Cuba: desafíos de una tasa de cambio “informal”

Cuba: desafíos de una tasa de cambio “informal”

Datos irrefutables que demuestran el absurdo que subyace tras la llamada tasa de cambio informal en Cuba, diariamente brindada por el medio subversivo El Toque, son aportados por el economista Antonio Rodríguez Salvador, una de las voces más sobresalientes de la actual narrativa latinoamericana.

El también poeta, narrador, dramaturgo y ensayista desarrolla el tema en un artículo publicado esta semana por el diario Granma y cuyo contenido reproducimos íntegramente a continuación:

Brindaré algunos datos para mostrar el absurdo que subyace tras la llamada tasa de cambio informal, diariamente brindada por el medio subversivo El Toque. Sabemos que al cierre de 2023 el déficit fiscal alcanzaba la elevada cifra de 147 mil millones de pesos, 18 por ciento del PIB. Por simple regla de tres, podemos determinar entonces que el PIB correspondiente al año anterior fue de unos 820 mil millones de pesos.

Al momento de redactar estas líneas, la mencionada tasa de cambio indicaba que un dólar equivalía a 350 CUP. Quiere esto decir que, si le diéramos validez a esa tasa, nuestro PIB nominal alcanzaría la ridícula cifra de unos dos mil 300 millones de dólares. Para entender mejor el absurdo, téngase en cuenta que las exportaciones de 2023 fueron de unos nueve mil millones de dólares: cuatro veces más.

Ciertamente, existen varias causas detrás de la actual inflación: escasez de ofertas en el mercado, elevado déficit fiscal que obliga a la emisión monetaria sin respaldo material, altos precios internacionales de materias primas y combustibles; pero la manipulación cambiaria de El Toque introduce un importante elemento inflacionario que no solo dispara los precios, sino que también distorsiona el sistema financiero nacional, y desestimula la producción de bienes y servicios.

Si bien se quiere justificar esta tasa con el uso de un algoritmo estadístico y datos de ventas tomados de redes sociales, en realidad funciona como un elemento pesado en la fuerza centrífuga del modelo económico, consiguiendo así mantenerse en el centro, mientras se reduce el potencial de creación de riqueza en otros sectores. Es una lógica perversa: la tasa genera inflación, y luego esa inflación «justifica» el aumento de la tasa.

Los datos tomados en redes sociales pueden ser claramente manipulados mediante métodos de ingeniería social, tanto en su variante informática como en la tipificada por la politología. Una sirve de soporte a la otra, y terminan por interaccionar.

O sea, mediante bots o falsas identidades es posible realizar intrusiones en las redes, con el objetivo de fundar una base “creíble” de ofertas. Una vez logrado esto, otros oferentes –reales en este caso– toman por válidos estos precios, y así se genera una espiral inflacionaria.

La prueba de semejante manipulación está en que, como ya vimos, se ha llegado a un límite en el que pareciera que el país apenas muestra PIB nominal. Ahora bien, hablábamos de fuerza centrífuga. ¿Qué significa esto en semejante contexto?

En términos instrumentales, todo modelo económico se expresa a través de un flujo circular que genera bienes y servicios, ingresos, ahorros y una tasa de crecimiento determinada. Es una fuerza que suele favorecer el empobrecimiento de alguien si, poco a poco, es expulsado del círculo.

¿A quiénes están expulsando esas fuerzas? Brindo un ejemplo: en el mercado internacional, el plátano fruta tiene un precio de poco más de un dólar por kg. En Cuba se vende entre 75 y cien pesos el kg, pero si le aplicáramos la tasa según El Toque, el precio estaría sobre los 400.

Lo mismo sucede con el boniato y otras viandas. Bajo la lógica de El Toque, el boniato se vendería a unos 800 pesos el kg, y la yuca a unos mil pesos. ¿Qué significa esto? Obviamente, no estoy diciendo que deba subirse el precio de las viandas, sino que la mayor tajada del exceso de circulante no está yendo a manos del productor, sino del especulador.

Esta “expulsión” paulatina del productor agrícola se incrementa si, además, debe acudir al dólar «inflado» para adquirir piensos, fertilizantes y otros insumos. Por otra parte, lo anterior redunda en que cada vez sean menos estimulantes los jornales que se puedan pagar en la contratación de fuerza de trabajo para picos de cosecha.

Es obvio que revender resulta mucho más lucrativo que realizar labores agrícolas, cosa que genera menor oferta en el mercado, aumenta gastos en la importación de alimentos y, finalmente, provoca mayor inflación.

Fijémonos que, según se informó en diciembre pasado, la caída de la economía en 2023 estuvo marcada por la disminución de la producción de alimentos. Y ello ocurrió a pesar de la puesta en práctica de numerosas medidas encaminadas a la estimulación y el fortalecimiento del sector.

La solución de semejante fenómeno no es sencilla, pero quizá sea oportuno repensar la pertinencia de las tiendas en MLC, de modo que estas sustituyan a Revolico como referentes de precios en moneda nacional.

Ciertamente, mantenerlas contribuye a la recaudación de divisas; pero es en la moneda nacional en la que se manifiesta el exceso de circulante y el déficit fiscal, elementos que son caldo de cultivo tanto para la inflación como para el surgimiento de peligrosas distorsiones que afectan la producción de bienes y servicios.

Soy consciente de los desafíos que entraña semejante decisión, sobre todo para el mantenimiento de ciclos de ventas; pero habría que colocar ambos supuestos en una balanza para determinar si, finalmente, no es más costoso el desestímulo a la producción que actualmente se está generando.

(Redacción digital. Imagen: diario Granma)

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RSL

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