Poseedor de vasta cultura, literato y poeta, patriota militante y altruista, Rafael María de Mendive (24 de octubre de 1821-24 de noviembre de 1896) es reconocido, fundamentalmente, por haber sido el maestro de José Martí.
Poco más de cinco años fueron suficientes para fraguar una
vida entera.
En plena adolescencia, dificultades económicas en el hogar
de los Martí Pérez iban camino de impedir la continuación de estudios del
primogénito, impulsado por su padre a trabajar para ayudar al sustento diario.
Un familiar que reconoce el afán de conocimiento, la
inteligencia y dedicación del muchacho, sugiere a Don Mariano que lo matricule
en la escuela primaria que dirigía Mendive, con la condición de poder
establecer horarios que le permitieran estudiar y trabajar a la vez.
El colegio estaba en la esquina habanera de Prado y Ánimas;
en la planta alta, su casa. Tras varios exámenes de premio, el director y
profesor, impresionado por el talento del jovencito, lo acepta para continuar
estudios, y hace más: se convierte en su mentor.
“Sr. Mendive:
Yo no sé que un padre generoso tenga que recordar a un
hijo que le adora, sus deberes. Por eso me asombró tanto su recado, cuando a
cada instante daría por Vd. mi vida que es de Vd. y solo de Vd. y otras mil si
tuviera.
(…)
Su discípulo e hijo
Martí” (1)
Fue no solo la instrucción, la formación y la complicidad, sino llenar el espacio vacío de unas relaciones filiales de por sí deterioradas por desavenencias de carácter y pensamiento con Don Mariano.
Martí era un miembro más en la familia, compuesta por las
hijas del primer matrimonio del maestro (que era viudo), la esposa Micaela Nin
y el pequeño Luis, que al fallecer motivó a varios alumnos a escribir poemas.
El de Martí, que conserva el estilo romántico de su profesor, se tituló “A
Micaela” y fue su primera publicación, en un periódico de Guanabacoa que
dirigía Manuel Nápoles Fajardo, el hermano de El Cucalambé.
“De su vida de hombre yo no he de hablar porque sabe poco de Cuba quien no sabe cómo peleó él por ella desde su juventud.” (2)
Huérfano desde pequeño, Rafael María de Mendive realizó sus primeros estudios bajo la protección de su hermano mayor. Fue alumno de Derecho, Filosofía y Latinidad en el Seminario de San Carlos, y en 1844 se graduó de Derecho en la Real y Pontificia Universidad de La Habana.
Una estancia de ocho años en el exterior le permitió
confraternizar con grandes intelectuales cubanos exiliados por sus ideas
políticas: Félix Varela, José Antonio Saco, Domingo del Monte... con esa base
de pensamiento, vuelve a Cuba y en 1856 se hace miembro de la Real Junta de
Fomento y Real Sociedad Económica de La Habana (más tarde Sociedad Económica de
Amigos del País), preocupado como otros coterráneos ilustres en solucionar los
problemas que afectaban al desarrollo de la industria, la agricultura y el
comercio. A su vez, escribía poesías para destacadas revistas: Guirnalda
Cubana, Revista Habanera, Álbum de lo Bueno y lo Bello, El Correo de la Tarde y
el Diario de La Habana, entre otras.
El maestro Mendive era un reconocido oponente del régimen colonial cuando ocurren los sucesos del Teatro Villanueva, cuyo dueño era tío de Micaela Nin, reseña un artículo de Cubarte, el Portal de la Cultura Cubana.
Tanto la casa como el colegio estaban señalados como foco de
sedición. Por ello, Mendive resulta detenido de inmediato y confinado a cinco
meses de prisión en el Castillo del Príncipe, donde Martí acompaña a la esposa
en las diarias visitas; posteriormente le exigen cuatro años de deportación a
España, pero pronto pudo trasladarse a Nueva York y continuar sus actividades
separatistas; causa por la que muere su hijo Luis.
“¿No recuerdo yo aquellas noches de la calle de Prado, cuando el colegio que llamó San Pablo porque la Luz había llamado al suyo El Salvador?” (…) “Los ángeles se sentaban de noche con nosotros, bordando y cuchicheando, al oír la clase de historia que nos daba, de gusto de enseñar, Rafael Mendive” (Ibidem.)
Junto a Mendive, el maestro patriota, sus discípulos comprenden el significado de los acontecimientos políticos para la liberación de Cuba; junto a él analizan, conspiran y fortalecen el ideal revolucionario.
Es el momento en que Martí escribe sus primeros textos
independentistas: el soneto ¡Diez de Octubre!, los periódicos El Diablo Cojuelo
y La Patria Libre, el poema dramático Abdala. Es el momento en que decide el
camino a seguir.
“Sr. Mendive:
De aquí a 2 horas marcho desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a Vd. lo debo y de Vd., y sólo de Vd., es cuanto bueno y cariñoso tengo (…)
De Vd. toda el alma de su hijo y discípulo
Martí” (3)
Un tiempo después de la muerte de su maestro, Martí publica una semblanza en El Porvenir, de Nueva York, el 1 de julio de 1891. Allí, el Apóstol de la Independencia de Cuba reconoce:
“Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba”.
Notas:
(1) Carta a Mendive, 1868. Obras Completas, Epistolario,
tomo 20, p. 245.
(2) Carta de José Martí a Enrique Trujillo, El Porvenir,
Nueva York, 1 de julio de 1891. Ob. cit., p. 299.
(3) Carta a Mendive, 1871. Ob. cit., pág. 247) (Redacción digital)