La presencia del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, es perenne en Ecuador, donde su impronta se mantiene viva en lugares ligados a su figura.
A seis años de su muerte, su
presencia es perceptible en espacios, como la Casa Museo Oswaldo Guayasamín, en
la cual el estadista estuvo varias veces para visitar al artista ecuatoriano,
su gran amigo.
Pablo y Verenice Gayasamín, hijos
del conocido como Pintor de Iberoamérica, recordaron anécdotas de las visitas
de Fidel al hogar de su padre en los últimos 20 años de vida.
Contaron cómo en varias ocasiones Fidel se reunió con Gayasamín en una pequeña salita decorada con piezas religiosas de gran valor artístico y cuadros alusivos a la urbe capitalina, junto a las faldas del Pichincha, como el llamado Quito azul. Allí sostenían un diálogo más cercano, más humano y más comprometido con la realidad histórica que vivieron.
Eran tan fuertes los lazos y la
admiración entre ambos, que Guayasamín llevó al óleo al líder revolucionario en
cuatro ocasiones, algo insólito en su creación, comentó Pablo. Señaló que, para
su padre, Fidel era el redentor de los pueblos, el hombre que se preocupaba por
los pobres, por los desposeídos, no solo de América sino del mundo y por eso lo
admiraba tanto.
Verenice Guayasamín, recordó cómo en una ocasión tantas personas acudieron a ver a Fidel en un inmueble cercano donde se encontraban los dos amigos que el entonces Presidente de Cuba no pudo subirse al automóvil oficial.
Por sugerencia de mi padre yo
misma conduje otro auto y los traje a él y a Fidel a la casa, sin escolta ni
nada, pero no había alternativa para salir de la multitud, rememoró con sonrisa
pícara en el rostro.
Desde la altura quiteña, junto a
la Casa Museo se erige la Capilla del Hombre, un espacio de reflexión sobre la
necesidad de la paz y el entendimiento humano soñado por Guayasamín, pero que
no logró ver finalizado.
Tras la muerte de mi padre, señala Pablo, la familia no contaba con los recursos para finalizar ese proyecto y a Fidel con la genialidad que lo caracterizaba se le ocurrió subastar humidores hechos en Ecuador con tabaco cubano para recaudar fondos y contribuir a materializar el sueño del artista.
Gracias a la ayuda emocional y
económica de Fidel, de Cuba y de otros amigos, hoy la Capilla del Hombre está
abierta para mostrar a través del arte el mensaje que compartían uno de los
principales pintores del siglo XX y el líder político cubano. (Prensa Latina)
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