El martes último,
el Centro Nacional de Sanidad Animal (Cenasa), del Ministerio de la
Agricultura, confirmó la presencia en Cuba, por primera vez, de influencia
aviar, variante H5N1, específicamente en aves silvestres cautivas
localizadas en el Jardín Zoológico de La Habana, en la avenida 26, del municipio habanero de Plaza de la Revolución.
Tras un aumento repentino de la mortalidad en las aves de ese centro,
los especialistas siguieron los protocolos establecidos para estos casos y
contactaron de inmediato a las autoridades sanitarias. Tras examinar muestras
extraídas de varios cadáveres, se confirmó que los especímenes estaban
contagiados con el virus.
La influenza aviar está
diseminada por todo el mundo. Se transmite entre las aves a través del contacto
directo con un espécimen enfermo, con superficies y alimentos contaminados con
saliva, mucosas o heces. En el continente americano se ha expandido por las
aves migratorias originarias de América del Norte, específicamente Canadá y
Estados Unidos, las cuales cruzan la región anualmente en dos olas: norte a sur
durante el otoño e invierno, y sur a norte en el verano y primavera. Con un
pico en los brotes entre los meses de octubre a marzo.
Según el doctor en Ciencias
Cristóbal Arredondo Alfonso, director general del Cenasa, desde 2021 se detectó
un aumento en los casos registrados, resultando en los dos periodos epidémicos
más graves de toda la historia de Norteamérica y Europa. En Estados Unidos recientemente han muerto o han sido sacrificadas para
contener la difusión más de 40 millones de aves de corral, en el lapso de un
año, ocasionando pérdidas económicas millonarias.
En América Latina actualmente
están afectados diez países: México, Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile,
Venezuela, Honduras, Panamá, Perú y ahora, Cuba. Esto ha desatado una crisis a
nivel continental, pues los productos avícolas son la proteína más asequible en
la región, además de un medio de sustento para millones de personas, ya sea con
la cría de traspatio o masiva, remarcó el especialista.
“Por nuestro territorio pasan dos
corredores migratorios, por lo que recibimos cada año grandes poblaciones de
dichas aves. Estas suelen concentrarse en los espejos de agua (lagos, lagunas,
presas) y humedales del país, atraídas por el clima y condiciones naturales”.
Un sitio donde es común la presencia de dichos animales es, precisamente el
Zoológico de 26, fenómeno que, de acuerdo con el doctor Arredondo Alfonso,
explica el porqué se produjo la propagación de la enfermedad en este sitio.
¿CÓMO LLEGÓ LA INFLUENZA AVIAR AL ZOOLÓGICO DE 26?
El doctor Pastor Alfonso,
especialista del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (Censa), institución
colaboradora de la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OMSA), declaró a
Granma que este es un proceso natural e inevitable, pues es imposible detener
el flujo de las aves migratorias sobre y dentro de la Isla. A pesar de ello, y
aunque jamás en nuestro país se había detectado el virus, existe desde 2005 un
Plan Nacional de Emergencia que incluye el control y monitoreo constantes sobre
estas poblaciones y en los sitios de mayor riesgo.
Gracias a la aplicación rápida y eficiente de los protocolos, que
incluyen el sacrificio de las aves en cautiverio infestadas, saneamiento del
lugar y, en el caso específico del Zoológico, la puesta en cuarentena de
especímenes aledaños a los focos de infección, pero que hasta ahora no han
presentado síntomas, el evento está controlado y no compromete la situación
zoosanitaria nacional.
La detección temprana de los
casos evidencia el funcionamiento eficaz de las medidas cautelares. La sanidad
del país estuviese altamente comprometida si la enfermedad hubiese entrado al
país y no se hubiera detectado hasta sufrir afectaciones masivas, remarcó la
doctora Teresita Quesada, especialista del Cenasa.
Normalmente se procedería a la
eliminación de todas las aves cercanas a las que se confirman con el virus,
pero algunos de los especímenes del Zoológico son de especies raras, en peligro
o de baja o única presencia en el país, por lo que estos están siendo
preservados en aislamiento mientras no presenten síntomas.
