Con destacada actuación en la primera mitad de la fase clasificatoria, el equipo de La Habana mantiene vivas sus aspiraciones de avanzar a las semifinales de la VIII Serie Nacional de Beisbol Sub-23, aunque ello exige mejorar la defensa y otros aspectos.
Bajo la dirección
de Saúl Ballester, los capitalinos presentaron balance de seis victorias y tres
derrotas, saldo que los mantiene en la pugna por el único boleto semifinalista
del grupo A.
En ese trayecto,
vencieron 2-1 a Pinar del Río en el parque Capitán San Luis, de la más
occidental de las provincias cubanas; barrieron 3-0 a Artemisa en el estadio Latinoamericano, del habanero municipio de Cerro, y cedieron 1-2 ante
La Isla, como visitantes en el “Cristóbal Labra”.
Campeones de la
segunda edición del certamen (2015), los de la principal urbe cubana han
mostrado una ofensiva efectiva, con promedio colectivo de .300, por encima de
la media del torneo.
En contraste, la
defensa ha sido su punto flaco: cometieron 12 errores en sus primeras tres
subseries, para un deficiente .953 de
fildeo.
Esas pifias
derivaron en 11 carreras rivales, algunas decisivas en el resultado de los
encuentros.
Carlos Nieto fue
el líder ofensivo del conjunto azul, al encabezar varios departamentos dentro
del grupo: carreras anotadas (OBP .625), dobles (3), jonrones (2), boletos
(10), impulsadas del empate o la ventaja (3) y coliderato en empujadas (7).
También fue
segundo en average (.429), imparables (9) y bases robadas (2).
Dairon Miranda
(.370 y 7 impulsadas), Roclan Caballero (.471), Brian Garzón (.435) y Yasser
Mesa (.348 y 7 remolques) fueron piezas clave en la producción ofensiva del
equipo.
Desde la lomita, el rendimiento fue aún más sobresaliente.
La escuadra
habanera exhibe un promedio de carreras limpias de 2.64, cuarto entre los 16 conjuntos participantes. Se destacaron los
abridores Lee Andy Plumas (2-0, 0.82 PCL, 12 ponches) y Misael Fonseca (1-0,
1.00 PCL), además del cerrador Fher Cejas, quien trabajó seis entradas
inmaculadas, con 11 ponches y cuatro salvamentos, cifra que lo coloca como
colíder del campeonato.
A pesar de su
corta extensión —solo 18 juegos en la fase regular—, este torneo representa un
peldaño vital en el desarrollo de los jóvenes peloteros. Muchos de ellos
exhiben condiciones prometedoras, pero necesitan mayor volumen de juego para
afinar herramientas y madurar en el aspecto técnico-táctico.
Con medio
calendario ya recorrido, el elenco de La Habana deberá consolidar su defensa, sin perder efectividad en el ataque ni
consistencia en el pitcheo, si quiere volver a saborear el rol protagónico en
este importante semillero del béisbol cubano. (Redacción Digital, con
información y foto de Tribuna de La Habana)
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