Luz iluminadora
del discernimiento, llama ardorosa convocante al combate raigal y definitivo
por la patria, es y será siempre para los cubanos José Martí, nacido en La Habana el 28 de enero de 1853 en la calle Paula, hoy
Leonor Pérez, en memoria de su madre.
A 172 años de su
natalicio, vuelve entonces el jubileo y la dicha, al rememorar la venida al
mundo de aquel niño de cuna muy humilde a quien, desde hace mucho tiempo,
llamamos Maestro y Apóstol de la Independencia y es por
derecho propio el Héroe Nacional cubano
y, al mismo tiempo, figura descollante latinoamericana y universal.
Sobre todo,
interesan hoy a las nuevas generaciones el Martí infante y adolescente, de
alma sensitiva y humanista, devenida patriótica poco antes de cumplir los 16
años. Por eso abundan los cantos, los recitales y los actos cívicos y festivos
en escuelas y plazas, con su efigie, el Himno
Nacional y la bandera cubana presentes.
Es muy hermoso
que, en sus natales, predomine el orgullo y la alegría, aunque no se olvide que
entregó su vida también muy temprano, el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos,
recién comenzada la Guerra Necesaria que él había organizado con sacrificios y
amor infinitos por la independencia de
su amada Cuba.
Siempre se sintió
hijo de esta tierra ese primer vástago de familia de emigrantes españoles, cuya
cabeza era Mariano Martí, quien trabajaba en un puesto administrativo menor
para el Ejército de su país, la ama de casa Leonor Pérez y seis hermanas.
En la niñez, el Apóstol estudió en escuelas asequibles a los menguados recursos familiares y, en su
formación, fue decisiva la educación recibida en el colegio del patriota e
intelectual revolucionario José María de
Mendive, quien garantizó su instrucción en la adolescencia.
La semilla
plantada por sus formadores rindió frutos muchos años después, cuando -desde el
exilio en Nueva York y tras un periplo por varios países de América Latina-
pudo concretar su proyecto de organizar la última guerra de independencia
contra el colonialismo español, siendo un hombre de inteligencia y valores
morales extraordinarios. Ello lleva muy probablemente al origen de su fulgor y llama.
Ambas radiaciones
de su figura llegan con poder multiplicador el día de su cumpleaños a sus
coterráneos del presente, quienes trabajan y se empeñan en mejorar y edificar
una nación soberana y justa, a contrapelo de un bloqueo económico, comercial y
financiero que daña la vida, impuesto desde Estados Unidos con fines hegemonistas.
Los cubanos saben
mejor que nadie los pelos y señales de esta realidad, por momentos asfixiante y
cruel que, sin embargo, no ha logrado reducirlos al desánimo ni la falta de fe.
Gracias a hombres
como José Martí y Fidel Castro, el
eterno Comandante martiano, la patria lucha por avanzar, crecerse y defender a
cualquier precio su dignidad y derecho a ser libre.
El principio de
una República con todos y para el bien de todos, en actual plasmación, es sueño
concebido por él para sus hermanos y por eso en cada aniversario se antoja que
reina con gran fuerza. Por cumplirlo se vive cada jornada.
También en estos
días se torna más elocuente y restallante el amor, siempre permanente, a Martí. Y se revitalizan pruebas de adhesión más académicas como las aportadas
por los sistemas nacionales de investigaciones científicas y de enseñanza,
creado bajo sus más puros preceptos, para desarrollar la inteligencia y capacidades intelectuales y humanistas,
algo muy visible en la actualidad.
En 1953, los
jóvenes de la Generación del Centenario empezaron con mayor fuerza acciones y
todo un movimiento revolucionario en el centenario de su natalicio, cuando
creyeron que estaba a punto de morir nuevamente asesinado por la ignominia
insostenible de la dictadura de Fulgencio Batista.
Cierto es que muchos
patriotas, historiadores, intelectuales en general y buenos connacionales a
partir de su muerte dedicaron esfuerzos y hasta su vida entera a la honra y
difusión del pensamiento iluminador martiano, pero el aporte desde la
sistemática y el rigor de las ciencias sociales, llegaron con la Revolución triunfante el primero de enero.
Desde el
funcionamiento del Centro Nacional de Estudios Martianos, el Instituto de
Historia, los Seminarios Juveniles Martianos, concursos ejemplares infantiles
como De donde Crece la Palma y la
publicación masiva y recurrente de su obra completa y Páginas escogidas resulta
muy notoria la pasión por nutrirse de su acervo literario, humanista y
político.
Crece entonces el
escrutinio de su obra entera, increíble en un hombre que solo llegó a vivir 42
años, plasmada en artículos periodísticos, discursos y ensayos medulares, en
una novela y obra poética relevante, considerada inspiradora del aportador
movimiento modernista en su tiempo.
Tañen las
campanas del alma en este nuevo enero con Martí naciente; ninguna otra memoria
es más pura ni puede hacernos más felices en estas jornadas. (Texto e imagen tomados
de la ACN)
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