Sin el lujo y el esplendor de las iglesias que adornan muchas de las ciudades de Hispanoamérica, la Catedral de La Habana es, ante los ojos de los cubanos, especialmente bella.
Aunque la porosidad de la piedra cubana no permitió realizar
en su superficie sofisticadas decoraciones, la icónica estructura muestra una serena
armonía.
En ella reposaron los restos de Cristóbal Colón, traídos desde la Catedral de Santo Domingo, en
1796, y trasladados años después a Sevilla, España.
Por sus valores artísticos e históricos, la Catedral de La
Habana es uno de los tesoros patrimoniales elevados al rango de Monumento Nacional.
Aún hoy, no están claras las influencias que otros estilos
europeos tuvieron en su edificación.
Mientras para unos tiene similitudes con el barroco
italiano, a otros les hace recordar los templos andaluces, especialmente la
Catedral de Cádiz, en España. Sin embargo, la de La Habana es una muestra de adaptación inteligente al material
disponible, que sí era cubano.
La piedra, muy porosa, no permitía mucha elaboración, por lo
que fue imposible tallar en ella las esculturas, tan habituales, de las
iglesias barrocas.
Como “clímax del barroco en Cuba” calificó el arquitecto Joaquín Weiss la fachada, en la cual se
optó por una decoración geométrica, con una serie de ornamentos a relieve en
los que predominan las líneas curvas. (Redacción Digital, con información de
Radio Reloj. Fotos: Facebook)
ARTÍCULO RELACIONADO
Barroco criollo en La Habana colonial (+ fotos y video)
RSL