Desde su primera temporada, la serie televisiva Calendario atrapó la atención de no pocos por el tratamiento que reciben los temas que en la actualidad circundan el universo de la adolescencia y sus familias.
Con un guion bien estructurado y actuaciones excelentes, logradas y -sobre todo- naturales, el elenco de la serie dirigida por Magda González Grau logró "enganchar" a quienes, como yo, no apuestan muy a menudo por la televisión.
Ahora está al aire la segunda temporada: los chicos crecieron y, con ellos, sus problemáticas, las mismas que conforman el día a día de cualquier joven de Cuba y del mundo.
Los problemas de convivencia; las malditas drogas; el papel preponderante que muchos (padres e hijos) conceden a las cosas materiales; las carencias; la imposición de criterios; lo poco común, pero afortunado, de maestros como Amalia, que se entregan en cuerpo y alma a su profesión, y muchísimo más refleja esta excelente propuesta televisiva, pensada fundamentalmente para el público juvenil.
El capítulo más reciente (el número 10) ha provocado cuestionamientos y criterios diversos, sobre todo por el beso entre dos estudiantes del mismo sexo, quienes se confesaron atracción, pero, en mi criterio, eso no fue lo más importante.
En este se expuso, sin tapujos, la actitud de una madre que no ve en la formación académica el futuro de su hijo, sino en el trasiego de mercancías, con argumentos que, como confesó la propia profe Amalia, “...no dejan de tener razones".
El capítulo mostró la cara de una parte de los jóvenes de hoy (cifra nada despreciable) que hacen lo que sea necesario por acceder a las drogas, ejemplificado de manera coherente en el chico que, aunque dolido por la muerte de su hermano menor, decide vender sus ropas para comprar lo que, desafortunadamente, su organismo ya necesita.
También fueron puestos en pantalla en esta entrega la violencia contra un menor de edad por un padrastro inconsciente y abusivo que tiene sobre aquel la patria potestad, y otros delicados asuntos reales que están lacerando a esta sociedad.
Es cierto que las muestras de amor entre personas del mismo sexo no son comunes en la pantalla cubana, y menos desde productos de factura nacional, pero, ¿fue eso lo más preocupante tratado en el capítulo más reciente de Calendario?
En mi criterio, es este un SOS para una sociedad que va por un rumbo diferente al que desde niña escuché y en el que crecimos los de mi generación y muchos antes y después.
Mis respetos para el colectivo de Calendario y mi alerta para quienes tenemos que ver -y no solo mirar- los mensajes que en él se lanzan.
¿Y qué decir del maestro que pide la baja de educación por problemas que su salario no puede solventar? ¿Cuántos profesionales estamos ahora mismo en situación similar?
Hay mucho, pero mucho que decodificar en cada salida de Calendario para detenernos en un beso de amor entre iguales, aunque a muchos nos resulte difícil de asimilar.
A última de diez, cómo diría mi abuela, el amor no hace daño, pero lo otro sí.
Esto, solo refiriéndome al más
reciente capítulo, porque hay
mucha tela por dónde cortar en los anteriores.
(Digna Rosa Pérez Morejón)