La Habana: peculiar historia en la Finca de los Espiritistas (+ fotos)


Las primeras referencias conocidas sobre el espiritismo en Cuba se remontan a 1857, cuando aparecen los núcleos iniciales en las ciudades de La Habana, Sagua La Grande, Colón, Matanzas, Sancti Spíritus, Manzanillo, Caibarién y Santiago de Cuba.

En La Habana, en el pueblo de Santa María del Rosario, hay un enclave, en particular, del que no se tiene mucha noticia. Es la llamada Finca de los Espiritistas y tiene una historia atrayente.

El espacio de tan singular nombre se encuentra ubicado en un lugar llamado San Pedro, perteneciente el Consejo Popular No. 6, Alberro, en el barrio Grillo, del municipio de Cotorro.

Allí radica uno de los más importantes grupos espíritas de Cuba, al que sus miembros dieron el nombre de Asociación Espírita Eulogio, en honor al famoso médium cubano Eulogio Prieto, su mentor y guía espiritual, ya desencarnado. Este grupo tiene su sede principal en el municipio de Plaza de la Revolución.

La finca no siempre fue lo que es hoy. Surgió como lugar de cultivo de viandas y hortalizas. Pertenecía a una familia cuyos nueve herederos accedieron a la solicitud de los espíritas, y en 1941 les vendieron la propiedad de una caballería (13,42 hectáreas) de terreno. La compra fue financiada con lo que cada miembro aportó, de acuerdo con sus posibilidades económicas.

Foto: Ecured.

Además de disponer de un recoleto lugar de reunión para sus prácticas rituales, el grupo Eulogio deseaba contar con un sitio de paz, descanso y retiro, para lo cual esa propiedad presenta condiciones naturales muy favorables, ya que cuenta con un páramo con arboleda antigua, carecía en ese entonces de caminos que condujeran a ella, y para abasto de agua contaba únicamente con un pozo, ya que no poseía instalaciones eléctricas. La propiedad incluía, asimismo, un bohío de tipo clásico muy apropiado para las actividades del culto.

Desde el momento mismo en que la finca pasó al grupo, sus miembros comenzaron a construir unas 10 casas, que luego habitaron con carácter privado. Desde entonces, los vecinos de la localidad han sido testigos de su forma de vida en comunidad, sencilla y desinteresada.

La finca consta de un camino perimetral y otros siete caminos interiores que llevan los nombres de los siete guías espirituales del grupo. Son ellos Eulogio, Guanahare, Amalia, Guara, Yuguaría, Jacinto y Macorito. Todos estos senderos desembocan en una glorieta que marca el punto central de la propiedad.

Un curioso detalle en la historia de esta finca es que, en algún momento, y durante un tiempo en la glorieta, funcionó una escuela que acogía a los niños residentes en la propiedad, cuyas familias no abonaban nada por este servicio comunitario. La maestra, señora Alejandrina Penabat, figura como coautora, junto con el Dr. Fernando Rodríguez Sosa, del libro Historia de la educación en Cuba.

Además de comunicarse con espíritus guías o seres desencarnados, pero que tienen la misión de trabajar junto con los humanos vivos por el desarrollo y evolución espiritual de la Humanidad, el grupo Eulogio posee ideas sobre otros muchos aspectos de la sociedad y de la vida en el planeta.

Sus miembros aspiran a la formación de un Gobierno Mundial en un clima de Paz Universal, desean la eliminación de las fronteras nacionales y la división entre los hombres. Consideran debe existir una moneda de cambio única y un idioma universal que facilite el entendimiento entre todos, así como también la unidad de ideales y propósitos.

Puede parecer un plan teñido de idealismo de buena voluntad, pero coincide con las aspiraciones de otras formaciones humanas, como los ambientalistas, por ejemplo. Los espiritistas de todo el mundo son amantes de la naturaleza, cuidan y protegen los animales y el medio ambiente en general.

La larga permanencia del grupo en la finca ha tenido algunas consecuencias, como la modificación de la flora original del lugar, ya que ellos han favorecido el cultivo de plantas que se relacionan directamente con sus necesidades prácticas y espirituales de sus miembros, por lo que se encuentran hoy especies que coadyuvan a la tranquilidad, la meditación y la armonía, junto a otras necesarias para la vida cotidiana, como pueden ser plantas medicinales y útiles con fines culinarios, lo que ayuda al desarrollo autosostenible de la vida en la propiedad.

También hay árboles endémicos y exóticos; algunos son maderables, como caobas, baobabs, cedros, el Árbol de la miel, palmera fósil, palmera del Nilo, yamagua y majaguas, entre otros, y unos 20 árboles de mururo rojo, a los que el grupo supone propiedades especiales, capaces de mantener el campo astral del lugar libre de energías y vibraciones perturbadoras. No hay ceibas ni almendros, por ser estos considerados árboles incompatibles con la armonía energética.

Entre las especies propiamente frutales, se encuentran chirimoyas, guayabas, mangos, mamey colorado, mamey de Santo Domingo, mamey amarillo, zapote, naranjos, cocos, guanábanas, anón, mamoncillo chino, fruta bomba, litchi y cidra.

Algunas especies están consideradas recursos naturales que favorecen la investigación científica, por lo que el bosque que rodea el lugar se considera un área protegida de conservación, entre otras razones porque su colección de palmas es única en Cuba.

