El ritmo contagioso de las congas, el colorido de los vestuarios, las luces de las fastuosas carrozas y la tradicional rivalidad de las comparsas que representan a los principales barrios de la ciudad son algunos de los elementos que hacen únicos a los Carnavales de La Habana.
El origen de estas festividades data de una fecha tan lejana como el siglo XVII. Por esos años, los cabildos de las distintas villas de la Isla realizaban grandes procesiones callejeras durante los domingos y días especiales, como los feriados y las celebraciones de los santos.
Los historiadores cuentan que, en esas jornadas, los dirigentes y sus acompañantes lucían fastuosos atuendos, similares a los que se utilizaban en las cortes reales europeas. Los participantes en las procesiones y bailes utilizaban tocados de plumas y máscaras africanas con cuernos y adornos vegetales.
También en esa época se ealizaba la celebración de la Epifanía, festividad cada 6 de enero, coincidiendo con la celebración católica del Día de Reyes. Era en esa fecha que algunos amos liberaban de sus labores a sus esclavos, quienes participaban en los desfiles, aportando gran colorido y ritmo al hacer uso de sus instrumentos tradicionales. De esta forma, se incorporó el uso de la percusión a la música de carnaval.
No obstante, no fue hasta 1823 que comenzaría la historia oficial de estas festividades, cuando el entonces gobernador general de la Isla, Dionisio Vives, autorizó a los cabildos a recorrer las calles de La Habana, reconocido antecedente de las actuales comparsas.
Poco duró la tradición, ya que en 1868, tras el estallido de la Guerra de los Diez Años, se volvió a prohibir la celebración de los carnavales.
El 24 de febrero de 1895, hubo un intento por retomar las fiestas. Sin embargo, esa fecha coincidió con el Grito de Baire, inicio de la llamada Guerra Necesaria, última y definitiva gesta para liberar a la Isla del yugo colonial español.
Ya en la Cuba republicana, la celebración de los Carnavales de La Habana alcanzó mayor estabilidad. En 1902 el alcalde de la capital, Carlos de la Torre reinstauró las festividades, que comenzaron a realizarse a lo largo del Paseo del Prado hasta el actual Parque de la Fraternidad durante los tres días previos al Miércoles de Cenizas.
Durante este período surgieron costumbres que alcanzaron gran arraigo en la población. Los cabildos cedieron su paso a las comparas que representaban a los principales barrios de la urbe; además, los carruajes ornamentados fueron sustituidos por las bellas carrozas, y las bandas militares comenzaron su participación como acompañamiento musical a las contagiosas congas. También comenzó la tradición de elegir al Rey y la Reina del Carnaval.
Un hecho lamentable empañó la alegría y belleza de estas celebraciones, cuando en 1916 la tradicional rivalidad de las comparsas se pasó de los límites permisibles y un fuerte disturbio entre los integrantes de los Alacranes del Cerro y los Gavilanes provocó que el gobierno de la capital prohibiera la participación de estos grupos en las festividades.
No obstante la justeza de la medida, los Carnavales no fueron lo mismo sin estas comparsas que representaban a los principales barrios de la ciudad.
En 1937, se autorizó nuevamente la participación de estos grupos, es así que resurgieron las tradicionales comparsas del Alacrán, de la barriada del Cerro, Los Marqueses de Atarés, Las Boyeras de Los Sitios, Los Dandys de Belén, La Sultana de Colón, Las Jardineras de Jesús María, Los Componedoras de Batea de Cayo Hueso, El Príncipe del Raj de Marte, Las Mexicanas de Dragones, Los Moros Azules de Guanabacoa, El Barracón de Pueblo Nuevo y Los Guaracheros de Regla.
Luego del triunfo revolucionario de 1959, los Carnavales de La Habana se pasaron para julio y agosto, y los desfiles se trasladaron hacia el Malecón, fecha y ubicación que se mantienen hasta nuestros días.
En estos 60 años de carnavales revolucionarios, estas festividades han estado a la par del desarrollo de la economía cubana. Tras la época de esplendor vividos en la década del 70 del pasado siglo, los duros años del Período Especial (crisis económica de los 80) vieron casi extinguirse a esta tradicional celebración que hoy resurge como una forma de expresión de la alegría de los nacidos en esta ciudad real y maravillosa. (Redacción Digital. Con información de Radio Rebelde y audio de Radio Ciudad de La Habana)
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