Cuando digo Coppelia no me refiero la pieza clásica que hemos visto y todos deseamos volver a ver, gracias al Ballet Nacional de Cuba Alicia Alonso, ni al loco doctor copelius, su personaje principal.
Valga la
aclaración, aunque, por razones del imaginario popular, cuando se dice Coppelia,
de San Antonio a Maisí todos sabemos que se trata de lo que una vez se llamó la
“catedral del helado en Cuba”.
Doy fe de que no
pocos forasteros probaron las maravillas que allí se hacían y regresaron a sus
países con el mejor recuerdo.
Coopelia vuelve
por sus fueros, en lo que sería ya su
cuarta temporada, desde que abrió sus puertas el 4 de junio de 1966,
gracias a Celia Sánchez Manduley,
alguien que sigue siendo ejemplo de lo que ahora muchos conocen como
emprendimiento.
Coopelia vuelve
por sus fueros, con 59 años en sus cimientos, con algunos períodos de cierres,
reparaciones, remodelaciones, reactivaciones, mejoras...más o menos visibles, y
con mucha fama, no siempre venturosa.
Es demasiado el rol
protagónico que ha tenido esa heladería en el ambiente social y geográfico de
esta Habana nuestra de cada día, cuestiones que la ponen en la mira de todos y
hará más arduo el camino que tendrá que recorrer para ganarse otra vez el
título de “catedral del helado”.
Son tiempos
difíciles, de dificultades económicas, de inestabilidad en los suministros, de
limitaciones en las ofertas y aunque vale... ¡claro que vale la remodelación! y
lo que eso significa en momentos de estrecheces!... La reactivación de redes hidráulicas y eléctricas, áreas recién
pintadas y toldos nuevos... pero importa, y más, el llamado sentido de pertenencia
de sus trabajadores, traducido sobre todo en el trato eficiente y eficaz para
con el cliente, un ámbito no siempre felizmente conseguido.
Coppelia vuelve
por sus fueros, y tal vez sea la imagen el ámbito que más va tener que
potenciar. No me refiero a su arquitectura, que me parece original y bien
encajada en el entorno, sino a la representación en tanto la perspicacia que
muchos tenemos y que ahora mismo en las redes anda rebotando, con malas
experiencia y sinsabores, palabra
esta que para una heladería suena terrible.
El florecimiento de la heladería más famosa de Cuba dependerá, y mucho, de la constancia con que sus trabajadores y, sobre todo sus directivos, pongan a examen los modos y los empeños para hacer feliz a su clientela, algo de lo que está urgida esta Habana que amamos y padecemos.
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