Investigaciones
recientes ratifican que, desde el bienio 2009-2010, ocurre un aumento de los eventos hidrometeorológicos extremos a
escala mundial, con impacto notable en sectores económicos vitales y en el
bienestar de la población, incluida la salud.
Entre los más
relevantes figuran las llamadas olas de calor, las cuales muestran una
tendencia a ser cada vez más recurrentes, intensas y duraderas en disímiles
regiones del orbe, debido, principalmente, al cambio climático global.
Según detalló el
doctor en Ciencias Geográficas Luis Lecha Estela, investigador de mérito y experto
consultante del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de
Cuba, el término se refiere a un período de tres días consecutivos o más,
notoriamente cálido.
¿QUÉ PASA EN
CUBA?
Más allá del
aumento de la temperatura media en 1,0 grados Celsius, observado en Cuba desde
1951, a partir de 2015 el comportamiento del verano en el país transita por
etapas con temperaturas muy elevadas por varios días consecutivos, a períodos
que el profesor Lecha Estela considera que ya se corresponden con el concepto de olas de calor.
El doctor Lecha
Estela es iniciador y principal impulsor de los pronósticos biometeorológicos en Cuba, cuya esencia consiste en
identificar y avisar con suficiente antelación la ocurrencia de situaciones
meteorológicas específicas, conducentes a ocasionar de forma directa o
indirecta problemas de salud (denominados meteoropatías) entre los grupos
vulnerables de una población.
Enunció lo que
plantean esas perspectivas para el verano de 2025:
“De acuerdo con las
proyecciones de los modelos consultados y el consenso de los especialistas que
participaron en su elaboración, lo más significativo radica en la probable
incidencia de periodos persistentes de intenso calor en todo el archipiélago
cubano, asociados a una marcada influencia de las altas presiones oceánicas,
condición sinóptica que también favorecerá el predominio de la poca nubosidad,
intensa radiación solar y una posible disminución relativa de las
precipitaciones.”
El también investigador
titular del Instituto de Meteorología
detalló que, tomando como referencia la serie histórica del período 1979-2022,
la temperatura media del aire en Cuba para el bimestre julio-agosto está en el
orden de los 28 grados Celsius, y sobre los 33 grados, en el caso de la máxima
media.
“Las perspectivas
bioclimáticas sugieren que en el venidero verano habrá una probabilidad de
superar esos registros en un 70 % o más. De cumplirse, ello implicaría la
ocurrencia, en las tres regiones, de periodos de tres o más días consecutivos,
con sensaciones de calor extremo.”
Como revelan las
investigaciones lideradas por Lecha Estela en el transcurso de las
últimas tres décadas en el Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara,
en colaboración con otras instituciones científicas y de salud de esa
provincia, en el central territorio han ocurrido episodios de estrés térmico intensos durante el
verano, con la capacidad de producir efectos meteoro-trópicos específicos en
personas vulnerables: ancianos, niños menores de cinco años, mujeres
embarazadas, diabéticos, hipertensos y con otras enfermedades crónicas no
transmisibles.
Lo más llamativo,
aseveró, es que se pudo comprobar un aumento del indicador de mortalidad diaria
asociada a esos impactos por encima de los valores promedios (mortalidad en
exceso), condición que nunca antes había
sido detectada en Cuba.
Dentro de los
síntomas más frecuentes asociados al calor intenso, descritos por la literatura
médica, figuran la sudoración excesiva, capaz de conducir a la deshidratación,
sequedad en la boca, dolor de cabeza, mareo, agotamiento, debilidad corporal,
edema, pérdida del conocimiento y calambres musculares.
Al impartir una
conferencia sobre el tema, titulada Necesidad
y Urgencia, en la recién celebrada Convención Cuba-Salud 2025, el profesor
Lecha Estela resaltó que la prevista continuidad de la tendencia al aumento
progresivo de la temperatura media en el país debe traer consigo la aparición,
cada vez más frecuente y significativa, de esas condiciones de calor muy
acentuado en los meses veraniegos.
Tomando en cuenta
lo anterior, sería conveniente valorar la posibilidad de incorporar los pronósticos biometeorológicos a las acciones de
enfrentamiento, manejo y prevención de desastres, del Sistema Nacional de la
Defensa Civil, significó el experto. (Redacción digital, información del diario
Granma. Foto: Radio Cadena Agramonte)