Adriana es un personaje hermoso. Y en eso se parece a Flora Borrego, la joven actriz que le da vida a la ingeniera recién graduada de Asuntos pendientes. Cuando le propuse hacer la entrevista vía WhatsApp, teniendo en cuenta que es una hormiguita inquieta y laboriosa, sin mucho tiempo libre, ella prefirió encontrar un momento para hacerla personalmente. Enseguida que comenzamos a conversar entendí que había sido la mejor decisión, porque en la vida real, como en la novela (o más que en la novela), esta niña habla con los ojos, las expresiones del rostro, la gestualidad...
Si, por ejemplo, de una cosa en otra, el diálogo cae en los desencuentros entre Bruno y Adriana, se desata Flora en defensa de su personaje: «Como Andro Díaz tiene un público femenino que lo apoya, aunque pase lo que pase, Adriana es la culpable, y no es así tampoco, porque si esa relación existe, es por Adriana, que fue desde el principio la que estuvo muy segura de todo lo que quería; él no, pero Adriana sí».
Y ahora yo lo escribo y usted lo lee así de fácil, pero hay que ver la vehemencia con que se expresa.
—¿Una conexión especial entre actriz y personaje?
—Te pudiera decir que sí y aprovecharme de la cobertura, pero es así con todos mis personajes, es un sentido de pertenencia total y rotundo con cada personaje que le doy vida. Incluso lo malo lo entiendo, no lo justifico porque no tengo nada que justificar, las personas son como son. Como mismo en la familia a veces hay cuatro hermanos y ninguno es igual, todos son diferentes, y tú lo aceptas porque es tu familia y los respetas y los quieres, eso mismo pasa con los personajes. Los personajes son como hijos, no todos son como uno hubiera querido que le salieran, pero al final terminas amándolos muchísimo; pues así pasa con los personajes.
—¿Pero hay puntos de contacto entre Flora y Adriana?
—Un 40 / 60, porque hay un 40 que sí, pero hay un 60 grandísimo que no. Por ejemplo, el día del cumpleaños de Adriana, Flora se hubiera ido con Bruno porque lo que le hizo su papá fue bochornoso, no se hace. Flora Borrego se hubiera ido con Bruno y hubiera estado al lado de lo que ella considera que es justo, pero Adriana no, Adriana se quedó. Igual la entiendo, pues ya a esa altura está cansada, agotada, y no sabe a quién creerle porque es papá fallándole, Bruno diciéndole que él nunca va a poder darle una vida llena de lujos, después que ella se ha metido en un solar, ha lidiado de tú a tú con la delincuencia, ha visto cosas con las que no creció, ha sido amenazada por el personaje del Nene, entonces ya ella no admite que, en ese punto de todo lo que ha demostrado, que se ha ido de la casa, que ha salido de abajo del manto protector de la familia, él le diga: «yo nunca voy a ser el hombre para ti». La muchacha ha dado muestras de que no es lo material lo que la mueve.
—¿Cómo llegaste a Asuntos pendientes?
—Por casting. Me hicieron una llamada telefónica, dijeron que si me podía presentar y yo, por supuesto, sí. Ya yo había desistido un poquito de los casting porque no es que hice muchos, al contrario; por eso cuando me preguntan sobre la demora en llegar a una telenovela, reconozco que es mi responsabilidad buena parte, pues no he sido la actriz que más casting ha hecho, pero esta vez fue un casting dirigido, donde miraron en la base de datos y como ya tenían a los padres, los dos grandes y excelentes actores Indira y Ulyk, estaban formando una familia mestiza, entonces buscaban actrices mestizas, cosa que me vino muy bien también, porque siempre me pasa o que no soy blanca o que no soy tan mulata.
—Cuando supiste que tenías el personaje y comenzaste a estudiarlo, ¿qué te conectó de Adriana?
—Mira, yo no sabía que era un papel protagónico. Yo me pongo muy nerviosa en los casting y allí seguro que hubo una asistente de dirección que me dio la información correcta, pero yo estaba muy nerviosa y lo único que entendía era que tenía que estudiarme una escena, que iba a hacer mi casting con Ulyk Anello, ya eso es un plus, porque es un actor que admiro y respeto, con una trayectoria estupenda. Entonces, después que me dieron el personaje, que me pongo a leer el guion, me quedo así y digo: «pero cómo esta muchacha participa, esta muchacha participa cantidad», y es cuando la asistente de dirección me dice: «claro, si es una de las protagonistas», y ese fue un reto que me dio mucho miedo, pero no hay reto que no me guste asumir.
«El otro reto fue que nada más lejano de mí que una ingeniera civil. Tuve que estudiar, tuve que documentarme, asesorarme con personas maravillosas que estuvieron a mi lado. Yo siempre digo que llegué a la conclusión de que las mujeres de ciencias y las de letras o de arte, tenemos nuestros puntos distintos. Las de ciencias son mucho más prácticas, más objetivas, aunque sea en el amor, en la vida, con las familias, con los hijos, tienen un sentido de la objetividad tremendo, que en las artes no sucede así, nos damos más espacio al romanticismo, a lo lírico, y eso fue un reto; entonces de ahí parten también determinadas acciones de Adriana más pragmáticas.
