En los predios de la
Escuela Latinoamericana de Medicina (Elam), de La Habana, cientos de proyectos
han encontrado el lugar adecuado para ser posibles.
La presencia de jóvenes
de todas las latitudes, incluso de los Estados Unidos de América, demuestra que un mundo mejor es posible,
como señaló Fidel Castro.
El líder histórico de la
Revolución concibió y materializó la idea de crear un centro de estudios para
formar galenos de todos los países, ante las urgencias y los retos que impone
un mundo globalizado, ante la voracidad imperialista y las consecuencias de las
guerras y enfermedades para la supervivencia de la especie humana.
Esta importante escuela fue creada por orientación de Fidel, ante el
desastre provocado por los huracanes Mitch y George en 1998, que afectó a los
países centroamericanos y caribeños, donde ocasionó la pérdida irreparable de
miles de vidas.
La respuesta cubana, entonces,
fue concebir un Programa Integral de Salud: proyecto de cooperación que
conllevó al envío de brigadas compuestas por médicos, enfermeros y otros
trabajadores de la salud a los lugares más afectados y apartados de esos territorios.
Es precisamente en ese
contexto que el Gobierno de Cuba apoyó la creación de la Elam, para formar
gratuitamente como médicos a miles de jóvenes, estudiantes que, en su mayoría,
provienen de familias humildes, de bajos recursos y de lugares apartados;
representados en más de 100 grupos étnicos.
En esta diversidad radica la fortaleza de la unidad cultural de este
hermoso proyecto que hizo realidad los sueños de miles de personas atendidas
por los egresados de la Elam, procedentes de todos los puntos cardinales del
planeta.
Nuestro homenaje, este 3 de diciembre, Día de la Medicina Latinoamericana, fecha especial establecida en evocación del natalicio (en 1833) del sabio cubano Carlos Juan Finlay y Barrés, quien descubrió del agente transmisor de la fiebre amarilla. (Redacción digital. Con información de Tribuna de La Habana)