Mujer rural en Cuba: más allá del amor a la tierra

Mujer rural en Cuba: más allá del amor a la tierra

La IV Conferencia Mundial de Beijing, China, efectuada en 1975, a la que asistió la Heroína de Cuba Vilma Espín Guillois, constituyó eje de acciones para consolidar la agenda universal para el reconocimiento y emancipación de la mujer rural.

Con la participación de 189 países, el magno foro adoptó tal plataforma en la llamada Declaración de Beijing, que incluyó 12 objetivos estratégicos para dar un viraje en la dignificación de las féminas del campo.

Entre los objetivos, sobresalieron el acceso de la mujer del campo al estudio, al trabajo y la salud; igualdad de género, adaptación a los cambios del clima y la atención a la niñez.

Sin embargo, no fue hasta diciembre de 2007 que la Organización de Naciones Unidas instituyó el 15 de octubre como Día Mundial de la Mujer Rural, que comenzó a celebrarse a partir del año siguiente en la inmensa mayoría de las naciones, incluida Cuba.

Tal conmemoración precede a la del Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre, precisamente por el rol decisivo que desempeña la mujer campesina en la producción de alimentos.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha reconocido, en disímiles ocasiones, los derechos emancipadores conquistados por las cubanas, gracias al proceso revolucionario triunfante el 1 de enero de 1959, del cual ellas son protagonistas y beneficiarias.

El reconocimiento a Cuba en este ámbito ha sido subrayado, también, por la Federación Internacional de Productores Agrícolas y la Fundación Cumbre Mundial de Mujeres, organización humanitaria, no gubernamental e internacional, no confesional y sin fines de lucro, con estatuto consultativo ante la ONU, y que trabaja por un nuevo modelo de desarrollo para y con las mujeres y los niños.

Un organismo clave en Cuba en la consecución de los objetivos trazados es el Ministerio de la Agricultura, que cuenta con algo más de un millón de trabajadores, cerca del 40 por ciento de los cuales son féminas.

Ellas participan en todos los frentes: como directivas, técnicas, ingenieras o trabajadoras en el sistema cooperativo y campesino, fundamentalmente asociadas a la producción de alimentos, bajo bases ecológicas.

LA HABANA Y LA MUJER RURAL

La Habana es un ejemplo en la labor integral de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), mediante la apertura de nuevos empleos para la mujer, su acceso a la ciencia y la técnica vinculadas a la producción, y el cambio de roles frente al campo, que respetan el rol protagónico de las féminas en los ámbitos social y económico.

Mujer rural en Cuba: más allá del amor a la tierra

Al respecto, Magyolis Soto Rodríguez, miembro del Buró Provincial de la Anap, precisó recientemente que la asociación en la capital cubana posee en sus 87 cooperativas de créditos y servicios (CCS) casi 10 mil asociados, el 37 por ciento de los cuales son mujeres.

Mujer rural en Cuba: más allá del amor a la tierra
A la izquierda, en la foto, Magyolis Soto Rodríguez, miembro del Buró Provincial de la Anap.

Este es uno de los indicadores, por provincias, más distintivo del país respecto al acceso de la mujer a la tierra y a sus derechos sociales, puntualizó Soto Rodríguez el 21 de septiembre último, a propósito de las actividades conmemorativas por el aniversario 65 del Congreso Campesino en Armas.

La Habana cuenta, además, con 87 brigadas conjuntas de La Federación de Mujeres Cubana y la Anap, integradas por más de tres mil campesinas, con crecimiento general, en 2023, de más de 240 féminas con respecto al año anterior.

Las campesinas habaneras son protagonistas en importantes frentes económicos, además de en el ámbito social, como la atención a la juventud, a la familia en general, la superación, la lucha por la equidad de género, entre otros.

Desde los campos y sus comunidades, las féminas de La Habana realizan aportes de canastillas, útiles del hogar, juguetes para escuelas especiales y hogares de niños sin amparo familiar.

También se vinculan con hogares maternos, con el programa Educa tu Hijo, entre otras iniciativas, ilustrativas de la solidaridad, la alegría y el amor que las caracteriza, sin perder de vista su deber número uno: producir alimentos. (Alberto Riesgo Vázquez)

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