«Eso fue lo que me sedujo de Adriana, que iba a estar en un contraste con Flora, porque aparentemente nos parecemos, pero nos diferenciamos en muchas cosas. Yo soy más pasional que Adriana, ella hace silencios, omite cosas; Flora jamás se queda con nada por dentro, tiene ese defecto. Flora es una bomba explosiva de emociones y Adriana se contiene más, hay momentos en los que no emite criterio porque no lo cree prudente, y Flora en lo único que piensa es en lo que tiene que decir porque hace falta que haya justicia. Tenemos arranques diferentes».
—¿Cómo ha sido el intercambio con la gente en la calle, en las redes...? ¿Te comentan, te aconsejan...?
—No me dan mucho consejo, ya dan las cosas por hechas. Me reclaman, y más en esta última recta, donde parece, parece, y voy a insistir hasta el capítulo 80 porque yo a Adriana la defiendo a capa y espada, parece que es ingenua, y no es realmente así. Ella sabe que su papá es manipulador y que es un controlador, sí, y cada vez que se le ha tenido que enfrentar, se le ha enfrentado, pero de ahí a la verdadera esencia de Cosme, ella no lo sabe, entonces han sido semanas muy intensas donde el público ya no es tan bonito como antes, está incluso molesto, pero ha sido una respuesta muy variada y eso es lindo, porque ha sido coherente con el tránsito del personaje, que no ha sido ni blanco ni negro, no ha sido rosado, no fue la princesa de la novela, siempre buena, buena, buena; tampoco mala, mala, mala o ingenua... ha tenido muchos matices, porque incluso sacó por momentos cosas de su padre en respuestas, en decisiones... Entonces sí, he tenido una respuesta maravillosa, muy variada, un público que ha amado a Flora Borrego desde siempre, desde el principio, pero a Adriana la han querido mimar, matar... de todo.
—Y con Andro, ¿cómo fue trabajar con él?
—Nosotros dos hicimos buena química porque nació sola la química, o sea, no nos conocíamos de ninguna parte, era la primera vez que nos veíamos, nos respetamos mucho de colega a colega. Él tenía novia en el rodaje, estaba en una relación muy bonita, de mucha responsabilidad emocional; te lo digo porque veíamos la pareja tan linda que eran y porque, lógicamente, él pasaba mucho tiempo con ella y solo nos veíamos a la hora de ensayar y de hacer la escena; no era como con Belissa, con Joel Casanova, con Yía Camaño, que nos sentábamos juntos en el almuerzo, en el receso...; no teníamos esos espacios para intercambiar, conocernos mejor, y aun así, cuando decían «acción», surgía la magia, no sé cómo, pero lo teníamos resuelto. Éramos buenos colegas y ahora somos grandes amigos, porque a partir de la telenovela hemos tenido que trabajar mucho juntos, a petición del público.
—Algo de ese trabajo hemos visto en redes. ¿Cómo surgió la idea?
—Era algo que queríamos que sucediera, pero era algo incierto. Uno pensaba: «vamos a ver si conectan o no conectan», y más que nuestra relación viene siendo la de Romeo y Julieta en la novela, en un rodaje de pandemia donde el distanciamiento era orden del día. ¿Cómo te beso con los ojos? ¿Cómo te abrazo con los ojos? ¿Cómo te muestro mi amor con la mirada? No había un acercamiento físico que nos facilitara la vida.
«Todo lo que has podido ver en redes surge a partir de esa acogida del público hacia nosotros. De eso nos dimos cuenta el primer día que caminamos juntos después que la novela ya estaba al aire: tuvimos que ir a una entrevista con Bárbara Sánchez Novoa y era la primera vez que andábamos junticos por la calle. Él había caminado solo, yo había caminado sola y el impacto era lindo, la gente se acercaba, pero ya cuando nos vieron en la calle a los dos juntos, fueron muy bonitas las reacciones de las personas. De eso, más lo que estaban comentando en las redes, surgió la idea de llegar nosotros hasta esas personas que no pueden encontrarnos en la calle porque están en otras provincias, y pasó y ha sido muy linda la experiencia, la acogida de ese público maravilloso.
«Fue una idea de Andro Díaz, Pop Studio, que son dos muchachos que nos llevan la mayor parte del trabajo visual en las redes y yo; somos una familia. La idea, en un inicio, fue sobre todo de Andro, pero porque era ya una necesidad que sentimos los cuatro, pues incluso los mismos muchachos del estudio de fotografía estaban viendo la reacción que estaban teniendo las fotos, los reels de nosotros».
—¿Ves la novela?
—Todos los días de esta vida, no me la pierdo.
—¿Y te satisface lo que ves en pantalla?
