Desde La Habana, una mirada al jazz

Desde La Habana, una mirada al jazz

Cuba se destaca hoy entre los centros jazzísticos de Latinoamérica, pero ¿dónde y cuándo fue que empezó todo?

Cuenta Leonardo Acosta, en su magnífico libro Un siglo de jazz en Cuba, que allá por la década de los años 50 del siglo XX, el centro del jazz en Cuba estaba en el famoso cabaret Tropicana, corazón de la vida nocturna habanera:

La trilogía Fox-Echemendía-Ardura hizo construir el salón Arcos de Cristal y remodeló y amplió el antiguo cabaret al aire libre, rebautizándolo con el nombre Bajo las Estrellas. Además, habilitaron un enorme salón de juegos en cuyos extremos había un largo bar y tras este una tarima en la que actuaban grupos pequeños, a veces de jazz. Al habilitarse dos enormes salones, uno al aire libre y otro cubierto, se abría la posibilidad de hacer funcionar dos cabarets al mismo tiempo, y los sábados se contrataban orquestas que tocaban bailables en el salón donde no se ofrecía el show. Mientras tanto, el casino funcionaba hasta altas horas de la madrugada, siempre que hubiera clientes jugando sumas importantes, y en el bar del casino se oían grupos como el de Felipe Dulzaides o intermisision pianists de la calidad de Frank Emilio Flink.

Pero hubo otro cambio apenas perceptible, que consistió en sustituir la segunda orquesta (dedicada solo a bailables) por uno de los popularísimos conjuntos surgidos en la década anterior, y que se mantenían en el favor del público…

En aquellos momentos se encontraba trabajando en Tropicana Armando Romeu con su banda, integrada por jazzistas excelentes y que ofrecía los más avanzados arreglos de jazz.

Guillermo Barreto, baterista de esa banda, organizó sesiones de jazz los domingos por la tarde.

Entre las prestigiosas personalidades internacionales del arte que pasaron por Tropicana, hubo importantes músicos que cultivaban el jazz, tales como Cab Calloway, Nat King Cole y su trío, Woody Herman, Billy Daniela y Helen Forrest, y una gran cantidad de jazzistas estrellas.

También visitaron La Habana en aquella época jazzistas de la talla de Benny Goodman, George Auld, Leen Hambro, Stam Getz y Max Roach, aunque algunos de estos músicos no pudieron acceder a Tropicana por la segregación racial que existía entonces. Benny Goodman sí pudo hacerlo y disfrutó de la banda de Romeu y de la batería de Barreto.

En esta “década prodigiosa” del jazz en Cuba, nos visitaron muchas jazz bands norteamericanas, en las cuales más de la mitad de los músicos eran cubanos, y muchos recibieron invitaciones y contratos para tocar fuera de la isla con agrupaciones de gran prestigio.

Los músicos norteamericanos eran de la opinión de que los jazzistas cubanos podían tocar jazz tan bien como cualquiera, pero que ellos mismos se subestimaban.

La entrada a las sesiones dominicales de jazz en Tropicana era libre, y no se ofrecían bebidas de ningún tipo.

Animaba esas descargas un grupo de jazzistas que formaban parte de las orquestas del cabaret, casi todos de la banda de Armando Romeu, que integraba un quinteto formado por el Negro Vivar (trompeta), Tata Palau (saxo tenor), Bebo Valdés (piano), Fernando Vivar (contrabajo) y Guillermo Barreto (batería).

A ellos se sumaban de manera aleatoria otros músicos del patio y también extranjeros, en especial norteamericanos.

Puede afirmarse que fue, en esas descargas, que tomó forma definitiva lo que luego recibiría el nombre de jazz latino o afrocubano, honor que siempre corresponderá a Tropicana, aunque con el tiempo otros centros nocturnos hayan pasado a ser recintos sagrados del jazz cubano. (Gina Picart Baluja)

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