También están presentes en la finca, en todo su esplendor, plantas ornamentales y flores, tan necesarias en los ritos y celebraciones de cualquier clase de religión, pero mucho más en el espiritismo, pues este no sacrifica animales y sus ofrendas a los espíritus son en su mayoría florales.

Hay orquídeas, violetas, la humilde -pero muy necesaria- manzanilla, orégano francés, buganvilias, platanillo de Cuba, lengua de vaca, curujey, cordobán, belladona y otras.

En la finca se ha localizado, además, un corredor natural de aves migratorias, entre las que se encuentran zunzunes, cartacubas, totíes, arrieros, azulejos, carpinteros y tomeguines.

La propiedad consta de un extraño Monumento a la Universalidad.

No es fácil describirlo, pero parece una extraña columna que termina en su extremo superior en una esfera; el cuerpo, labrado en granito o mármol oscuro, presenta seis u ocho caras lisas. En cada una de sus caras hay una tarja empotrada con frases de cada uno de los guías espirituales del grupo Eulogio.

Foto: Cubarte.

A pesar de la tensión que predominó durante las primeras décadas del proceso revolucionario entre el Gobierno y las iglesias, sectas y fraternidades secretas, como la masonería, por solo citar un ejemplo, los miembros del grupo Eulogio siempre dieron pruebas de su buena voluntad hacia la nueva gobernación del país, y la hicieron patente a través de la donación de unos 500 metros de terreno de la propiedad para la construcción de una escuela nueva, otros 500 metros para la construcción de una posta médica que incluye viviendas para el médico de la familia y su enfermera, y una franja de terreno de 6 metros de ancho a lo largo de tres de los lados de la finca para uso público.

Los habitantes de la finca de los espiritistas mantienen buenas relaciones con el resto de la comunidad, pero, por su propia naturaleza, constituyen un grupo cerrado, cuyo aislamiento y reserva estimula la curiosidad y ha dado lugar al surgimiento de varias leyendas en torno al lugar y lo que ocurre allí.

Por su condición de representantes de la tan difundida creencia espírita en Cuba, el grupo constituye objeto de interés para los estudios antropológicos, por ser una comunicad cultural hermética.

Como grupo espírita, se inscriben dentro del espiritismo científico, puesto que ellos declaran realizar estudios parapsicológicos que los colocan dentro de esa categoría, y entre sus miembros abundan quienes poseen una alta preparación (maestros, escritores, técnicos, etc.).

Otro aspecto que despierta el interés de los especialistas sobre el grupo es que, con excepción del espíritu al que llaman Musulungo, de origen africano, el resto de los guías desencarnados son cubanos o de procedencia caribeña, y en el caso de Eulogio Prieto, se sabe que fue un hombre de carne y hueso, cuya existencia real está documentada, un iniciado en la regla africana del Palo Monte que dominaba y practicaba también la variante llamada espiritismo cruzado.

Para pertenecer al grupo Eulogio y habitar en la finca existen requisitos muy rígidos. Hay que pertenecer al grupo y ser autorizado por este para edificar vivienda allí, y quien reciba el permiso y construya contrae la obligación insoslayable de velar por la preservación del lugar y de su inmueble. También hay que aceptar el compromiso de no ceder ni prestar la vivienda a personas ajenas al grupo, pese a lo cual en estos momentos aparece en Internet una oferta de permuta en una vivienda biplanta construida dentro de la heredad.

No me extraña que la población cercana a la finca fabule alrededor de lo que ocurre en esa propiedad, y crea que los espíritus la rondan y es un lugar “embrujado”.

Cuando yo era muy pequeña, mi familia poseía una finquita en San Pedro, ignoro si cerca o lejos de la finca de los espiritistas, que jamás oí mencionar en mi entorno.

Era un chalet de madera blanca de dos plantas, estilo Luisiana, precioso y muy confortable, rodeado de una vasta huerta de árboles frutales, tras la que corría un arroyuelo rumoroso. A la entrada, cerca del soportal, había un pozo. Mi parentela iba allí casi todos los domingos a hacer parrilladas y compartir el día juntos. Eran excursiones maravillosas que comenzaban desde el amanecer, cuando todos los carros de la familia se ponían en marcha, y terminaban con la misma caravana regresando a media noche por una carretera a cuya vera se podían contemplar las llamas infernales de la refinería y, como lluvia de estrellitas minúsculas, los racimos de luces de la ciudad, mientras por la ventanilla contraria se percibían inquietantes masas de una impenetrable oscuridad tras las que, me decían mis mayores, empezaba el mar.

Luego de muchos años en que dejé de saber de nuestra finca, alguien me dijo que estaba abandonada desde hacía tiempo porque nadie quería vivir allí. Sorprendida, porque el lugar no solo es muy hermoso, sino con muchas posibilidades para sembrar todo tipo de plantas comestibles y también criar algún ganado menor, pregunté por qué.

“Dicen que está llena de fantasmas y que de noche se les ve caminar por la propiedad y asomarse a las ventanas de la casa”, fue la respuesta.

Si una simple casa de familia sin dueño es capaz de infundir tal temor, qué espantos no creerán ver los vecinos en la finca de los espiritistas y sus alrededores, y no faltarán quienes juren haber sido perseguidos en la noche por algún ser del más allá para encargarle algún mensaje. Porque si algo no solo nunca ha faltado, sino siempre sobrado en los campos de Cuba, es la cercanía de lo sobrenatural. (Gina Picart Baluja. Imagen de portada: Ecured)

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