¡Patria o Muerte!: arma que no han podido volar en La Habana como a La Coubre

¡Patria o Muerte!: arma que no han podido volar en La Habana como a La Coubre


El 4 de marzo de 1960, la consuetudinaria obsesión de Estados Unidos por el terror perpetró la voladura del buque La Coubre, en el puerto de La Habana, mientras manos y hombros de pueblo descargaban pertrechos militares, destinados a la defensa del país, como medida, precisamente, ante la creciente hostilidad enemiga.

Reacios a que la naciente Revolución se fortaleciera, los artífices del sabotaje organizaron la explosión. Granadas, municiones, cajas, hombres… volaron por el aire en dos estallidos que sacudieron la capital de Cuba.

Noventa millas al norte, deben haberse alzado copas en honor a una “hazaña” que oscurecía la mirada de 101 personas inocentes, desaparecía a 33, lesionaba o incapacitaba para toda la vida a otras 400, dejaba a 82 niños sin la posibilidad de volver a ser cargados en los brazos o en los hombros de papá…

A años luz -o “a años nunca”- de la verdad estaban de suponer que, horas después, en la despedida de duelo a las víctimas, el comandante en jefe Fidel Castro le entregaría a cada cubano, congregado en la intersección de la avenida 23 y calle 12, o atento desde todo el archipiélago, un arma que nada ni nadie ha podido volar -como al buque- durante seis cruentas décadas y media: la histórica consigna de ¡Patria o Muerte!

Testigos de aquel acto recuerdan a Fidel como si fuese hoy, hablando desde la cama de una rastra convertida en tribuna.

“Sabremos resistir cualquier agresión, sabremos vencer cualquier agresión, y nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir Patria. Y la disyuntiva nuestra sería ¡Patria o Muerte!”.

Si enemigos internos y externos vieron en tal sentencia no más que una frase, erraron de cuajo. Aquello no terminaría ahí. Apenas tres meses después, en el Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, Fidel volvería a la carga:

“Esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!”

Más de una vez me he preguntado cómo habrían terminado miles de discursos -no solo de Fidel-, si aquel 5 de marzo no hubiese brotado de sus convicciones aquel ¡Patria o Muerte!

¿Con el aliento de qué frase, generaciones enteras hubiéramos enfrentado y superado momentos en los que el desánimo, la rendición o la derrota ni siquiera han rozado la epidermis mental, para dar seguro paso a la victoria?

Con ese ¡Patria o Muerte! (en esencia) dentro, y seguros de vencer, bayameses primero y tuneros después, prefirieron incendiar la ciudad, entregarla en llamas al enemigo, antes que verla esclava. (Redacción Digital, con información y foto del diario Granma)

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RSL

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