Fidel Castro: un Núremberg para juzgar genocidio del orden mundial


Francis Norniella

Se afirma que, en tiempos bíblicos, el arca de Noé permitió salvar las especies que habitaban la Tierra, frente al diluvio universal.

Mucha armonía debió caracterizar las relaciones entre aquellos pasajeros antidiluvianos para poder sobrevivir.

En tiempos modernos han sido, precisamente, la falta de solidaridad y el exceso de egoísmo los causantes de que esta gran nave que es el planeta viaje hacia un abismo inevitable, si no se establece un nuevo orden mundial que provoque un cambio de rumbo diametralmente opuesto.

Pasan las décadas, y los problemas, lejos de resolverse, se agravan.

En abril último, se cumplieron 20 años de la Cumbre Sur, celebrada en La Habana, en la que líderes de más de un centenar de países analizaron cómo enfrentar las calamidades que aquejaban a sus respectivas naciones. En la clausura del foro, se alzó, firme y clara, la voz de Cuba, en la persona de Fidel Castro.

Nunca antes el mundo fue tan desigual y la inequidad tan profunda, significó entonces el líder histórico de la Revolución cubana.

“Las maravillas tecnológicas, que han hecho más pequeño al planeta en términos de comunicaciones y distancias, coexisten con la enorme y cada vez mayor distancia entre riqueza y pobreza, entre desarrollo y subdesarrollo”, contrastó.

Una vez más, el anfitrión de aquella cumbre basó sus afirmaciones en incuestionables estadísticas: bajo políticas neoliberales, la economía mundial tuvo un crecimiento global de 1975 a 1998 que fue apenas la mitad del alcanzado en el período 1945-1975, con políticas keynesianas de regulación de mercados y activa participación del Estado en la economía.

Tal situación se evidencia con suma crudeza en América Latina, donde el neoliberalismo se ha aplicado con ortodoxia doctrinal, la deuda externa por habitante y la diferencia de ingreso entre ricos y pobres son las más alta del mundo, en un área geográfica donde hay más pobres, desempleados y hambrientos que en los peores tiempos de su historia, resumió Fidel, quien compartió con el auditorio expresiones metafóricas de honda significación:

“La globalización es una realidad objetiva, que pone de manifiesto nuestra condición de pasajeros en un mismo barco, este planeta habitado por todos. Pero en ese barco los pasajeros viajan en condiciones muy desiguales.

“Una exigua minoría viaja en camarotes de lujo dotados de Internet, teléfonos celulares, acceso a redes globales de comunicación; disponen de dieta alimenticia abundante y balanceada; consumen agua limpia; tienen atención médica sofisticada y acceso a la cultura.

“Una abrumadora y doliente mayoría viaja en condiciones que semejan las horribles travesías del comercio de esclavos entre África y América en el pasado colonial. Hacinados en bodegas insalubres, con hambre, enfermedad y desesperanza, viajan en ese barco el 85 por ciento de sus pasajeros.”

El líder revolucionario evocó las imágenes de madres y niños en regiones enteras de África bajo el azote de la sequía y otras catástrofes, que recuerdan los campos de concentración de la Alemania nazi, nos hacen ver de nuevo ante nuestros ojos las montañas de cadáveres o de hombres, mujeres y niños moribundos.

¿Ha cambiado la situación expuesta por Fidel hace 20 años en aquel foro del Grupo de los 77?

Sí; para peor: hoy en el mundo, el 10 por ciento más rico acapara el 52 por ciento de la renta global y controla el 76 por ciento de la riqueza, mientras que el 50 por ciento más pobre solo posee el dos por ciento, indica el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo 2022.

Teniendo en cuenta los ingresos, la brecha entre ricos y pobres está en su punto más alto en las últimas tres décadas, y el número de multimillonarios alcanzó la cifra récord de tres mil, en medio de una pandemia de COVID-19 que empujó a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema, sumados a los 611 millones que ya estaban en esa condición de precariedad, de acuerdo con informes del Banco Mundial.

Los dos mil 153 multimillonarios más poderosos del orbe amasan una riqueza equivalente a la de cuatro mil 600 millones de personas, es decir, el 60 por ciento de la población de la Tierra, de acuerdo con informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Ese organismo de la ONU, en el Panorama Social de América Latina 2021, precisa que persisten las brechas entre grupos de población: la pobreza es mayor en áreas rurales, entre niñas, niños y adolescentes; indígenas y afrodescendientes, y en la población con menores niveles educativos.

Frente a panorama tan dramático, cobra hoy más vigencia que nunca aquella demanda de Fidel en la Cumbre Sur:

“Hace falta un Núremberg para juzgar el orden económico que nos han impuesto, que cada tres años mata de hambre y de enfermedades previsibles o curables más hombres, mujeres y niños que todos los que en seis años mató la Segunda Guerra Mundial.”

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