De octubre de 1876 data la única partida de ajedrez reconocida de José Martí, realizada frente al niño Andrés Ludovico Viesca Gutiérrez, considerado un prodigio en el juego.
Fue en casa del
patriota Nicolás Domínguez y propiciada por Andrés Clemente Vázquez, autoridad
en el ajedrez, ambos cubanos radicados
en México.
Martí, entonces con
23 años de edad, se sentó, estrechó su mano y cedió las piezas blancas y, por tanto,
el derecho al primer movimiento.
Transitó por
asombro, curiosidad y preocupación ante el gambito de Damiano, jugada del
rival; a mitad del juego, el niño iba mejor posicionado y, en el registro 44, le dio jaque mate.
El aplauso más
fervoroso fue el de Martí.
Andrés Ludovico
Viesca, nacido en la ciudad de Parras de la Fuente, en Coahuila, tenía apenas 7
años de edad.
Fue Andrés
Clemente Vázquez, el más importante cronista de ajedrez en la segunda mitad del
siglo XIX, quien en su revista La Estrategia Mexicana dio a conocer, el 24 de
octubre de 1876, la partida entre José
Martí y el niño Andrés Ludovico Viesca. Tituló el trabajo Una gloria mexicana.
En 1893, publicó
la nota en La Habana, y cinco años después la asentó en su libro En el ocaso, donde afirmó: “Esta es la
única partida de ajedrez que se conserva del promovedor de la actual
insurrección en Cuba”.
Vázquez destacó
en Andrés Ludovico que era modesto, tranquilo y reflexivo; resolvía problemas
difíciles y jamás reformaba jugadas erróneas.
Y agregó: "no molesta
al adversario, no desperdicia el tiempo, es grave y circunspecto, de mirada
vaga y sombría, y conversa muy poco, como
todos los grandes meditadores". (Redacción Digital, con información de Radio
Reloj. Imágenes tomadas de Cubaperiodistas)
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