
Los cubanos evocan este lunes a Vilma Espín en otro aniversario de su nacimiento (7
de abril de 1930) en Santiago de Cuba, donde la llamada "heroína de
la sierra y el llano" inició su actividad revolucionaria desde temprano contra
la dictadura de Fulgencio Batista.
A pesar de su partida física el 18 de junio de 2007,
hay razones de peso para que se sienta la permanencia de su obra, más allá del
combate por la libertad, y están en su responsabilidad de fundadora y
constructora de la Federación de Mujeres Cubanas, generadora de cambios trascendentales
en la vida de su membresía.
Encabezadas por Vilma -así la llamaban con
sencillez-, sus coterráneas salieron de la tranquilidad o del agobio de una vida
gris dictada por el patriarcado, a transformar la sociedad abierta para todos
desde el primero de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución cubana.
El 23 de agosto de 1960, ella asumió la tarea propuesta por Fidel Castro, y era natural, pues ya se había probado como activista y ejecutora de múltiples misiones de la lucha clandestina en las calles santiagueras, y en la Universidad de Oriente, donde obtuvo el título de ingeniera química, y luego formó parte del Segundo Frente Oriental Frank País en la última etapa de la guerra en las montañas.
El 7 de abril de 1930, nació Vilma Espín Guillois en Santiago de Cuba, artífice de la dignificación de la mujer cubana en Revolución.#LaHabanaViveEnMí pic.twitter.com/gXoPtyxz1f
— Livan Izquierdo Alonso (@IzquierdoAlons1) April 7, 2025
Era una persona que bien pudo fungir de profesora, directiva tecnológica o dedicarse al canto lírico o al deporte, según sus notables inclinaciones de niñez y juventud.
Sin embargo, siendo estudiante de bachillerato y en la universidad, eligió el camino de la lucha por la justicia social y la equidad entre todos los seres humanos, y siguió en esa ruta toda su existencia.
Ella actuó como la legendaria Deborah de la lucha clandestina en su ciudad natal y, cuando llegó la hora, se transformó en guerrillera del Segundo Frente Oriental. Combatía, ayudaba en la logística y daba clases a los soldados.
Definitoria en su vida fue la incorporación al Movimiento 26 de Julio, junto a su jefe, Frank País, a partir de la segunda mitad de los años 50.
Ya se había titulado y simultaneaba diversas responsabilidades en la organización de acciones combativas y de apoyo al combate guerrillero que se libraba en las montañas.
Cuando se produjo el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y al Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953, y se desató una sangrienta represión, su casa sirvió de refugio a Severino Rosell. Desde allí, ella aseguró la ayuda a otros asaltantes perseguidos.
Se destacó en los preparativos del alzamiento armado de la hoy Ciudad Héroe, el 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma, que corrió a cargo de Frank.
Resultó una acción que no tuvo éxito en lo militar, pero estremeció los cimientos de Santiago de Cuba, por la audacia y valentía de los jóvenes.
Cada día aumentaban las responsabilidades políticas y militares asumidas por la joven dentro del movimiento, tras el asesinato de Frank en 1957, y ya en junio de 1958, como su vida estaba en serio peligro, se incorporó al combate en la Sierra Maestra.
Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, y luego el Buró Político durante varios años.
En el Parlamento cubano, encabezó la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer.
Fue gran promotora del programa nacional de círculos infantiles, que desde los momentos iniciales apoyó la incorporación de las mujeres al trabajo.
Ella fue ejemplo de fuerza y ternura, de combatividad sin fatiga; sobresalió por su patriotismo y afán de crear una sociedad en favor de la unidad y comprensión de todos sus integrantes, concibiendo la familia y la sociedad en armonía, sin violencias ni prejuicios. (Redacción Digital, con información de la ACN. Foto: Prensa Latina)
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