En el Complejo Acuático Merliot, cada una de las cuatro cubanas que se
lanzó a la piscina parecía acumular la fuerza de sus compañeras.
Hacía menos de 12 horas que
habían ganado el título en el relevo del 4x100 metros libres y ya estaban de
nuevo en el borde de la alberca, centradas, serenas, cada una esperando su
turno para buscar otro sueño dorado.
¡Lo lograron! Hicieron realidad
la utopía, y todo un país las reverencia. Se llaman Lorena González (de Sancti
Spíritus), Andrea Becali, Laurent Estrada (Villa Clara) y Elisbet Gámez (Baracoa, Guantánamo), quienes le han dado a Cuba su cuarto título en San
Salvador.
Ellas son, ahora mismo, las mujeres doradas del deporte en la mayor isla de las Antillas.
Como mismo sucedió en la noche
del miércoles, las cubanas salieron de la piscina con récord para los Juegos
Centroamericanos y del Caribe y nueva cota nacional.
Ahora, su crono de 8:10.47 les sirvió para relegar con mucha mayor
comodidad a verdaderas potencias del área, como México (8:17.58) y Colombia
(8:22.58), en una final en la cual las cuatro muchachas se mostraron como
gigantes.
El primer tramo le tocó a Lorena,
con un gran remate en los últimos 100 metros, para entregarle segunda a Becali.
La capitalina mantuvo esa posición hasta los 300 metros, pero de ahí en
adelante Cuba nunca más abandonó el primer puesto.
La tercera en nadar fue Laurent,
reciente recordista nacional en 50 metros mariposa, quien soportó ahora el
asedio de unas rivales que no lograron sobrepasarla.
En el cierre llegó Elisbet, reina
de los 100, 200 y el relevo del 4x100 metros libres, plateada en 400 metros
libres, y con la vista ahora en una gloria cubana que vendría acompañada por su
quinta presea centrocaribeña.
De ahí en adelante, no hubo posibilidad más allá del éxito. En el borde
de la piscina, sus coequiperas lo intuían; desde muy cerca, Luisa María
Mojarrieta, artífice de estos éxitos, ya lo disfrutaba.
Es un oro soñado, pero nunca obra
de la casualidad. Durante meses, años, estas chicas se han encargado de pulir
su técnica, de moldear su fuerza, de alentar el espíritu. Unas veces en
soledad, sin apenas competencias internacionales; otras, venciendo un frío que
les cala los huesos y les afecta la preparación.
Y ahí están, con una cuarta
medalla de oro que confirma la mejor actuación de la natación cubana de los
últimos 25 años.
El país las aplaude y las admira, a las cinco. En San Salvador, han sido las salvadoras de un deporte que merece más alegrías como estas. (Redacción digital. Con información de Cubadebate. Fotos: Calixto N. Llanes)
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