Casas tapiadas y túneles: enigmas e inframundos bajo La Habana colonial (+ fotos)

Casas tapiadas y túneles: enigmas e inframundos bajo La Habana colonial

Usted camina despreocupado por La Habana Vieja, antiguo corazón de la ciudad colonial. Va mirando vidrieras, buscando puestos de artesanos, un lugar para refrescar, un sitio histórico que admirar o, simplemente, está llegando a una cita.

Mientras contempla balcones estrechos con tiestos y macetas florecidos, puertaventanas blanquiazules, lucetas coloridas, guardavecinos como lanzas de enanos y alguna que otra mansión histórica, y se dice a sí mismo “¡Ah, ¡qué bonita ciudad…!”, no sospecha que ante su mirada y bajo sus pies hay otro mundo invisible a los ojos.

Sí, en La Habana usted camina entre dos planos, ese al que el sol alumbra y satura el yodo de la bahía, y un inframundo viscoso y húmedo repleto de misterios, de cuya existencia ni siquiera los mismos habitantes del lugar tienen idea. Son las casas tapiadas y los túneles sellados del pasado.

Claro que los especialistas conocen algunos, descubiertos por casualidad durante las excavaciones arqueológicas y las labores de restauración acometidas por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, aunque de varios ya se tenía noticia desde hace siglos, como los del convento de Santa Clara y el de San Francisco.

En este último, trabajadores de restauración hallaron en 2017 una entrada oculta tras un muro del edificio. Uno de ellos contó bajo anonimato: “Solo alcanzamos a ver unos escalones que descendían en la oscuridad…”. Horas después, la investigación se detuvo por falta de presupuesto.

En 2018, durante las excavaciones realizadas en la Plaza Vieja, salió a la luz un tramo de túnel de dos metros de altura con marcas de antorchas en las paredes. El análisis de carbón data su uso de 1650 a 1700.

Lo más sorprendente fue encontrar conchas marinas incrustadas en su roca, lo que confirma que llegaba hasta la costa.

Otro de los túneles más célebres conecta el Castillo de la Real Fuerza con el Palacio de los Capitanes Generales, pero, al parecer, de los hasta ahora conocidos el más sensacional es el de la Quinta de los Molinos, antaño residencia de verano de los Capitanes Generales, donde los georradares detectaron cavidades que desembocan en los acantilados de El Malecón.

Uno de los túneles subterráneos en La Habana colonial
Uno de los túneles subterráneos en La Habana colonial. Foto: Facebook.


Según la investigadora Marisol González, mientras trabajaba en el Castillo de la Real Fuerza, encontró evidencias documentales de que en el Archivo General de Indias hay un informe de 1762 donde el Gobernador de La Habana recomienda “mantener en secreto los pasadizos B y C durante la toma inglesa”. Estos debieron ser vitales para la defensa.

Monjas y sacerdotes que se desplazaban sin ser vistos, rutas de evacuación militar en caso de ataques piratas, trasiego de documentos secretos, y rutas para traer al centro de la ciudad los frutos del contrabando que las autoridades de la Corona nunca pudieron controlar… Todos esos usos tuvieron los caminos subterráneos que hoy conocemos. ¿Y los que aún no han sido hallados…?

Hay uno muy sobrecogedor, encontrado bajo los cimientos del hotel Santa Isabel, con marcas de antorchas en las paredes y gruesas anillas de bronce incrustadas en la piedra, de las que aún cuelgan trozos de cadenas rotas…

Pero el inframundo habanero no es el único escenario de sellados y tapiaduras que pueden erizar la piel y desatar el lado más siniestro de la fantasía.

Hay otro a la vista, solo que, cumpliendo las intenciones de sus creadores, puede que no reparemos en él mientras recorremos esa maravillosa creación que es La Habana Vieja. Se trata de las enigmáticas casas tapiadas.

En calles como Obispo y Mercaderes hay puertas y ventanas tapiadas con ladrillos o con piedras. Pertenecen a casas en las que nadie ha podido entrar desde quién sabe cuándo. Los especialistas piensan que los accesos fueron clausurados durante las epidemias de cólera de los siglos XVIII y XIX “para evitar contagios”.

Uno, espantado, se pregunta si estaban vacías o los desgraciados enfermos quedaron dentro gritando, llorando, clamando por un socorro y una compasión que nunca les llegaron.

Este tipo de crueldad se vio a través de la historia en otras partes del planeta durante plagas y epidemias, cuando el miedo al contagio anulaba los lazos de sangre, de amistad y de lealtad.

Tal vez haya mucho cadáver emparedado en vida muy cerca de por donde hoy nos paseamos en familia, sacando fotos o grabando videos con la mayor inocencia…

Otra teoría de los especialistas refiere a familias adineradas que, ante la quiebra, prefirieron tapiar sus mansiones antes que venderlas. Hay un hecho que respalda esta última especulación: la más famosa de estas casas tapiadas, la de la calle Tacón, cerca de la Plaza de Armas, es quizás la más enigmática.

Documentos del Archivo General de Indias sugieren que perteneció a un acaudalado comerciante español, quien, tras perder su fortuna en el siglo XVIII, ordenó tapiarla antes de abandonar Cuba.

El historiador Miguel Sánchez ha dicho que “los registros realizados con equipos especializados como endoscopios, indican que dejó muebles y pertenencias dentro”, que aún estarían intactos.

Añade que, en los años 50, un grupo intentó derribar el tapiado, pero abandonó el proyecto tras reportar “sonidos extraños”, y los vecinos afirman que todavía, en ciertas noches, se escuchan pasos en su interior.

Una tercera hipótesis aventura que podría tratarse de casas cuyos dueños fueron traidores o enemigos de la Corona, y por ello expulsados de Cuba. El tapiado de sus residencias formaría parte del “nunca más”, como acto final del castigo.

El doctor Eusebio Leal Spengler (1942-2020), “eterno historiador” de La Habana, documentó en sus investigaciones:

“Estas casas selladas son el equivalente urbano de las momias de Egipto. Conservan intacto el espíritu de una época. La de Mercaderes nº 115, por ejemplo, fue tapiada en 1867, tras un crimen pasional que conmovió a la colonia.”

La arquitecta restauradora Patricia Rodríguez, del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, explicó que durante los trabajos de rescate patrimonial se han identificado tres técnicas distintas de tapiado.

En algunas, construidas en el siglo XVIII, se usaron ladrillos colocados en diagonal; en otras, de la siguiente centuria, se empleó mampostería con argamasa de coral, y en las más recientes, de principios del XX, ya se usaron bloques de cemento.

No puedo quitarme de la cabeza la tremenda sensación de que, dentro, aún deambulan espectros por sus estancias. (Gina Picart Baluja. Fotos: Facebook)

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FNY

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