Nubia Díaz Agüero es de las mujeres que pone en alto el valor de un sector tan demandado en Cuba, como el hidráulico.
Ella asume hoy la jefatura del Departamento de Control Interno de la Empresa Aguas de La Habana, donde vela por el cumplimiento de las regulaciones vigentes en el país y en la entidad.
Para ello, comentó que se dedica a la planificación, fiscalización, control y optimización de los recursos y medios de trabajo para garantizar mayor eficiencia, sin desvíos ni actos de corrupción.
Es una tarea ardua, difícil, de detalle y que no admite cansancio
porque el control es la base del funcionamiento y desempeño de la empresa, subrayó.
Aunque es graduada de la carrera
de Economía, su paso por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en 1997
en la Dirección de Auditoría le permitió formarse para el cargo que en estos
momentos ocupa.
Para Díaz Agüero, desde 2005
Aguas de La Habana se ha convertido en una familia de la cual se siente
orgullosa porque “allí todos los
trabajadores laboran con un alto sentido de pertenencia, a veces sin descanso,
y cumplen las tareas por muy difíciles que sean”.
Dentro de esa entidad, la jefa de Control Interno ha asumido responsabilidades importantes, en la misión de llevar el servicio de agua a zonas complejas de la ciudad.
En 2019, estuve en el municipio de La Habana Vieja, uno de los más
afectados en la urbe con el abasto del preciado líquido, y en esa labor me
correspondía interactuar directamente con la población. Es una experiencia
enriquecedora y gratificante, que requiere de sensibilidad, dijo.
La primera cualidad de un
servidor público debe ser la empatía: si el funcionario no es empático, es más
difícil que proporcione una respuesta correcta a las problemáticas de la
población, a la cual se debe escuchar, y uno situarse en su lugar, para que se
sienta satisfecha y atendida, insistió.
Ante la pregunta de si se confía
o no en las mujeres del sector hidráulico para ocupar cargos de dirección, los
datos que Díaz Agüero ofreció sobre su empresa hablan por sí solos: en el
consejo de dirección, son alrededor de siete mujeres, quienes, sin importar
horarios, días de lluvia ni otras circunstancias, jamás abandonan sus puestos
de trabajo.
Hay directivas admirables en
Aguas de La Habana, quienes laboran constantemente, como son las jefas territoriales,
la subdirectora de Acueductos, la de Operaciones, otras a pie de obra, quienes
cargan sobre sus hombros una gran responsabilidad, añadió.
Sororidad podría decirse que es
la palabra que reina en su Departamento de Control Interno, donde cinco
mujeres, en su mayoría madres solteras, se apoyan unas a otras, mientras se
desenvuelven en sus especialidades.
Esas féminas a las que aludió Díaz
Agüero son las mismas que, en medio de la pandemia de COVID-19, no tuvieron
descanso.
Cuando se detectaron los primeros
casos de la COVID-19 en Cuba, el 11 de marzo de 2020, me encontraba trabajando
en el municipio de Centro Habana, otro territorio complicado, y allí pude
constatar el compromiso y la solidaridad de cada uno de los implicados en ese
trabajo, evocó.
Señaló que las labores nunca se
detuvieron, pues a la población se le siguió suministrando agua, se intensificó
la detección y reparación de salideros, la eliminación de vertimientos
albañales y continuó la rutina, como si no existiera la pandemia.
Con las medidas de protección, se
atendió a los hospitales y a los centros de aislamiento, sitios donde no se
reportaron incidencias en el abasto, agregó Díaz Agüero.
Entre horas extras, sin descanso
y con el peligro añadido de convivir con su madre de 80 años (a la cual podía
contagiar), se ha mantenido en pie esta “guerrera” del sector hidráulico.
Si tengo que extenderme en mi
horario laboral, llamo a mi madre, y ella siempre me entiende y me apoya; por
eso le estoy agradecida, subrayó.
Para Nubia Díaz Agüero, haber
pertenecido a un organismo sexagenario, como el Instituto Nacional de Recursos
Hidráulicos, más que un orgullo, se ha convertido en un reto, como parte de los
trabajadores de ese sector en Cuba.
Ahora corresponde ser más exigentes que nunca para prevenir ilegalidades en el propio colectivo de trabajo, las cuales luego repercuten no solo moralmente, sino también en quienes serán los verdaderos destinatarios, como las escuelas, los círculos infantiles y los barrios en procesos de transformación, aseveró. (Redacción digital. Con información de la ACN. Foto: Granma)
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