Protegen en Regla púlpito donde predicó el patriota cubano Félix Varela (+ fotos)


La iglesia Nuestra Señora de Regla atesora el púlpito donde predicó el sacerdote, maestro, escritor y filósofo cubano Félix Varela, fallecido hace 170 años.

Los vecinos del ultramarino municipio habanero sienten el orgullo de proteger con celo y exhibir de manera permanente en su terruño esa plataforma pequeña, desde la cual ofició el insigne patriota.

Foto: Nixon Fuentes Pérez.

El púlpito se encuentra colgado en lo alto de una pared, acompañado -en su parte inferior- de una placa de mármol con la siguiente inscripción:

El día 7 de septiembre de 1817 predicó desde este púlpito el esclarecido y patriota cubano Don Félix Varela y Morales.

Foto: Nixon Fuentes Pérez.

De la biografía del padre Varela

Había nacido en La Habana el 20 de noviembre de 1788, hijo de Don Francisco Varela y Pérez, teniente del regimiento de fijos de la capital cubana, natural de Tordesillas, Castilla la Vieja, España, y de María Josefa Morales y Medina, de Santiago de Cuba.

Félix era el tercer hijo. En su bautismo católico, fue nombrado Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales.

La madre de Varela muere cuando el niño apenas tenía tres años de edad. El pequeño, con sus dos hermanas, queda al cuidado de su abuelo Don Bartolomé, quien pronto fue trasladado por sus trabajos como militar a San Agustín de la Florida, a donde se lleva a Félix, que apenas sabía hablar.


Estudios

Sus estudios de Música, Gramática, Latinidad, y Humanidades los inició con el padre Miguel O'Reilly, quien sin dudas ejerció una fuerte influencia sobre él.

Cuando llegó el momento de empezar sus estudios secundarios, regresa a La Habana. Su padre había muerto, y el abuelo soñaba con hacer de él un valiente y honrado militar, según la tradición familiar. Cuando tenía 14 años su abuelo le propuso empezar la carrera de cadete en una escuela militar, pero Varela pide entrar a un seminario para hacerse sacerdote.

Al regresar a La Habana en 1801, matriculó en una de las mejores instituciones de su tipo en América Latina: el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Aquí cursó Gramática Latina, Filosofía, Lógica Mayor y Teología. Estudió con el distinguido sacerdote y maestro José Agustín Caballero: Súmulas, Lógica y Metafísica.

Varela fue Preceptor de Latinidad de esa prestigiosa institución, y con posterioridad, maestro de Filosofía, nombrado por el Obispo Espada.

Organizó las tertulias literarias en las que compartió con sus alumnos los temas de cultura, filosofía, ciencia, y patria; sin dudas, sus materias preferidas. Por las mañanas, impartía las clases de Filosofía, y por las tardes, las de Constitución.

En 1804, se inscribe en la Universidad de La Habana, simultaneando estos estudios con los del Seminario.

Recibe el grado de Bachiller en Filosofía y Artes y de Bachiller en Teología y, con posterioridad el de Licenciado en Filosofía.

En este año su carrera eclesiástica fue muy notable. Recibe la primera tonsura de manos del obispo Espada en la Catedral de La Habana, bajo dispensa de edad.

 

Sacerdocio

En diciembre de 1807, comienza su servicio religioso en el Monasterio de Santa Catalina.

En 1809, solicita y obtiene del distinguido obispo la cuatro órdenes menores y el subdiaconado de la Iglesia Católica. En diciembre del siguiente año, alcanza el diaconado.

Nuevamente con dispensa de edad canónica, es ordenado presbítero en 1811. Su pŕedica moral y humanista era destacada en sus sermones, que pronunció en varias iglesias, entre otras en la Catedral, Santa Catalina, Santa Teresa, San Agustín, la parroquial de La Salud y la del Santo Cristo del Buen Viaje.

 

Labor docente

Con 24 años de edad, el Obispo Espada lo nombra profesor de Filosofía, Física y Ética en el Seminario.

Allí prepara el primer laboratorio de Física y Química que tiene el país: cajas galvánicas, tubos de ensayo, máquinas neumáticas, sistema planetario móvil y otros instrumentos para la enseñanza de las ciencias mediante la experimentación.

El Padre Varela enseña con los métodos pedagógicos más adelantados.

Aunque -según testimonio de José de la Luz y Caballero- dominaba el latín como su propia lengua, renovó la enseñanza de la época, utilizando el español en sus clases y libros, en los que abandonó el escolasticismo imperante por la filosofía electiva e introdujo la experimentación en el estudio de las ciencias.

Da mucha importancia a que sus alumnos aprendan a razonar con sus propias cabezas; lo importante es que aprendan a pensar y a decidir por sí mismos. Por eso, el destacado maestro José de la Luz y Caballero, discípulo de Varela, dijo: "(…) mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero en pensar" (expresión correspondiente al idioma español arcaico).

Varela formó en las aulas del Seminario San Carlos a los mejores hombres de su época. Los frutos de su labor como maestro se muestran en patriotas como José Antonio Saco; Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, y José de la Luz y Caballero.

