La juventud cubana y, sobre todo, la universitaria, protagonizó importantes sucesos en la historia. Desde la etapa colonial hasta la actualidad la universidad ha formado a hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo y el bienestar de la nación.
Este constituye el caso de la aplaudida
Universidad Popular José Martí, que se mantuvo activa por cuatro años y que
ostentó la presencia de su fundador Julio Antonio Mella.
La idea surgió durante la celebración del Primer
Congreso de Estudiantes celebrado en octubre de 1923. El 3 de noviembre del
propio año quedó inaugurada en el Aula Magna la que Mella calificara como “la hija querida de
mis sueños”.
Desde los inicios la Universidad Popular “estuvo
dirigida a elevar el nivel cultural y político ideológico del proletariado y a
despertar su conciencia clasista sobre la base de la defensa de los principios
de justicia social que interesaban a todos, bajo el interés esencial de lograr
la unión de los obreros con los estudiantes e intelectuales”.
Solo un mes después la universidad contaba con
500 estudiantes atendidos por los propios alumnos de la universidad. Varios
cambios se realizaron en las aulas como habilitar los locales con luz eléctrica
pues las clases se recibían en horario nocturno, y se impartían entre otras,
clases de Biología, Literatura, Historia, Psicología, Matemática y Economía
Política.
Esta iniciativa del líder estudiantil constituyó la fragua de líderes y destacados intelectuales de la época como Raúl Roa, Rubén Martínez Villena y Emilio Roig de Leuchsenring, quienes impartieron clases a los obreros en varios locales sindicales como la Federación de Torcedores de La Habana, la Federación Obrera de Bahía, la Hermandad Ferroviaria y otros locales en San Antonio de los Baños, Regla, Guanabacoa y Marianao por la persecución de la que resultaron víctimas, hasta que en 1927 fue clausurado bajo la acusación de “peligroso foco de propaganda comunista» bajo las orientaciones de Gerardo Machado.
“La Universidad Popular no sólo fue una escuela para los trabajadores, fue simultáneamente, un centro de formación de revolucionarios, incluidos sus profesores. La propia convivencia con los obreros, el conocimiento y la profundización en sus problemas, identificó a los profesores con los intereses de los alumnos, afianzando sus conductas revolucionarias.
El dinamismo que le imprimió Martínez Villena a la universidad de los
trabajadores se reflejó en las actividades extraescolares que se desarrollaron,
entre ellas, charlas y conferencias, veladas artísticas, emisión y distribución
de manifiestos, panfletos y otros medios de agitación y propaganda, llegando a
crear la revista América Libre como órgano extraoficial”. (GirónNoticias)