblo, sino también la prensa cubana. Por ejemplo, el diario El Mundo tachó la enmienda de funesta e injuriosa.

Cuenta el fallecido historiador Rolando Rodríguez, en su libro Las máscaras y las sombras, que el mencionado periódico lideró el coro de protestas, y el capitalino La Discusión siguió la campaña, planteando que Cuba no se constituía con toda la independencia y libertad que había concebido el ansia y el anhelo cubano.

Estas pinceladas no constituyen, desde luego, los acontecimientos más importantes que llevaron a -y se desarrollaron en torno de- la proclamación de la república el 20 de mayo de 1902, pero son, sin duda, miradas interesantes sobre aspectos poco conocidos relacionados con tan importante fecha para nuestra existencia como nación. (Gina Picart Baluja. Caricatura: red social X)

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