Actualmente está activo un grupo temporal de trabajo en el cual laboran
en conjunto los ministerios de la Agricultura y de Salud Pública, la Defensa
Civil, los Gobiernos locales, el Cenasa, el Censa y diversos laboratorios.
Es importante señalar que, como
la transmisión fue en aves silvestres cautivas y no en aves de corral, ante los
criterios de la OMSA, Cuba mantiene su estatus como libre de esta enfermedad.
¿QUÉ PASARÍA DE EXTENDERSE EL VIRUS A LAS AVES DE CORRAL?
Las consecuencias de una
propagación en los centros de cría serían desastrosas, especialmente para la
economía, apuntó Yolanda Capdevila, especialista epidemiológica del Cenasa.
«Aunque en Cuba no se crían aves masivamente para el consumo de su carne, sí se
hace para la producción de huevos. De extenderse el virus en un centro
productor, esto implicaría el sacrificio de todas las aves en el lugar, tengan
síntomas o no, así como deshacerse de todas las posturas y alimentos. Las pérdidas
económicas serían muy elevadas, además de que esto llevaría a un aumento en los
precios de los huevos, producto ya encarecido en el mercado nacional».
Debido a estos altos riesgos, en todos los centros avicultores se ha
aumentado el rigor de las medidas de bioseguridad que ya se venían aplicando.
Entre ellas están la colocación de redes antipájaros, el paso del personal por
filtros sanitarios antes del ingreso a las zonas de cría, el cambio completo de
ropa y calzado para entrar a dichos espacios, y la vigilancia y monitoreo
constantes ante aumentos en la mortalidad o presencia de síntomas respiratorios
en las aves, así como el control total de la movilidad de las aves de corral
dentro de la Isla.
Al respecto, la doctora Quesada
explicó que la medida más importante y la única forma de que no exista contagio
es evitando cualquier contacto entre las aves de corral y las aves silvestres.
Aseveró, además, que las medidas necesarias para asegurar esto se ejecutan en
todo el país desde hace años, y en estos momentos se han reforzado, por la
situación puntual que se enfrenta.
CONSECUENCIAS PARA LOS HUMANOS
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) describe el riesgo de la influenza aviar para los humanos como
«despreciable», y con un índice de infección bajo. El contagio de las personas
con esta enfermedad no es imposible, pero las estadísticas indican que es poco
probable.
Aquellos trabajadores de centros avicultores son los que más propensos
están a tener contacto con el virus y a transmitirlo a las aves de crianza de
patio. Hasta este momento, a nivel global no existe riesgo para la salud de
la población que no tiene cercanía con lugares de este tipo, ya sean granjas o
crianzas en patios y casas particulares.
¿QUÉ HACER CON UN ANIMAL CONTAGIADO?
Si se detecta un aumento súbito
en la mortalidad o presencia de síntomas respiratorios en aves de corral o
silvestres, no deben tocarse, es necesario notificar inmediatamente a los
centros de sanidad animal o institutos de medicina veterinaria más cercanos.
Los contactos de estos están disponibles en las redes sociales o sitios
oficiales del Ministerio de la Agricultura y del Cenasa. De no ser posible esta opción, deberá informarse al Gobierno local.
Las autoridades capacitadas son
los responsables de retirar los cadáveres, así como de sacrificar al resto de
las aves del sitio afectado, respetando siempre los valores del bienestar
animal, una muerte rápida y sin dolor. Los cuerpos de las aves muertas no
pueden ser desechados en las calles ni en fuentes de abasto de agua como ríos o
arroyos. Bajo ninguna circunstancia puede ser consumida la carne o posturas de
estos animales enfermos, de acuerdo con lo establecido en la Ley 148 de
Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, ni ser utilizada
para ritos religiosos.
Una vez que el animal se contagia o ha estado en contacto con uno que
lo esté, debe ser sacrificado, pues al ser un virus de rápida mutación, no
existe un tratamiento o vacuna.
Las instituciones solicitan a la población que eviten el traslado y comercio de aves vivas, sean silvestres cautivas o de crianza, sin el debido permiso de las autoridades veterinarias, así como la caza, la captura de aves silvestres, y la exposición o venta de estas en ferias y espacios similares. (Tomado del diario Granma)