Crónica a los de atrás

SILVIO RODRIGUEZ

Dice un refrán que no corren mucho los de adelante si los de atrás lo hacen bien, y cada día esta sabia reflexión popular se abre camino en todas las esferas de la vida.

Vicente Fernández canta en su emblemática canción “El Rey”:

También me dijo un arriero

Que no hay que llegar primero

Pero hay que saber llegar.

Aquí viene la reflexión, es un problema de lugar o de pasión estar físicamente en la avanzada o más atrás, dígase en el deporte, la cultura, o cualquier otra esfera.

Si dudas, a nadie le gusta sentirse relegado o ubicado entre los de atrás.

Pero una pregunta, ¿caben todos en la delantera? La respuesta es obvia, aun así hay casos que te llevan a disfrutar de tu lugar, no importa cuál sea.   

Tómese el concierto de Silvio Rodríguez en la escalinata de la Universidad de La Habana el pasado 19 de septiembre, hubo muchos elegidos para la delantera, otros quedaron para el medio o en lo alto de ese histórico paso de estudiantes universitarios.    

Los de adelante mostraron su entusiasmo tal como se aprecia en los videos o en los medios de comunicación; y los de atrás, si bien no pudieron ver la cara del trovador y su grupo acompañante, no les quedó de otra que escucharlos, pero disfrutar de cada canción con la misma o mayor pasión, “eso nunca se sabe”, perdón Silvio por tomar prestado parte de tu “Canción del elegido.”

Los que en lo alto estaban no les interesaba la cámara para reír, sonreír, cantar cada canción – o por lo menos las estrofas que se sabían, y hasta medio bailar y al final del concierto también decir “Gracias Silvio.”

Los de allá atrás igualmente se apasionaban, tanto que se escuchó decir a uno de los asistentes al concierto, “no fuimos de la delantera pero formamos un grupo ardiente”, y no importaba la amistad que podría tenerse, fuera esta la primera vez o quizás jamás se vuelvan a ver, eso no importaba, la razón fue, no solo ser testigo de un concierto irrepetible, sino de haber disfrutado de un entrega musical de altura estética, respetuosa, comprometida y mucho optimismo ante las ferocidades del momento.       

En otro concierto, este en solidaridad con Venezuela desde Casa de las Américas frente a las amenazas de intervención militar, los de atrás tampoco llegan a ver los rostros de los artistas, los trovadores Raúl Torres y Fidel Díaz Castro, este último acompañado por el laudista Erdwin Vichot Blanco, a quien se le llama el Jimmy Hendrix del laúd.

Y eso tampoco fue impedimenta para el disfrute, quizás hasta mayor, porque ellos, los de atrás, eran solo oídos para con las interpretaciones, sin que el canal visual interfiriera, como sucede mayormente por ley natural para los videntes.

Y es que en los espectáculos artísticos, los privilegiados con asiento en la delantera, ganan en visión a la vez que les llega la entrega según sea el género, pero no nos llamemos a engaño si los de atrás disfrutan tanto o más cada actuación, que no quepa dudas, son sinceros cuando cantan por pasión y no para que los vean en cámaras.

Y son muchos los artistas que al final de sus espectáculos saludan al público de atrás seguros de su sinceridad, tal como lo hizo Silvio Rodríguez Domínguez en el concierto en la escalinata de la Universidad de La Habana el pasado 19 de septiembre, que dio inicio a la gira por Latinoamérica, ya exitoso en su presentaciones en Chile y Argentina, donde los de atrás le aplauden con igual o mayor efusión que los que reservaron lunetas se primera clase.

Cabe aquí el acertijo que reza: entre más cerca, más lejos. 

Es que atrás se vive el concierto con apasionamiento, esa misma viven los de allá, “donde las aguas son más salobres”, como dice José Martí en su poema “Los zapaticos de rosa”, su gran verso, que de sencillo no tiene nada.

Juan Carlos Domínguez Taño

SST 

Foto tomada de Internet

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