“Parte de la ciudad de La Habana está deteriorada. Hay inmuebles que expertos consideran en estática milagrosa. Otros no llegan a ese estado, pero tienen problemas. Si yo vivo en una edificación de varios años de uso, estructuras débiles, y se me ocurre construir estructuras que rebasan la estabilidad y equilibrio del inmueble, sin criterio y valoración de especialistas, como es el caso de “barbacoas” que hay hasta de tres pisos; entonces estoy creando condiciones para que el edificio se estropee aún más rápido”.
La opinión anterior es del Máster en ciencias Diego Rafael Ulloa López, hasta hace poco profesor de la Universidad de La Habana y hoy especialista de la delegación capitalina del Instituto Nacional de Ordenamiento Territorial y Urbanismo (INOTU).
Con él conversamos a propósito del 8 de noviembre, Día Internacional del Urbanismo, fecha que desde 1934, por iniciativa del ingeniero argentino Carlos María della Paolera, tiene el propósito de reconocer y promover el rol de la planificación en la creación y manejo de comunidades urbanas de forma sostenible.
Lo cierto es que hay una casa mayor de todos: la ciudad y cada individuo tiene la responsabilidad de protegerla y aportar para el bienestar común.
El también geógrafo Ulloa López agregó: … “Si además de lo que señalé, en ese supuesto edificio deteriorado, guardo excedentes de artículos con mucho peso, o creo objetos productivos que el inmueble no soporta, por ejemplo un horno para hacer pan; entonces todo ese calor incide negativamente sobre las viejas estructuras. Luego no me puedo quejar cuando las mismas empiecen a ceder y las instalaciones hidráulicas comiencen a echar agua, porque fui yo mismo quien creó esa situación”.
Comentó que legalmente ellos enfrentan en reiterados momentos situaciones como esas, que muchas veces son mal interpretadas por la población, cuando le dictaminan violaciones que técnicamente son imposible aprobar.
Lo mismo ocurre con incomprensiones de directivos que voluntariosamente y quizá con buenas intenciones lleguen a irrespetar normativas, regulaciones y pueden crear problemas.
Otro asunto es que ante el déficit de viviendas, las personas deciden meterse en cualquier lugar, sin control efectivo, y es como se forman barrios o focos precarios; sitios donde violan lo establecido y crean graves peligros y vulnerabilidades para la vida humana, el entorno y el eficiente funcionamiento de la propia ciudad, aseguró.
Ulloa señaló tácitamente:
“En el Plan de Ordenamiento Territorial existe una diferenciación de los territorios de acuerdo con su uso y manejo, que fue estudiado por especialistas y llevado a mapas, con límites, funcionamiento, regulaciones… cuando usted cambia esas condiciones, entonces altera el orden de las actividades del lugar y posiblemente de la naturaleza.”
Ejemplificó con una zona que no debería estar urbanizada porque pertenece a una cuenca y puede inundarse con precipitaciones, aunque sea represada; cuando las lluvias son considerables, ocurren desbordamientos, los cuales afectan al propio ser humano que hizo la transformación. Es cuando surgen las pérdidas, que pueden llegar a ser hasta de vidas. Ello conlleva riesgos, peligros, vulnerabilidades, al darle un uso inadecuado al entorno, porque la naturaleza es un mecanismo de acción y reacción.
“Si usted dispone de una llanura fértil, boscosa, con un suelo rico para extender una buena agricultura, y en ese lugar realiza acciones que irrespetan la naturaleza, pues entonces puede llegar a convertir el sitio en improductivo, desértico”, ilustró.
Explicó que el urbanismo forma parte de algo mayor llamado ordenamiento territorial, el cual, junto a la planificación física se dedica a distribuir correctamente las acciones del hombre sobre la superficie terrestre.
La Habana, como capital del país, es una megametrópolis extremadamente compleja desde el punto de vista del espacio terrestre, por lo cual los expertos abordan temas diferentes, de distintas formas y con disímiles herramientas del planeamiento, que tiene un carácter muy técnico y muy legal. El arma de nosotros es el Plan de Ordenamiento Territorial, que una vez aprobado por la Asamblea del Gobierno, adquiere carácter de ley y debe ser respetado como tal. Ese es uno de los problemas a los cuales nos enfrentamos diariamente, porque no todos conocen o aceptan lo legislado allí. Es cuando se cometen acciones incorrectas.
El diálogo con el profesor Diego Rafael Ulloa López, lleva a comprender algunas de las fístulas a curar en la capital, para evitar degeneren en úlceras insalvables de La Habana, en materia urbana.
En las oficinas del bello edificio situado en la esquina de 25 y L, de El Vedado, dialogamos también con la arquitecta Cleivy Ramos Fernández, otra de las especialistas de la delegación provincial del INOTU.
La joven se refirió a un encuentro realizado allí recientemente denominado Octubre urbano, en el cual abordaron desafíos, oportunidades y promocionaron actividades en relación con esa materia.
Participaron especialistas nacionales, de provincias y municipios, quienes examinaron proyectos y propusieron soluciones a ciertas limitaciones.
Junto a ello, la delegación citadina capacita a sus trabajadores en asuntos prioritarios, divulgan acciones y enfocan misiones dirigidas a barrios en condiciones de desventajas. Estos últimos lugares fueron visitados y realizaron investigaciones acerca de sus características, conformación de núcleos familiares, sistemas y características constructivas de las viviendas.
A partir de esa misión, seleccionaron por dónde debía iniciarse el programa de transformación de comunidades, tarea prioritaria para el gobierno y Partido Comunista de Cuba.
“Eso no quedó allí, acotó Cleivy. Ahora realizamos planes parciales de esos barrios, para solucionar situaciones creadas en estas zonas que crecieron de forma espontánea”.
Comentó que conforman un cronograma a corto, mediano y largo plazos, para dar respuesta a las principales vulnerabilidades a partir de la disponibilidad de recursos.
Acorde con la Organización de Naciones Unidas, las ciudades son hervideros de ideas, comercio, cultura, ciencia, productividad, desarrollo social y humano. Si en el año 2015 cerca de cuatro mil millones de personas en el mundo vivían en las urbes, ese número debe de llegar a unos cinco mil millones para 2030.
Por eso es esencial que un país bloqueado y asediado insista en mejorar la planificación y la gestión urbanas, en pos de que los espacios sean cada vez más inclusivos, sostenibles, seguros, agradables, prósperos y resilientes.
(Redacción digital. Tomado de Tribuna de La Habana)