Félix Valera: para todos los tiempos

Félix Valera: para todos los tiempos

Félix Varela y Morales fue uno de los fundadores del pensamiento científico cubano.

Sacerdote, educador, escritor y hombre de ciencia, resultó un inspirador de la enseñanza de la física experimental.

En el Seminario San Carlos, creó el primer gabinete de física y química, con equipamiento específicamente importado de Europa.

Ello ponía a esa institución en capacidad de competir en saberes adelantados con la propia Universidad Real y Pontificia de San Gerónimo de La Habana.

Observador perspicaz, dotado de gran sentido práctico, utilizó el español en lugar del latín en la mayor parte de sus escritos.

El 4° tomo de sus Instituciones de Filosofía Ecléctica para Uso de la Juventud constituye un texto excelente para conocer aspectos de la divulgación y de la enseñanza científica y sobre los procesos de razonamiento a principios del siglo XIX cubano, en momentos de un anquilosado punto de vista escolástico prevaleciente en la enseñanza universitaria de la época.

Su magisterio resultó inspirador, al punto de que, entre sus discípulos más destacados, estuvieron José de la Luz Caballero y José Antonio Saco, quienes lo sustituyeron en la Cátedra de Filosofía del seminario, luego de haber sido encargado de las Cátedras de Constitución y Economía Política.

Fue también un patriota que, en su vida pública, no ocultó sus sentimientos anticoloniales y creyó en las formas parlamentarias cuando fue elegido Diputado a las Cortes de Cádiz en 1821.

En representación de Cuba, defendió allí el derecho a la autonomía de los territorios americanos, propuso la abolición de la esclavitud en la isla y la modernización de la enseñanza.

Pero en el reino de España, tras el fracaso del Trienio Liberal en 1823, retornó el absolutismo monárquico, bajo el reinado de Fernando VII, y lo condenaron a muerte.

Varela y Morales logró escapar y, luego de recorrer varias ciudades estadounidenses, donde continuó su labor pastoral, pedagógica, científica, periodística y patriótica, pasó sus últimos días en la pequeña ciudad de San Agustín, Florida

El 25 de febrero de 1853, dejaba su dimensión terrenal y pasaba a ser parte de las personalidades imprescindibles de la vida nacional cubana.

Repatriados en 1911, sus restos se conservan en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

Tal vez el juicio que sobre él emitió José de la Luz y Caballero, uno de sus alumnos más brillantes, sea el que mejor refleja la esencia de una de las personalidades más destacadas de la historia de Cuba:

“Mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó, primero, en pensar".

(Jorge Sariol Perea. Imagen de portada: Radio Cubana)

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RSL

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