Especialistas de salud e investigadores cubanos abogaron en La
Habana por mayor promoción de la vejez desde edades tempranas y una visión
integral de la asistencia médica, al ser las personas mayores quienes más
utilizan los sistemas sanitarios y requieren de los servicios de cuidados.
Cuba se encuentra entre los 10 países más envejecidos de la
región de las Américas, con marcada tendencia al decrecimiento de su población,
por lo que se espera para 2025 una cifra de habitantes menor a los 11 millones,
precisó Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la Oficina Nacional de
Estadística e Información.
Durante la Reunión metodológica nacional de adulto mayor,
discapacidad y trabajo social, que del 23 al 27 de enero se desarrolla en la Facultad de Derecho de la Universidad de
La Habana, Alfonso Fraga expresó que el envejecimiento demográfico presenta
una componente femenina mayoritaria, al tener las mujeres una esperanza de vida
mayor que los hombres.
Con relación a los cuidados dijo que constituye una función
social que incluye tanto la promoción de la autonomía personal como la atención
y asistencia a las personas dependientes.
Instó a fomentar la incorporación de las mujeres al empleo,
tomar en cuenta el desarrollo de servicios de apoyo al hogar y de cuidado para
facilitar la conciliación entre trabajo remunerado y no remunerado, además de
vincular al adulto mayor a la participación social como un sujeto de derecho y
no un objeto de atención.
Al referirse al envejecimiento en las Américas, el doctor
Enrique Vega García, asesor regional de la Organización Mundial de la
Salud/Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), señaló que la esperanza
de vida ha incrementado de manera sustancial en el territorio, el cual envejece
20 años más rápido que el resto del mundo.
Detalló que existe una transición epidemiológica acelerada
que se traduce en un cambio de enfermedades infecciosas a enfermedades crónicas
no transmisibles, la carga de padecimientos recae en los mayores de 50 años y
la discapacidad, en vez de la mortalidad, constituye el principal efecto de esa
transición.
Los sistemas de salud están muy enfocados en salvar vidas,
pero sobrevivir no es suficiente, hay que ir más allá y no solo aumentar la
esperanza de vida, sino la esperanza de vida saludable, insistió.
Existen alrededor de 10 años de diferencia entre una y otra,
afirmó Vega García, pues los países que han aumentado su esperanza de vida
incrementaron también la brecha y las personas viven más, pero con enfermedades
o alguna discapacidad, lo cual constituye un reto para la salud pública.
El asesor regional de OMS/OPS apuntó que en 40 años se
duplicará la cantidad de personas que requieren cuidados y el 80 por ciento
serán personas mayores, por lo que una posible solución se encuentra en
aumentar la capacidad de la familia y mejorar la calidad de vida.
Los especialistas del Ministerio de Salud Pública presentes
en la reunión metodológica coincidieron en que es preciso cambiar la forma de
pensar, sentir y actuar respecto a la evaluación y tratamiento del adulto mayor
para evitar la discriminación por edad. (ACN)