El cambio de horario es una práctica muy común a nivel internacional, que busca mejor aprovechamiento de la luz solar, de manera que se disminuyan los tiempos de utilización de la artificial.
Cuando se adelantan una hora los relojes, se persigue mayor aprovechamiento de la luz solar, en un momento del año en que se transita naturalmente a un período cuando amanece más temprano y oscurece más tarde y, por ende, aumenta la cantidad de horas de sol, destaca un comentario del ingeniero René M. Páez Pérez, especialista superior de la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía (Onure), del Ministerio de Energía y Minas.
Con ello -añade el experto-, no solo se aprovecha más cantidad de luz solar, sino que la desplaza (una hora) para acomodarla a horarios de mayor actividad social y, por tanto, disminuye el consumo de electricidad, siempre con nuestra participación de gestión en el hogar y en el trabajo.
Además, el horario de verano también permite una reducción de la máxima demanda de la “hora pico” o de máximo consumo de electricidad, al no coincidir en gran medida la cocción de alimentos con la iluminación, cosa que contribuye a disminuir la cantidad y duración de los apagones que ocurran por déficit de generación respecto a la demanda.
Veamos por ejemplo que, solo por demorarnos una hora en encender solo dos bombillos de 14 vatios en el hogar durante todo el horario de verano, se ahorraría como promedio unos 20 kilovatios hora (kWh), y normalmente no son solo dos bombillos los que se prenden, y en ocasiones son también de mayor potencia, por lo que el ahorro será notablemente mayor, solo por este concepto.
Además, estos dos bombillos de 14 vatios apagados en todos los hogares cubanos, acompañado por el hecho de la menor coincidencia de algunos electrodomésticos, motiva que la demanda disminuya en unos 112 megavatios o más en ese tiempo, valor que es del orden de lo demandado por provincias como Pinar del Rio, Mayabeque o Guantánamo.
No puede dejar de mencionarse que el ahorro energético en luz y cocción puede verse afectado por el natural crecimiento en el consumo eléctrico, asociado a los ventiladores y aires acondicionados, que aparece en el período de verano, de ahí la atención que debe prestarse al uso cuidadoso de estos últimos equipos.
Mencionemos algunos detalles históricos sobre esta medida energética de carácter mundial.
Fue el político, científico e inventor Benjamín Franklin, ya desde el año 1784, el primero que propuso un cambio de hora por medidas de ahorro energético.
Este horario se empleó ampliamente por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, para ahorrar carbón, elemento energético de carácter estratégico.
En el caso de Cuba, fue en 1928 y mediante un decreto presidencial firmado por Gerardo Machado, que se dispuso que el horario de verano estuviera vigente todos los años desde el 1 de mayo hasta el 10 de octubre, aunque un año después el decreto fue derogado y no se aplicó más hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando las restricciones económicas del período determinaron que se utilizara de nuevo desde 1939 hasta 1945, conociéndose popularmente por aquellos años como la “Hora de Guerra”.
Desde marzo de 2004 hasta octubre de 2006, Cuba volvió a regirse en exclusiva por la hora de verano, como una campaña de ahorro energético.
En el actual año, y a partir del hecho de que pronto llegarán los días más largos y las noches más cortas, ha de regir en Cuba el horario de verano, para lo cual este 9 de marzo los relojes se adelantaron una hora.
Tengamos siempre en cuenta que, aplicando medidas de ahorro, sin dejar de lograr nuestras condiciones deseadas de confort hogareño, la economía familiar y la del país se verán fortalecidas, y podremos ayudar, además, a contar con un mejor servicio eléctrico, siempre apostando por un futuro sostenible, concluye el comentario del especialista superior de la Onure. (Redacción Digital. Imagen de portada: Portal Cuba.cu.)
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