Cuando este domingo vuelva una tradición a asentarse en la familia cubana, muchas serán las maneras de expresarse.
La maternidad ha
sido un símbolo no solo de la capacidad biológica de dar vida, sino también una
alegoría cultural, intensa, a lo largo de milenios, al representar valores
sociales, religiosos, políticos y artísticos.
Su significado
varía según el contexto cultural, pero, en general, encarna conceptos como
fertilidad, protección, sacrificio y continuidad
de la vida.
Pero, de todos
esos rasgos, el que más nos identifica a los humanos con la maternidad es el
del amor incondicional. Al mismo tiempo, resulta el que nos diferencia de los
animales.
Muchas culturas han divinizado la figura materna: Isis
(Egipto), Deméter (Grecia) o Tonantzin (México prehispánico) simbolizan la
tierra fértil y la nutrición, o la Virgen María en la cristiandad y la
maternidad sagrada, la pureza y el amor sacrificial.
Obras como La
Madonna, de Rafael, o Madre e hijo, de Picasso, reflejan
ideales de ternura y conexión...
Como construcción
social, la maternidad es el reflejo del rol de género, asociado a la mujer con
el cuidado de la prole y del hogar.
En
representaciones aún más metafísicas, la maternidad ha sido encarnada en
sentimientos contradictorios que celebra la creación de vida, pero también se
romantiza el sacrificio y el sufrimiento materno.
Imagen: red social X. |
Cuba no escapa a
estos estereotipos, pero tanto el amor de madre como el amor a la madre, su
signo sagrado, casi místico, y su capacidad de inspirar son proverbiales y nos
definen como cubanos.
En este país antillano,
se amplía la relatoría de designaciones: la mujer madre; la madre trabajadora;
la mamá ama de casa; la mamá líder de proyectos profesionales, artísticos,
científicos, militares o políticos; la mamá orquesta, la mamá maga...son todas
expresión de convergencia, que vuelan más allá de un Decreto Ley, como el 56 “de la Maternidad de la Trabajadora y la
Responsabilidad de las Familias”.
Se trata de una
de las licencias más largas de América Latina, que extiende el plazo para el
disfrute del período de la prestación social hasta los 15 meses de vida del
menor, además del acceso gratuito a atención prenatal, parto institucional y
vacunación infantil, con bajísima mortalidad
materno-infantil.
Además de todo lo anterior, y como expresión total de la maternidad cubana, ser mamá es también ese acto de resistencia en un contexto económico adverso, donde el Estado, la familia y las redes informales se entrelazan para sostener la vida.
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