Los valores aprendidos en casa acompañaron y se revalorizaron durante la intensa vida revolucionaria de Juan Manuel Márquez Rodríguez, el segundo jefe en la expedición del yate Granma.
Nació el 3 de julio de 1915 en el seno de una
familia integrada por una maestra y un torcedor de tabaco; su madre, Juana
María, impartía clases en la única aula de primaria que había en el poblado de
Santa Fe, en el oeste de La Habana. Ella lo formó intelectualmente y le
inculcó hábitos de lectura, mientras el padre, Julián, lo introdujo en un
ambiente obrero de relaciones humanas y sociales.
Con solo 16 años, se incorpora al movimiento
insurgente contra la tiranía de Gerardo Machado y si bien fracasan los
objetivos propuestos, en él se reafirma la convicción de la necesidad de un
cambio en la realidad política del país.
A finales de 1931, funda y dirige el periódico
Radical, publicación que tiene una vida efímera, porque lo ocupó la policía,
sin embargo, marcó su vida posterior, en tanto que adoptó el periodismo para
luchar contra la injusticia.
Por sus labores conspirativas, el 8 de abril de
1932, lo detienen y encarcelan en el mal llamado Presidio Modelo de Isla de
Pinos y se convierte en el más joven de todos los presos políticos.
Conocedor de la importancia de la prensa, crea otro
periódico: Catapulta, en el cual expone y transmite su pensamiento político. En
el primer número, en noviembre de 1933, escribe: “No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización
del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha, a no
ser que la esterilidad de la misma nos demuestre la necesidad de medios de
acción más radicales”.
Y brilla en el semanario El Sol, pues en ese periódico marianense, el 14 de
abril de 1934, publica un artículo titulado Banderas a media asta, el cual refleja con madurez la situación
de Cuba, al afirmar que de ser colonia española pasó a ser una factoría de los
intereses económicos estadounidenses.
Antes de cumplir los 20 años, comprende que la justicia
social y la verdadera democracia solo se alcanzarán con la toma del poder. Esas
definiciones determinan su incorporación al Ala Izquierda Estudiantil.
Una muestra de ese pensamiento está presente en un material difundido en “ El
Sol”, el 6 de 1934, al precisar: “En esta
época de confusionismo revolucionario donde es difícil delinear el campo
ideológico de los hombres que en algún sentido se enrolan en esta encrespada
ola de las pasiones políticas y donde el antecedente histórico de los
individuos que tuvieron una actuación inmaculada y se enfrentaron contra aquel
régimen que se manifestaba antagónico con respecto a los más elementales
principios de la civilización y el derecho constituye una pieza de convicción y
es prueba fehaciente para decidir sobre la suerte y vida de los hombres”.
Las calles y los barrios de Marianao guardan
innumerables recuerdos y anécdotas de su batallar, gracias a las que es
reconocido como patriota insigne de ese territorio, aunque su obra trasciende
los límites locales y alcanza dimensión nacional en la lucha contra la tiranía
batistiana y por la liberación nacional.
Su historial de luchador honesto y activo lo
convierten en líder de la minoría oposicionista de la Cámara Municipal y basado
en sus propuestas se declara Monumento Histórico Municipal la Fuente de los
Pocitos y se acuerda colocar una tarja en las calles 130 y 49 (en aquel
entonces llamadas Luisa Quijano y Martí), para honrar la audaz acción que el 28
de julio de 1897 libraron las tropas del Ejército Libertador.
Nunca faltaron los intentos de neutralizarlo
mediante sobornos o amenazas y él, inclaudicable, no los admitió ni se
amedrentó. Como reafirmó en múltiples ocasiones, no aceptaba aprobar documentos
o propuestas que “constituían una manifiesta agresión a los sagrados intereses
de Marianao y del pueblo que representamos”.
En la búsqueda de métodos más radicales, Márquez
apoya los planes del movimiento nacional revolucionario, liderado por el
profesor Rafael García Bárcena, para atacar y tomar la mayor fortaleza militar
de Cuba, el campamento de Columbia.
La acción estaba prevista para el domingo 5 de abril
de 1953 y desde el día anterior, Juan Manuel instruyó a 250 combatientes
situados en distintos lugares del municipio. Todos en espera de la orden para
entrar en acción, pero los planes fallaron.
El 12 de junio de 1953 ratifica su decisión de
acudir a la lucha armada para enfrentar a la dictadura militar y a partir de
los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, los esbirros de
Fulgencio Batista protagonizan una verdadera cacería humana por tal de
capturarlo, pese a que no estuvo entre aquellos asaltantes.
Su casa es allanada muchas veces, sin que esto
limitara sus actividades conspirativas, porque para él: "la revolución era ya la única alternativa para conquistar la
libertad".
Después de casi dos años de cárcel, la presión
popular logra la excarcelación de Fidel Castro y el resto de los
moncadistas en mayo de 1955 y el 5 de junio, Juan Manuel Márquez resulta
apresado por los sicarios del régimen que le propinan una brutal golpiza. Como
consecuencia de las lesiones, es ingresado en la clínica Santa Emilia.
Desde el diario
La Calle, Fidel denuncia el atropello: “Me duele en la propia carne los golpes que le dieron a Juan Manuel
Márquez, porque como dijo Martí: en la mejilla de todo hombre honrado se ha de
sentir la bofetada que recibe cualquier mejilla de hombre”.
Fidel lo visita en el hospital. Cuentan testigos que
después de condenar el hecho e intercambiar impresiones con los presentes,
pidió que le dejaran hablar a solas con Juan Manuel. Pleno fue el entendimiento
entre los dos revolucionarios. Tanto, que el 12 de junio, al crearse la
“Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio”, a Juan Manuel
Márquez lo nombran como segundo jefe de la organización.
El 2 de diciembre de 1956, el yate Granma llega a
Cuba. Los 82 expedicionarios, exhaustos por la larga travesía y el mal tiempo,
enfrentan las dificultades del desembarco en una zona de pantanos y manglares y
a las fuerzas del Ejército que los sorprende y los dispersa. Resulta muy
difícil la marcha para llegar a tierra firme. Al hacerse el recuento del
personal, faltan Juan Manuel y otros siete revolucionarios. Ellos se reúnen con
el resto de la expedición dos días después.
Luego de disparar todas sus balas para cubrir la
retirada de sus compañeros, el segundo al mando del Granma deambula por
inhóspitos parajes acosado por el hambre y la sed y no logra hallar el camino
hacia la Sierra Maestra. Perseguido por la soldadesca batistiana, es capturado
y asesinado el 15 de diciembre de 1956.
El líder histórico de la Revolución cubana, en una
entrevista concedida en ocasión del aniversario 40 del desembarco del Granma,
recordó a quien fuera su segundo en la expedición: “Juan Manuel Márquez era un
muchacho muy bueno, era del partido Ortodoxo, de las figuras jóvenes, un orador
brillante, y como cuando nosotros salimos de las prisiones teníamos la idea de
ampliar el movimiento con nuevas figuras, reunimos a los que habíamos estado en
el 26 de julio con algunas otras organizaciones -así algunos compañeros se
unieron en ese equipo-, y para nosotros era muy importante contar con una
figura joven, del prestigio de Juan Manuel. Entonces, hablamos con él, lo
captamos, y lo ganamos, pero de una manera decidida. […]” (Tomado de la ACN. Imagen: Portal del Ciudadano de Holguín)
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