El maestro orló una existencia, extensa y bienhechora, a
favor de la música cubana, por lo que recibió
en julio de 2020 la Orden Félix Varela de Primer Grado, conferida por la
Presidencia de la República de Cuba a propuesta del Ministerio de Cultura.
Ese lauro reconocía su fructífera trayectoria laboral,
política y social, así como también su relevante actuar en la cultura cubana.
Diez Nieto fue merecedor, además, del Premio Nacional de
Música en 2004 y del Premio Nacional de la Enseñanza Artística, un año después,
entre otros.
Una década después, la Universidad de las Artes de Cuba le
confirió el título de Doctor Honoris Causa.
Este habanero y cubano de convicción fue calificado por los
expertos del pentagrama nacional como uno de los creadores más significativos
de la música insular.
Constituye un orgullo que las actuales generaciones de
músicos cuenten con la valiosa obra del creador, quien, apenas un muchacho,
comenzó el largo y nunca abandonado camino pedagógico, siempre en paralelo e
imbricado a su actividad artística.
Ejemplo de entrega al
magisterio, fue profesor de armonía, orquestación, piano, contrapunto, historia
de la música, fuga, composición y orquestación, en el Instituto Musical Kohly,
el Conservatorio Amadeo Roldán, la Escuela Nacional de Arte y el entonces Instituto
Superior de Arte (hoy Universidad de las Artes).
Al triunfo revolucionario, es miembro fundador y director
del Conservatorio Alejandro García Caturla, en La Habana.
A su esfuerzo, junto al del musicólogo Odilio Urfé, se había
debido la apertura del Instituto Musical de Investigaciones Folklóricas,
para1949, denominado 14 años más tarde, ya en el nuevo proceso social de la
Revolución, como Seminario de la Música Popular.
A la vera del Seminario, concibió y lideró, desde 1967, la
Orquesta Popular de Conciertos –la cual adoptó el nombre de Gonzalo Roig cuatro
años después-, compuesta por músicos de diversas orquestas de baile y bandas
militares, instrumentistas retirados y aficionados.
Designado director de
la Escuela para Instructores de Arte, en 1963, introdujo transformaciones en
los planes de enseñanza, a los cuales prosiguió vinculado, incluso, luego de su
jubilación. Integró la Comisión Metodológica de la Enseñanza Artística desde
1988.
Según los investigadores de la sonoridad criolla, el decano
de los autores de música de concierto observó la línea nacionalista de Amadeo
Roldán, Jaime Prats y Pedro Sanjuán, en pos de desarrollar la música cubana
dentro de las grandes formas, pero de contenido moderno.
Añaden las mismas fuentes que “desde el punto de vista
armónico, su música no obedece a un plan netamente tonal ni toma un tema
folklórico al estado puro, a pesar de haber compuesto Los diablitos, obra
sinfónica basada en una danza abakuá, o Yo ta pedí aguinaldo, para voz y
orquesta; en estas obras todos los temas son de su propia invención”.
El centenario artista
legó un trabajo creativo, en el cual resaltan varias sinfonías; amén de piezas
para solistas, orquestas de cuerda y de cámara.
También se destacan, en la historia de la música cubana, sus
conciertos al frente de la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música,
la Orquesta Sinfónica de Camagüey y la Orquesta Popular de Concierto, a cuyo
mando sus integrantes interpretaron célebres partituras de Antonio Vivaldi,
Juan Sebastián Bach y George Federico Händel, por citar a algunos compositores
fundamentales abordados.
Como artista, Diez Nieto acompañó a destacados solistas, como Lucy Provedo y Yolanda Hernández (sopranos); Roberto Urbay, Julio Hamel (pianistas); Rafael Lay y Armando Ortega (violinistas), entre otros. (Redacción digital. Con información del sitio web de la Uneac)