La manzana que ocupa el hotel Tryp Habana Libre, enmarcada por las calles 23 y 25, L y M, en El Vedado, era, a fines de los años 40 del siglo pasado, un terreno yermo o casi.
En la esquina de 23 y M, se erigía la residencia de Carlos Manuel de Céspedes, expresidente de la República ―lo fue por 23 días― e hijo del Padre de la Patria. En la esquina de L y 25 se hallaba, a partir de 1939, la casa del doctor Kouri, cuya hija Ada, también médico, estaba casada con el doctor Raúl Roa. En la esquina opuesta, en 23 y L, existía un parque de diversiones con caballitos de verdad, los ponis. El niño se sentaba sobre el animal y un empleado de la instalación lo llevaba de la rienda. Por cinco centavos se daba la vuelta al terreno. También había ponis en el hueco de la esquina de 21 y G, en el espacio que ocupa el hermoso edificio proyectado por el arquitecto Rafael de Cárdenas, autor, asimismo, entre otras muchas obras, del centro comercial La Rampa, al comienzo de la calle 23, sede ahora de las compañías de aviación.
Por cierto, cuando se proyectaba la construcción del hotel, se imponía la adquisición de la casa de Céspedes para proceder a su demolición y aprovechar así el espacio que ocupaba. La viuda del expresidente dijo que no estaba interesada en vender y haciéndose de rogar, consiguió una oferta irresistible por su inmueble.
La casa de los Kouri, dice Raúl Roa hijo en su libro Memoria de dos mundos, “tenía una cúpula azul, un gran traspatio con árboles frutales y un baño pompeyano en el segundo piso”. El patio, precisa Roa, quedaba aproximadamente debajo de donde está el bar Las Cañitas del Habana Libre.
Eran tiempos en que la calle L se transitaba en ambos sentidos, y por la calle 17 los vehículos circulaban en dirección contraria a como lo hacen hoy. En donde se ubica la heladería Coppelia se emplazaba el hospital Mercedes, edificado en 1888; comenzó a demolerse en los años 50 y en 1957 sus áreas de consulta externa y de servicio y sus salas de hospitalización habían sido reubicadas en lo que sería el hospital Fajardo. Se planeó para ese espacio un hotel de más de 600 habitaciones, pero con la Revolución en el poder, se determinó emplazar allí un complejo recreativo, con restaurantes, bares, cafeterías y un cabaret que llevó el nombre de Nocturnal; la manzana rodeada toda de cañas bravas, proyecto que en definitiva dio paso a la heladería Coppelia, con 1 000 capacidades y cuyo proyecto es de una confrontación absoluta con su entorno. Abrió sus puertas en 1966 sin que mediara una inauguración oficial.
El 3 de marzo de 1946 se colocó la primera piedra del edificio Radio Centro, concluido dos años después, a un costo de más de tres millones de pesos. Es en ese momento que La Rampa comienza a ser La Rampa. Radio Centro, dice la arquitecta María Victoria Zardoya, “es el primer conjunto polifuncional que inició la vocación cultural-recreativa” de la zona. Antes, el 23 de diciembre de 1947 se inauguraba, como parte de ese conjunto, el teatro Warner ―1 650 lunetas― renombrado Radio Centro y Yara en la actualidad, bendecido esa misma tarde por monseñor Alfredo Müller, obispo de La Habana, y cuya apertura, con la presencia del doctor Ramón Grau San Martin, presidente de la República y la Primera Dama, constituyó un importante acontecimiento social.
El espacio contiguo al cine ―un parqueo― lo ocupaba la residencia del general Alberto Herrera, jefe del Ejército entre 1922 y 1933, y sustituto en la presidencia del dictador Gerardo Machado. Impuesto por el embajador norteamericano, solo permaneció unas pocas horas en el cargo: no lo quisieron los militares ni el pueblo.
Sigue, siempre por L, el edificio del Retiro Odontológico ―actual Facultad de Economía de la Universidad de La Habana― muy criticado en su momento (1953) por la monotonía de su solución y su carácter hermético que rechazaba el diálogo con el entorno, y que mereció, sin embargo, la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos. Es obra del arquitecto Antonio Quintana, autor asimismo del edificio del Seguro Médico ―actual Ministerio de Salud Pública, en 23 y N, galardonado con la misma medalla―. Estrecho colaborador de Celia Sánchez, Quintana es el arquitecto del Parque Lenin, la Casa de los Cosmonautas, de Varadero, y el Palacio de las Convenciones, entre otras obras.
El parqueo de la esquina de L y 21 lo ocupó la residencia del senador Rogerio Zayas Bazán, ministro de Gobernación en tiempos de Machado, ultimado a traición en el parquecito contiguo al desaparecido puente de Pote, a la entrada del reparto Miramar, por el también parlamentario Modesto Maidique el 14 de febrero de 1931.
Símbolo de la modernidad
El edificio Focsa es, al decir de especialistas, uno de los símbolos principales de la modernidad que caracterizó a La Habana en la década de los 50. Se le consideró una ciudad dentro de la ciudad, diseñado para que allí trabajaran y vivieran 5 000 personas, con un parqueo soterrado con capacidad para 500 vehículos, uno de sus principales aciertos. Inaugurado en 1956, se construyó en 28 meses. Su arquitecto, Ernesto Gómez Sampera, contaba entonces con 28 años de edad y tenía en su haber la construcción del Ministerio de Comunicaciones, llamado en ese tiempo Palacio de las Comunicaciones, como lo es en verdad.
Frente al Focsa, por M, donde hoy radica el restaurante El Conejito, estaba El Liro, una pollería célebre por sus ofertas de pollos y huevos. La cafetería de L y 21 se llamaba entonces Las Delicias de Medina, y La Roca, en M y 21, fue durante años el restaurante El Colonial. En K y 21 abrió sus puertas un llamado Restaurante Vienés, de cocina internacional, que es ahora el muy recomendable La Carreta, con sus excelentes mojitos y sus insuperables parrilladas del mar y de la tierra.
No había librería en L y 27, sino una cafetería con entrada por ambas calles, frecuentada por estudiantes universitarios, y Las Bulerías era el restaurante Mocambo. Enfrente, el hotel Colina, con sus 80 habitaciones. (Ciro Bianchi. Tomado de Cubadebate)