Construir una relación más justa y un orden verdaderamente democrático
e inclusivo que privilegie la solidaridad internacional es propósito común de
los países del sur global.
Por eso, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista
de Cuba (CCPCC) y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su
condición de presidente protémpore del Grupo de los 77 (G77) y China, resaltó,
en la convocatoria a la Cumbre en La Habana de ese mecanismo intergubernamental que agrupa al 80 por ciento de la
población mundial, que la alentaba el “espíritu de urgencia en pos de la
cooperación”.
Ahora, cuando ya es una realidad la celebración de la cita, con una
amplia presencia de jefes de Estado y de Gobierno, jefes de organizaciones y
otros representantes, sigue igualmente vigente la alerta del mandatario cubano
de que “cada minuto cuenta en la búsqueda de soluciones a los acuciantes
problemas de nuestros pueblos”.
Esta podría llamarse la Cumbre de la supervivencia, porque
del empleo equitativo y ético que se haga de la ciencia, la tecnología y la
innovación –los retos actuales del desarrollo constituyen el tema del
encuentro– dependen los destinos no solo de los países del Sur, sino de la
humanidad entera, como demostró con cruel fuerza la reciente pandemia de la
COVID-19, subraya este viernes un comentario que publica el diario Granma,
órgano oficial del CCPCC.
“Los diagnósticos parecen cada vez más claros; el avance
científico-técnico, que es clave para alcanzar el desarrollo sostenible,
resulta, sin embargo, inaccesible para la mayor parte de la humanidad”, dijo
Díaz-Canel en su mensaje a los Estados miembros.
Y agregó:
“Las causas están en el injusto orden económico internacional que ha exacerbado la marginación socioeconómica y científico-técnica de muchos países, y al interior de ellos, con graves consecuencias para las naciones del Sur.”
Por ello, la Cumbre no pretende quedarse en el protocolo diplomático,
sino abonar el terreno de la acción práctica, buscando “encontrar y diseñar
juntos posibles salidas a los más graves problemas que enfrenta nuestro mundo”.
La reflexión conjunta, buena parte de la cual quedará plasmada en la
Declaración final, servirá para dar fuerza, de cara a los procesos de
negociación internacionales que tendrán lugar próximamente, como la Cumbre del
Futuro, al grupo de concertación más amplio y diverso de la esfera
multilateral.
El Presidente cubano lo resumió así:
“La ocasión deberá servirnos para reforzar nuestra unidad y decidir acciones colectivas y prácticas en el enfrentamiento eficaz a los retos contemporáneos.”
Precisamente, fortalecer la
cohesión del Grupo como principal espacio de negociación y concertación entre
los países en desarrollo es un objetivo primordial dentro de la presidencia protémpore
de la Isla al frente del bloque.
La apuesta general es por el trabajo colectivo, sin hegemonías ni mecanismos de presión. La fuerza de 134 Estados, que representan dos tercios de la membrecía de las Naciones Unidas, no solo no es despreciable, sino que es decisiva y pudiera ser profundamente transformadora. Esa fuerza está hoy en Cuba. (Redacción digital)