El Templete: una joya arquitectónica de La Habana Vieja

El Templete: una joya arquitectónica de La Habana Vieja

Una de las más notables construcciones civiles habaneras del siglo XIX fue El Templete, que ejerció una influencia decisiva en impulsar el neoclasicismo en la capital, como bien opina Joaquín Weiss en su monumental obra La arquitectura colonial cubana.

A principios de esa centuria, apareció de modo oficial en Cuba el neoclasicismo, lo que propició que el barroco, con sus excesos ornamentales, cediera terreno en el país.

Fueron construcciones similares en aquella época, con columnas bajo los frontones triangulares como elemento de mayor énfasis, la capilla del Cementerio de Espada; el Asilo de Mendigos, anexo a la Casa de Beneficencia, y la Quinta Fernandina, en la barriada de Cerro.

En el caso de El Templete, que se levantó en solo cuatro meses, al costo de 20 mil pesos, el doble de lo presupuestado inicialmente, pueden apreciarse dobles columnas en sus dos extremos delanteros.

Se yergue en el lado este de la Plaza de Armas, donde se levantan igualmente majestuosos el Castillo de la Fuerza, el Palacio de los Capitanes Generales y el Palacio del Segundo Cabo.

En la etapa neoclásica de la arquitectura de La Habana, cuando abundaron los paseos con elementos decorativos como escalinatas, fuentes y estatuas, El Templete fue construido por iniciativa del capitán general español Francisco Dionisio Vives, quien gobernó de 1823 a 1832.

Corría su quinto año de mandato cuando Vives propugnó la erección de un monumento conmemorativo más llamativo que la Columna Cagigal, que pudiera, incluso, ser ofrecido a la reina Josefa Amelia de Sajonia en ocasión de su cumpleaños. Al coronel de ingenieros del Ejército colonial Antonio María de la Torre correspondió la confección de los planos de esta edificación.

La tradición habanera narra que, en el mismo sitio donde se levanta esa réplica del pórtico de un antiguo templo dórico, que es El Templete, bajo una frondosa ceiba que allí se hallaba, se celebraron la primera misa y el primer cabildo de la ciudad de La Habana.

Cuando aquel árbol se secó, el gobernador Juan Cagigal de la Vega dispuso, más de dos siglos después, que en ese lugar se levantara un pilar de tres caras, de carácter barroco, elevado sobre un alto pedestal.

Esa obra se puede apreciar todavía junto a El Templete, como mudo testigo de la desaparición de la ceiba original, aunque otras se sembraron de modo sucesivo, incluida la que en la actualidad se halla junto a la citada Columna Cagigal y que posibilita todos los años a los participantes en una tradicional ceremonia dar tres vueltas en torno a ella los 16 de noviembre, día de la fundación de la villa de La Habana. (Oscar Ferrer Carbonell, colaborador de Radio Ciudad de La Habana. Foto: Facebook)

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FNY

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