El conocido “programa de patrocinadores”, aprobado recientemente por Estados Unidos y que permite llegar de forma legal a ese país por medio de un patrocinador, ha generado un mercado clandestino en línea.
Raúl Antonio Capote Fernández (La Habana, 1961), escritor cubano, historiador, investigador,
periodista y exagente de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia
(CIA), aborda el tema en un artículo que publica el diario Granma y que, por el
interés que puede despertar, Radio Ciudad de La Habana reproduce a
continuación:
Un negocio florece en EE. UU. Miles de emigrantes están formando parte de una nueva economía de explotación. Engañados por astutos patrocinadores, viajan en busca de un sueño, pero sus esperanzas terminan en pesadilla.
Dentro de esta lucrativa industria del mal, diariamente se levantan para ir a trabajar en las condiciones más duras, condenados a una existencia extrema.
Más de 250 000 menores no acompañados arribaron a ese país en los últimos dos años, según reveló recientemente The New York Times. Los niños, principales víctimas de los traficantes, trabajan en algunos de los oficios más duros del país, burlando las leyes de trabajo vigentes. «Se está convirtiendo en un negocio para los patrocinadores», dijo Annette Passalacqua, asistente social en Florida Central.
Laboran en los mataderos de Delaware, Mississippi y Carolina del Norte, asierran tablones de madera en Dakota del Sur, trabajan para proveedores de Hyundai y Kia, manejan ordeñadoras en Vermont, ponen techos en Florida, conducen excavadoras de 35 toneladas, niñas de 13 años lavan sábanas en hoteles de Virginia.
Los nuevos «siervos» son persuadidos por personas, compañías y supuesto bufetes de abogados, a través de las redes sociales. Cuando llegan al paraíso prometido, la realidad es bien diferente; entonces encuentran que deben miles de dólares, que tienen que buscar un lugar donde vivir, y la deuda crece cada minuto que pasa y con cada servicio que reciben.
El mercado clandestino para los emigrantes que buscan patrocinadores estadounidenses creció desde que el gobierno del presidente Joe Biden anunció que Washington aceptaría a un número limitado de solicitantes, procedentes de varios países de la región.
El programa aprobado por la Casa Blanca, que permite llegar de forma legal a ese país por medio de un patrocinador, ha generado un mercado clandestino en línea, muy similar al que actúa hacia Centroamérica.
De acuerdo con un reportaje de la agencia de noticias ap, los ofertantes exigen hasta 10 000 dólares por un valedor financiero.
La abogada Taylor Levy, quien trabajó durante mucho tiempo en la frontera cercana a El Paso, Texas, afirmó que lo que le preocupa «son los riesgos en términos de ser traficados y explotados».
Mientras que Kennji Kizuka, abogado y director de Política de Asilo de la organización no gubernamental International Rescue Committee, que reubica a los recién llegados a EE. UU., sostuvo que «parece que algunos simplemente van a tomar el dinero de la gente y la gente no obtendrá nada a cambio», publicó Los Angeles Times.
Menos los migrantes, todos ganan: las transnacionales y el mercado que contrata mano de obra «en negro», o sea, sin contrato, y los «garroteros» hacen su zafra traficando con los cantos de sirena.
Negocios son negocios, aunque existen diferencias formales entre el programa aprobado para Cuba y el «bisnes» de los traficantes de personas que actúan hacia Centroamérica. Recordemos que todo vale en el «sueño americano». (Tomado del diario Granma)