Un vaso de agua sobre el receptor de radio. Esa era la clave. Miles de cubanos seguían la instrucción al unísono, mientras la voz de Clavelito resonaba en la isla: “Pon tu pensamiento en mí y harás que en este momento mi fuerza de pensamiento ejerza el bien sobre ti”.
Así comenzaba el ritual radial que convirtió a
Miguel Alfonso Pozo, alias Clavelito, en el chamán electrónico de la
Cuba de los años 50 del siglo XX.
Nacido en 1908 en Ranchuelo, entonces
provincia de Las Villas, en un hogar humilde, el joven Miguel inició su vida
laboral como pregonero ambulante.
Su salto al espectáculo llegó en la emisora
CMHI, de Santa Clara, formando el dúo Moranito-Clavelito. Pero su
genio creativo “explotó” al unirse a la poderosa CMQ, escribiendo décimas para
el "bandolero romántico" Pepe Cortés y participando en programas como
Rincón Criollo, junto a Coralia Fernández.
Su momento cumbre llegó con El Horóscopo de
Clavelito, espacio que desató una fiebre espiritual sin precedentes.
Tras una disputa con el magnate Goar Mestre,
Clavelito saltó a Unión Radio Televisión, donde creó el programa más escuchado
de la década: 50 mil cartas inundaban mensualmente los estudios, mientras
devotos se agolpaban en las puertas para ver al hombre que prometía solucionar
problemas de salud, empleo y amor mediante ondas magnéticas.
RITUAL METICULOSO
Los oyentes colocaban un vaso con agua sobre
el radio durante la transmisión; el agua supuestamente “se magnetizaba” con la
energía del pensamiento de Clavelito y, al finalizar el programa, los oyentes
debían beber el líquido cargado de energía espiritual.
Testimonios como el de su seguidora de
Matanzas revelan la devoción: “Ponía a correr a sus hijas para que colocasen el
vaso a tiempo”.
Esta ceremonia doméstica fusionaba tecnología
y esoterismo, décadas antes del “pensamiento positivo”.
Su éxito desató feroces críticas.
Intelectuales como Nicolás Guillén lo satirizaron en versos burlones.
La Comisión de Ética Radial y la Asociación
de Anunciantes lo tildaron de inmoral, e instituciones religiosas lo
acusaron de competencia desleal.
El escándalo culminó con el cierre fulminante
de su programa durante una transmisión en vivo, y su arresto policial. Solo las
protestas masivas de sus seguidores lograron liberarlo.
Aunque Clavelito no se declaraba
espiritista, sus prácticas resonaban con tradiciones profundas en Cuba.
Como señala la Revista de Folklore, la isla
vivía un intenso sincretismo, en el cual el espiritismo de Allan Kardec se
hibridaba con creencias africanas y catolicismo, generando variantes, como el “espiritismo
de cordón”, con raíces indígenas, o el “cruzado”.
Clavelito canalizó ese sustrato cultural hacia
un formato radial moderno, creando una comunión mediática, en la que el
receptor era altar, y el micrófono, médium.
Tras su muerte el 21 de julio de 1975, su
figura fue relegada, pero persiste en rincones insospechados. Sus canciones El
sombrero de guano y Chupando caña aún suenan en el lprograma
televisivo Palmas y Cañas.
Inventó el perfume Mapclavé, ejemplo de
su ingenio emprendedor, y su libro Hacia la felicidad se considera una
joya bibliográfica.
Más que un charlatán, fue un psicólogo social
intuitivo que dio voz a los invisibles.
Como reflexiona un estudioso: “Nunca dañó a
nadie. Dio fe y esperanza a los más sufridos”.
Clavelito ha pasado a la historia de la comunicación radial cubana como profeta de la cultura pop: un sanador que convirtió las ondas hertzianas en pócima mágica para el “cubano de a pie”. Su vaso de agua magnetizada sigue simbolizando esa sed de milagros cotidianos que aún perdura en el país.
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