Heredero de las enseñanzas de estos hombres y, a su vez, alumno del Seminario fue también Rafael María de Mendive, el maestro de Martí.

Varela abrió, el primero, el camino de la [educación] para todos cuando dijo:

“La necesidad de instruir a un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora...”. "Quién puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir".

En el tiempo en que el Padre Varela fue profesor en el Seminario realizó otras actividades para el fomento de la cultura cubana: fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, ingresó y trabajó en la Sociedad Económica de Amigos del País, escribió obras de teatro que se presentan en escenarios habaneros, además de libros de textos para estudiantes de Filosofía.

En 1817, es admitido como socio de número en la Real Sociedad Económica, que más tarde le confirió el título de Socio de Mérito. Por estos años, aparecieron sus discursos en Diario del Gobierno, El Observador Habanero y Memorias de la Real Sociedad Económica de La Habana.

Cuando en 1820, a raíz del establecimiento en España de la constitución de 1812, fue agregada la cátedra de Constitución al Seminario de San Carlos, la obtuvo por oposición.

A los 32 años, el 18 de enero de 1821, el Padre Varela inaugura en el Seminario de San Carlos lo que resultó ser la primera Cátedra de Derecho de América Latina.

Los jóvenes de La Habana se apiñan en las puertas y ventanas donde Varela imparte las clases. Allí se enseña por primera vez en estas tierras la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto. Allí se cultiva la semilla de liberación y dignidad humana que el Padre de las Casas había sembrado siglos atrás. El mismo Varela llama a estas clases "la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad".

Aunque solo pudo ejercerla por tres meses, su contribución al desarrollo del derecho constitucional y su defensa de los derechos humanos frente al despotismo regio y la tiranía estatal tuvo una gran repercusión en la conciencia de la naciente nación cubana.

En verdad, aquella Cátedra de Constitución fue donde el padre Varela proclamó por primera vez en Cuba el carácter inalienable y sagrado de los derechos humanos. Allí fue donde defendió con claridad y valentía el derecho de los pueblos a tener su libertad y a elegir sus propios gobernantes. Allí fue, en fin, donde sembró las ideas políticas que más tarde habrían de conducir inevitablemente a la lucha por la independencia de Cuba.

Varela solo pudo ejercer la cátedra por tres meses en 1821, porque fue electo poco después diputado a las Cortes de 1822, lo que demuestra el valor que el pueblo daba a sus ideas.

El 22 de diciembre del mismo año presentó en las Cortes de Madrid, con otras personalidades, una proposición en la que pedía un gobierno económico y político para las Provincias de Ultramar.

También presentó un proyecto (reproducido en la Revista Cubana en 1935) pidiendo el reconocimiento de la independencia de Hispanoamérica y escribió una Memoria que demostraba la necesidad de extinguir la esclavitud de los negros en la Isla de Cuba, atendiendo a los intereses de sus propietarios, que no llegó a presentar a las Cortes. Al ser reimplantado el absolutismo por el rey Fernando VII, tuvo que refugiarse en Gibraltar, pues fue condenado a muerte por sus ideas de avanzada.

El 17 de diciembre de ese año, llegó a Estados Unidos, donde se vio obligado a vivir el resto de su vida. Primero en Filadelfia y después en Nueva York, publicó el periódico independentista El Habanero, que entraba subrepticiamente en Cuba. Redactó junto a José Antonio Saco, El Mensajero Semanal. En Nueva York publicó en 1830 el periódico The Protestand Abriger and Annotator, en el que defendía la Fe católica frente a los ataques de los Protestantes. Colaboró en El Revisor Político y Literario, Revista Bimestre Cubana y Recreo semanal del bello sexo.

Abrió varias escuelas para niños y desplegó una amplia labor religiosa, lo cual le ganó rápido prestigio. En 1837, fue nombrado vicario general de Nueva York. En 1841, el claustro de Teología del Seminario de Santa María de Baltimore le confirió el grado de Doctor de la Facultad.

También publicó muchas obras. En colaboración con Justo Vélez, escribió Máximas Morales y Sociales, Instrucciones sociales y morales para la juventud e Instrucciones morales y sociales para el uso de los niños.

Con el seudónimo "Un paisano suyo", publicó la primera edición de las Poesías (Nueva York, 1929) de Manuel de Zequeira. Tradujo del inglés el Manual de práctica parlamentaria para uso del Senado de los Estados Unidos, (Nueva York, Henrique Newton, 1826), y Elementos de Química Aplicada a la agricultura (Nueva York, Imp. De Juan Gray, 1826) de Humphrey Davy. Discursos suyos aparecieron en Revista de La Habana y El Kaleidoscopio.

 

Muerte

Resentida su salud desde 1846, se vio en la necesidad de viajar tres veces a La Florida, Estados Unidos, en busca de mejor clima.

Murió en la localidad floridana de San Agustín, el 25 de febrero de 1853.

Después de instaurada la República, sus restos fueron trasladados a La Habana, colocados en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. (Redacción digital. Con información de Nixon Fuentes Pérez y Ecured)

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