Mirada a monumentos habaneros (+ fotos)

Parque Antonio Maceo, en La Habana. Foto: Archivo - tomada de Cubadebate
El reconocido intelectual, periodista y ensayista cubano Ciro Bianchi Ross acerca al lector a las interioridades de varios monumentos habaneros, que destacan por su trascendencia en el devenir histórico cultural de la nación, Radio Cuidad de La Habana retoma este trabajo del Maestro y lo publica para contribuir al conocimiento de la capital cubana desde la escultura.    

¿Por qué si Antonio Maceo y Máximo Gómez fueron igualmente guerreros, el caballo del primero, en el monumento en el parque que lleva su nombre, frente al Hospital Hermanos Ameijeiras, tiene las patas delanteras levantadas, mientras que el del otro patriota, en una de las bocas del Túnel de La Habana, se apoya en sus cuatro extremidades? ¿Por qué si Maceo y Calixto García eran cubanos, Maceo mira a la ciudad desde su altura y Calixto miraba al mar en su desplazado monumento de la calle G?

Cuando el caballo de un guerrero alza, en su escultura, las patas delanteras, significa que ese guerrero murió en combate. Si levanta una sola pata, indica que el guerrero murió a consecuencia de heridas de guerra, pero no en una batalla en sí. Si la cabalgadura descansa en sus cuatros extremidades, la escultura exterioriza que el hombre de guerra murió en la cama. Si el personaje representado en una escultura mira hacia el mar, expone su condición de extranjero. Calixto García, cubano y holguinero por más señas, miraba en esa dirección en su ya aludido monumento de Malecón y G. Y lo mismo hace José Miguel Gómez, espirituano, en su monumento de G y 27. Sucede que ambos fallecieron en el exterior. Calixto en Washington; José Miguel en Nueva York.Monumento a Máximo Gómez en La Habana. Foto: TripAdvisor

Me dicen algunos artistas que esos son criterios superados ya en la estatuaria. Hay una corriente contemporánea que tiende a situar la escultura sin base, columna ni pedestal, a nivel de la calle, con lo que el personaje, como uno más, queda en el sitio donde desenvolvió su vida.

Ernest Hemingway, en la escultura de José Villa Soberón emplazada en el bar Floridita, se acoda en la barra como si se dispusiera a beber su daiquiri doble sin azúcar. El Caballero de Paris, obra del mismo artista, frente al antiguo convento de San Francisco, prosigue su peregrinar incesante por La Habana. Cubanos y visitantes de otros países se fotografían a su lado e intercambian con ese personaje de leyenda.

El más demorado

Hay, en esto de los monumentos habaneros, información que sorprenderá al lector. Desde los que demoraron más de medio siglo en ejecutarse a monumentos itinerantes que en el transcurso de los años cambiaron de sitio o posición, sin olvidar otros que ya no son e incluso algunos que fueron develados por el propio homenajeado.

Inauguración del monumento al General Calixto García en Malecón y G, 1959. Foto tomada de Habana Radio
Entre estos últimos se halla el del presidente Alfredo Zayas. El mandatario quiso, en vida, erigirse un monumento, y lo hizo emplazar en el terreno enmarcado por las calles Monserrate, Zulueta, Colón y Trocadero –el llamado parque Zayas- espacio que ocupa hoy el memorial Granma, al fondo del antiguo Palacio Presidencial, actual Museo de la Revolución. El mismo Zayas lo inauguró el 20 de mayo de 1925, día en que traspasaba el poder a Gerardo Machado.

En su escultura, de 2.5 metros de alto, obra del italiano Vanetti, que se elevaba sobre una plataforma de mármol de Carrara y una columna de mármol Botticino con relieve y adornos, para un total de 18 metros de altura, Zayas aparecía de pie, en traje de calle y con la cabeza descubierta. Con una mano señalaba el Palacio Presidencial, mientras mantenía la otra en el bolsillo de la chaqueta. Parecía decir: Lo que tengo aquí, me lo robé de allí.

De los monumentos habaneros ninguno demoró tanto en concretarse como el de Carlos Manuel de Céspedes, en la Plaza de Armas. En 1900 surgió la idea de erigir en la capital un monumento al Padre de la Patria, pero no fue hasta 1919 cuando se votó un crédito de 175 000 pesos para ejecutarlo. Nade se hizo, sin embargo. Nada se haría tampoco en 1932 cuando se dio el nombre del Iniciador a esa plaza. Habría que esperar hasta 1952 cuando con otro crédito, esa vez de 10 000 pesos, se convocó a un concurso para elegir la obra mejor, erigida al fin en 1955.

Monumento a Carlos Manuel de Céspedes en La Habana. Foto: Trabajadores

Ya para entonces, el historiador Fernando Portuondo, en sus días de director del Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, había hecho emplazar un busto de Céspedes frente a ese centro docente. Existió asimismo la idea de que el proyecto que alcanzó el tercer premio en el certamen para el monumento a Martí en la Plaza Cívica o de la República (actual Plaza de la Revolución) se transformara para convertirlo en un monumento a Céspedes. Por una decisión arbitraria de Batista, fue aquel tercer premio el que se ejecutó en la Plaza y quedó sin su monumento el Padre de la Patria.

