A 115 años de su fallecimiento en La Habana, su ciudad natal, Fermín Valdés Domínguez sigue presente en la memoria de los cubanos como el hermano del alma de José Martí y el patriota que jamás se apartó de la ruta independentista abrazada junto al Apóstol.
Fermín, muerto por causas naturales el 13 de junio
de 1910 en la propia ciudad donde vio la luz, pudo sobrevivir 15 años a su amigo
de la infancia y compañero de causa.
Nacido el 10 de julio de 1853, llevó en sus primeros años una vida sin carencias al ser prohijado junto a un hermano por un sacerdote español, con recursos económicos, quien les ofreció verdadero amor familiar y educación.
Pudo vivir más, pero su vida entregada a tiempo
completo a sus labores de médico, a la patria y a la búsqueda de la verdad y la
justicia en torno al lugar de enterramiento de los ocho estudiantes de Medicina
inocentes y masacrados por el colonialismo español en 1871, fue también
azarosa, por lo cual su salud se quebrantó tempranamente.
Sus últimas acciones por la independencia de Cuba lo
habían llevado en 1894 a Estados Unidos para colaborar en unión del Maestro en
los preparativos de la Guerra Necesaria (1895-1898), y tras la partida de
Martí, permaneció allí para apoyar la contienda iniciada el 24 de febrero de
1895 con la recaudación de recursos.
La muerte en combate de su amigo, el 19 de mayo de
ese propio año, lo compulsó a embarcarse con presteza en una expedición que
salió con rumbo a suelo patrio y luego se incorporó al Ejército Libertador.
Ya en los campos de batalla, por su profesión de
galeno ocupó cargos de jefe de Sanidad de los cuerpos militares de Las Villas y
Oriente, asistió a la Asamblea Constituyente de Jimaguayú y fue ayudante del general en jefe Máximo Gómez. Alcanzó el grado de coronel.
Al finalizar la guerra y frustrada la independencia
por la ocupación estadounidense, Valdés Domínguez optó por radicarse en la
capital.
No tuvo ningún cargo en la seudorrepública y en 1907
integró la Junta Patriótica de La Habana, desde la cual se opuso al anexionismo
reaparecido en ciertos sectores durante la segunda intervención militar
estadounidense de 1906 a 1909.
Cumplió siempre su deber patriótico al participar en
acciones cívicas y fue un hombre multifacético. En su juventud se graduó como
médico en España, tras una accidentada carrera, por sus acciones políticas en
el país.
Poseedor, como su gran amigo de la infancia y
adolescencia, de una vasta cultura humanística, lo dominaba la sed del
conocimiento, por lo que cursó sus estudios a cabalidad durante su fecunda
estancia en suelo de la metrópoli.
La amistad, o mejor dicho hermandad entre Pepe Martí
y Fermín merece unas líneas. Se conocieron de niños, en la escuela primaria de
San Anacleto.
Sus vínculos se hicieron mayores al cursar ambos los
estudios de primaria superior en el colegio dirigido por Rafael María de
Mendive, el pedagogo que influyó sobremanera en la formación patriótica, moral
y en el ideario independentista de los jovencitos.
En 1869, Valdés Domínguez y Pepe (José Julián Martí
y Pérez), se vieron envueltos juntos en sucesos de dramáticas consecuencias.
Mientras al joven Martí terminó condenado a seis
años de prisión en las canteras de San Lázaro, con solo 16 años, al comprobarse
su autoría de una carta en la cual se acusaba a un compañero de apóstata por
haberse incorporado al cuerpo represivo y criminal del Cuerpo de Voluntarios de La Habana, al servicio de la corona.
Pese a que Fermín también admitió haber sido el
autor, la caligrafía de la misiva inclinó la mayor culpabilidad hacia Martí.
Fermín tuvo que cumplir seis meses de cárcel.
Al iniciar su preparación en Medicina en La Habana,
Fermín es implicado nuevamente en otro proceso, el que concluyó con el crimen
monstruoso de los ocho inocentes estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre de
1871.
Aunque no le tocó la muerte por fusilamiento en el
macabro sorteo que finalmente hicieron las autoridades, fue condenado a seis
años de cárcel esta vez.
Aquel suceso de espanto lo marcó para toda su
existencia y en lo adelante luchó con valentía, sin descansar, incluso mucho
tiempo después, por vindicar la memoria de sus antiguos y amados compañeros de
estudio.
Al finalizar sus carreras, Martí tomó los rumbos del
exilio en países de América Latina: México, Guatemala, Venezuela y más tarde
Estados Unidos. Fermín ejerció su carrera en 1876 en La Habana, pero la amistad
entre ambos continuó. Nada apartó a Fermín Valdés Domínguez de la ruta tomada
por él y José Martí en sus años de iniciación revolucionaria. (Redacción
Digital. Texto: ACN. Foto: Radio Habana Cuba)
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