
Nada mejor que las páginas de un libro para experimentar las más diversas emociones y crecer, en el sentido espiritual de la palabra, como seres humanos.
Para el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, esos
tesoros que llegan en cuartillas con letras impresas, que perpetúan historias
de todos los tamaños y latitudes y son portadores del saber, fueron
imprescindibles desde los momentos en que se gestó la Revolución cubana.
El libro Fidel y la industria editorial cubana, de
los autores Francisca López Civeira, historiadora, profesora y multilaureada
investigadora, y Fabio Fernández Batista, historiador y profesor, volvió hoy a
esta XXXIII Feria Internacional del Libro de La Habana para recordar el devenir
de la creación literaria en Cuba y su rol protagónico en el concepto de cultura
que defiende el país, reseña una información de la Agencia Cubana de Noticias.
La reedición, a cargo de Letras Cubanas y su
colección Ensayo, llega nuevamente a la gran fiesta de febrero en la fortaleza San Carlos de la Cabaña para hacer un recorrido preciso, desde la historiografía, por cada momento en
que Fidel puso un ojo crítico sobre la importancia del libro en la confección
del tejido espiritual de la nación, incluso en la etapa prerrevolucionaria.
Un intelectual de estos tiempos, como el joven
historiador Elier Ramírez Cañedo, aludió a que en el texto de López Civeira y
Fernández Batista se repara en importantes detalles para comprender cómo la
mayor de las Antillas llegó a contar con una industria como la actual, que en
todas las épocas ha sufrido de carencias materiales, pero que siempre ha
contado con la voluntad política y el talento de los creadores para salir hacia
adelante.
Fidel deviene artífice fundamental de la
institucionalidad de la cultura y lo logra con varias hazañas, en particular la
creación a pocos meses del triunfo de 1959 de la Imprenta Nacional y el
desarrollo de la Campaña de Alfabetización, una batalla intensa en la que no le
dijo al pueblo cree, sino le dijo lee, parafraseó Ramírez Cañedo al líder
histórico.
A través de un sólido ensayo introductorio elaborado
a cuatro manos, los autores del volumen logran hacer una panorámica de lo que
ha sido la literatura en Cuba, sin soslayar los aportes de grandes como el
intelectual Ambrosio Fornet que lo sistematizó de una manera brillante en El
libro en Cuba.
Complementan al texto testimonios del propio Fornet
junto a los de importantes figuras, como Isabel Monal, Cira Romero, Rolando
Rodríguez, Iroel Sánchez, Hassan Pérez Casabona y se incorpora el de Alberto
Alvariño, quienes desde diferentes momentos de la historia de Cuba ofrecen sus
impresiones de la consolidación del actual sistema editorial de la Isla.
En Fidel y la industria editorial cubana hay guiños
necesarios a esa primera obra escogida para inaugurar la Imprenta Nacional, de
la magnitud de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, de Miguel de
Cervantes, con una tirada de más de 100 mil ejemplares al precio de 25
centavos.
Los autores refirieron la importancia de esta etapa
inicial para el movimiento editorial que llegó tiempo después con la creación
del Instituto Cubano del Libro en 1967, el impulso para la creación de nuevos
sellos, la impresión de 50 millones de textos en la década de los 80 del pasado
siglo y la necesidad de salvar la cultura aún en los años difíciles del Período Especial.
Si se busca una visión más contemporánea de la ruta
de la literatura en Cuba a inicios del siglo XXI, también esta obra hace un
acercamiento y lo logra con un apartado dedicado a la Batalla de Ideas y a una
colosal iniciativa como la creación del Sistema de Ediciones Territoriales el
13 de agosto del 2000.
La nación caribeña bien puede presumir con orgullo
de contar hace un cuarto de siglo con editoriales en cada provincia, donde la
palabra escrita de autores consagrados y noveles llega a los lectores y
trasciende las fronteras cubanas, lo cual es motivo de festejo en esta edición
33 de la feria.
Fidel hasta los últimos días de su vida colocó al
libro en Cuba en el lugar que merece, desde una perspectiva educativa y
democrática que promueve el pensamiento crítico.
El volumen pone sobre el tapete a una industria que
no es perfecta y que nunca, desde sus comienzos, ha estado exenta de
obstáculos, pero se engrandece con autores, editores, diseñadores y promotores
que a lo largo del tiempo se comprometen seguir haciendo del libro el mejor
amigo.
La XXXIII Feria Internacional del Libro de La
Habana, que culminará el 23 de febrero, tiene a la República de Sudáfrica como
País Invitado de Honor. (Redacción Digital. Foto: tomada de Cubaperiodistas)
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