El más antiguo

El monumento más antiguo que se conserva en La Habana es una pequeña lápida de piedra erigida en memoria de doña María Cepero, en el mismo lugar donde cayó mortalmente herida, en 1557. Quiso la mala suerte que la señora, vecina principal de la villa, fuera alcanzada, de manera casual, por un disparo de arcabuz, mientras rezaba en la Parroquial Mayor, ubicada donde después se construyó el Palacio de los Capitanes Generales. Cuando se demolió dicho templo, en 1777, la tarja fue trasladada a la esquina de Obispo y Oficios, casa solariega de los Cepero, y allí estuvo hasta que pasó a formar parte de los fondos el Museo Nacional, en 1914. En 1937 la tarja se restituyó a su espacio original, ocupado entonces por el Ayuntamiento habanero, y allí estuvo hasta encontrar su sitio definitivo.

Otro monumento antiquísimo es la columna de tres caras que en 1754 se erigió en uno de los extremos de la actual Plaza de Armas para rememorar la celebración en La Habana de la primera misa y el primer cabildo, hechos que, dice la tradición, ocurrieron en 1519, a la sombra de la ceiba que crecía en el mismo lugar.

En 1803, una estatua del rey Carlos III quedaba emplazada en el paseo llamado entonces de Extramuros, aproximadamente en el mismo sitio donde se situó después la estatua y fuente de la India, frente a la Plaza de la Fraternidad Americana, entonces Campo de Marte, hasta que en 1836 fue trasladada para el comienzo, a la altura de Belascoaín, del Paseo de Tacón, vía que comenzó a ser conocida popularmente, primero por Paseo y luego Avenida de Carlos III, nombre que, de tan arraigado, no logra sustituir el de Salvador Allende, que es el nombre oficial de esa vía.

La Noble Habana

La Fuente de la India en La Habana. Foto: TripAdvisor

De un lugar a otro anduvo también La Fuente de la India, conocida asimismo como de La Noble Habana. Se erigió originalmente (1837) frente a la puerta Este del Campo de Marte, muy próxima al lugar que hoy ocupa frente a la Plaza de la Fraternidad. En 1841 se movió para el final de la segunda sección de la Alameda del Prado, con lo que quedó prácticamente en el mismo sitio. Estuvo en el Parque Central entre 1863 y 1875, fecha en que volvió a su asentamiento original, pero mirando hacia el Campo de Marte. No fue hasta 1928 cuando se le dio la posición que mantiene en la actualidad.

Itinerantes fueron también la Fuente de los Leones y la Fuente de Neptuno. La primera se asentó en 1836 en la plaza adyacente al convento de San Francisco y pasó después al parque de Trillo, en Centro Habana, y a la Plaza de la Fraternidad antes de volver a su sitio original. La de Neptuno (1838) se erigió en La Habana y se fue a El Vedado para terminar volviendo a La Habana. Cerca del castillo de La Punta se hallaba el monumento a José de la Luz y Caballero que ahora se observa en la Avenida del Puerto. La columna de la Alameda de Paula se levantó en 1847 en honor a la Marina española. Ha permanecido siempre en el mismo sitio. También se movió de su puesto primigenio el monumento a doña Leonor Pérez, madre de José Martí. Se erigió en 1953, Año del Centenario del Apóstol, en Egido esquina a Desamparados, a iniciativa de la masonería cubana, y fue trasladado, a solicitud de la Gran Logia de Cuba, para el parque Víctor Hugo, en El Vedado.

Estatua en bronce del general Quintín Bandera en el parque Trillo de Centro Habana. Foto: Portal del Ciudadano de La Habana

En el ya aludido parque de Trillo se levanta la estatua en bronce del general Quintín Bandera. Ese monumento nunca ha cambiado de lugar. Lo que cambió aquí fue el monumento mismo. El artista cubano Florencio Gelabert ejecutó la obra a solicitud de la Asociación Nacional Cívico Patriótica Mayor General Quintín Bandera, y quedó inaugurada, con la asistencia del doctor Ramón Grau San Martin, Presidente de la Republica, que la develó el 28 de septiembre de 1948.

En esta se apreciaba al guerrero de pie y con uniforme militar sobre un sencillo pedestal. Pero el escultor Gelabert quedó insatisfecho con su trabajo. Ya concluido le advirtió ciertamente algunos defectos y no paró hasta lograr que fuera sustituido por otro salido de sus propias manos. En la nueva estatua, que es la que se aprecia hoy en el parque de Trillo, el glorioso mambí aparece en actitud de desenvainar el machete redentor y cuenta con un basamento mejor que el anterior.

Monumento a Mariana Grajales (1935) en El Vedado habanero. Foto: Portal del Ciudadano
Esta relación dista mucho de agotar el tema. Señalaremos finalmente que hay muy pocas mujeres en la estatuaria habanera. Aparte de los ya mencionados, solo vienen ahora a la mente del cronista los de Mariana Grajales (1935) en El Vedado, y Emilia de Córdoba, en la barriada de la Víbora, además de los bustos que recuerdan a América Arias, esposa de José Miguel, patriota y mujer ejemplar. Y existen un Monumento a la Madre, en Luyanó, y el Alma Mater, en la Universidad habanera.

https://rciudadhabanaoficial.blogspot.com/2024/04/pinceladas-de-historia-en-habanero.html

(Autor: Ciro Bianchi Ross – Cubadebate)

JCDT – SST

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