—He pasado por varios procesos porque yo no sabía verme. El día que ponían el capítulo de la serie en el que yo trabajaba o el teleplay o el corto, me veía de reojo porque me daba miedo verme siempre. Eso es una cajita de sorpresa y, bueno, con Adriana me he tenido que ver porque son 80 capítulos y salgo en casi todos. Siempre tú dices: se pudo haber hecho más. El día que quedes feliz del todo con tu obra, yo sugiero que te revises como artista, porque es complejo, pero estoy feliz y estoy tranquila. Adriana ha sido vocera de mensajes importantes para las mujeres, mensajes necesarios, sobre todo en estos últimos capítulos.
«Es un placer, ya que nosotros los actores no podemos encontrar la cura del cáncer, no estudiamos Medicina, no podemos ser parte de esas acciones contundentes, pero sí podemos, a través de nuestro arte, aportar un poquito, dar nuestro mensaje. Muchas mujeres me llaman a diario por la calle y me dicen: "gracias, porque yo he estado en tu lugar, yo he sido Adriana"; "yo he sido adiestrada y me han dejado haciendo café"; "yo he tenido que enfrentarme a mi padre y no lo he hecho". Adriana trata siempre de poner en práctica esa fortaleza femenina. Ella es una empoderada por naturaleza».
Flora Borrego antes y después de Adriana
—¿Cuándo decidiste que la actuación era el camino?
—Eso siempre se lo voy a tener que agradecer a mi mamá. Ella fue la que realmente se dio cuenta de que la actuación podía ser un camino muy en serio, porque a mí lo mismo me gustaba el baile, que el modelaje, que el canto, o sea, todo lo que se comprendiera en las tablas o en un contacto directo con el público a través del arte, pero mi mamá se dio cuenta de que con la dramatización había un especial apego, porque yo la asustaba todo el tiempo haciéndome la desmayada en el pasillo; por ejemplo: veía De la gran escena y escenificaba todo, absolutamente todo...
«Ella fue la que me inscribió en las captaciones de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y, además, fui engañada, porque yo le tenía un cierto respeto a esas pruebas y como único ella me podía llevar era diciendo que eran de variedades, pero cuando llegué ahí, una de las profes nos dice: no estén en tanto estiramiento del cuerpo y traten de tener listo un poema y una canción, que estas son las pruebas de actuación. Le dije a mi mamá: "estas son las pruebas de actuación", y me respondió: "sí, mi niña, yo lo sé, pero si te decía, no ibas a venir". Y así empezó todo. Matriculé en la ENA, pasé un año en bajo perfil, entendiendo si era realmente lo que yo quería, porque me gustaba todo, me sentía muy afín, pero todavía tenía mis dudas. Llegó tercer año, con Teatro en verso y Teatro psicológico, dos semestres completamente distantes el uno del otro y que requerían una concentración y un análisis intenso del personaje, y ahí sí no tuve más dudas.
«Tuve un apoyo fenomenal de profesores como Ileana Chávez, Corina Mestre, un buen claustro que me encaminó y, hasta el sol de hoy, me di cuenta de que sin la actuación no podía vivir».
—¿Adriana es tu primer personaje grande en televisión?
—Te podría decir que sí, pero no sería justo, porque en el primer teleplay que hice me ofrecieron el protagónico, pero ¿qué sucede con el espacio de la telenovela?, que es el que está lunes, miércoles y viernes con los espectadores y es el que más audiencia tiene. Ahí es donde radica la importancia de las telenovelas, yo digo que te ponen en el mapa. Súmale una buena dirección como la que tuvimos con Felo Ruiz, un director maravilloso que no nos dejó solos en ningún momento, y es esa Adriana que están viendo en pantalla.
—Te vimos, por ejemplo, en la serie Promesas, encarnando a una joven enfermera que también gustó mucho...
—Siempre he tenido la dicha de que en la mínima participación, así sea en un videoclip, he contado con un público maravilloso que, ya sea por una razón de imagen o de interpretación, ha conectado conmigo y he sido bendecida en ese sentido.
—¿Proyectos inmediatos?
—Ahora mismo estoy en proyectos cortos, pero que me tienen soñando porque está muy presente la música, y también se lo debo a Adriana, porque empezó por ese personaje, por Felo Ruiz, por Teresa Janet, que fue la directora musical de la novela, quienes me dieron la oportunidad de cantar un tema, Tengo mi razón para quererte, y no quiero adelantar mucho, pero tienen que ver con la música, con el canto...
—¿Algún personaje que te gustaría interpretar?
—Tengo una deuda y el personaje de mis sueños. La deuda: quisiera algo como el Chala de Conducta, adulto; necesito entrar en esa zona, en ese público que tiene historias tan fuertes, que se han contado mucho, directores de cine como Daranas les han hecho un espacio lindísimo, por todo lo alto, con todo el orgullo, y yo quisiera formar parte de eso, de contar un personaje de ese mundo, con esas historias, con esos perfiles psicológicos tan fuertes, y el sueño es la versión femenina de Aquiles: una guerrera. (Tomado de Cubasi)