La oratoria es un don. Se puede ser talentoso, estar muy instruido y no poseer el magnetismo que acompaña a los excelsos oradores, esos que provocan en el auditorio un éxtasis aprehensivo, como si cada interlocutor penetrara allí, en la conciencia de quien les habla.
Pero cuando esa identificación plena la provoca un niño que ni siquiera
ha vencido el tercer grado de la Enseñanza Primaria, entonces el asombro es
inevitable.
Así me ocurrió al presenciar la más
reciente emisión del Noticiero Estelar de la Televisión Cubana, cuando el
pequeño Thiago Sanz Román se refería a la importancia de la Historia y cómo
conoció al Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, cuando este Héroe
de la República de Cuba fue a votar en las elecciones generales del domingo
último y depositó su boleta en una urna que este infante custodiaba junto a otra
estudiante.
El pequeño narró ante las cámaras su sorpresa, al estar frente a un hombre de tantos méritos revolucionarios.
“No sabía cómo hablarle -confesó- porque era un hombre muy histórico, y no quería hablarle mal a quien ayudó a Fidel a ir al cuartel Moncada, que estuvo en todas las batallas y estuvo junto a él en la Sierra Maestra, y que juntos y con su Ejército imparable, destruyeron a los yanquis. Perdieron muchos hombres, pero, al final, terminaron con una gran victoria”.
Luego de referirse al momento de la votación de Ramiro, quien intercambió con los pioneros que custodiaban las urnas, Sanz Román recordaba cómo no salía del asombro ante la presencia de aquel Comandante de la Revolución que lo escuchó atentamente:
“Me sorprendía ver que alguien, que estuvo
involucrado en algo, que pasó hace tanto tiempo, sobrevivió hasta este día”, expresó
el pequeño, mientras se encogía de hombros.
Ese día Ramiro me dijo que leyera un libro sobre Historia, y yo prometo que lo haré”, concluyó este pequeño, que deja a su paso una estela de fascinación. (Francis Norniella Yaujar. Fotos: captura de pantalla)