Gran repercusión ha tenido la publicación hace poco más de un año de Martí en su universo, antología del Maestro editada por Alfaguara, que forma parte de las ediciones conmemorativas dedicadas a clásicos hispanoamericanos de la Real Academia Española (RAE), junto a la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale).
A partir de la convocatoria realizada por la RAE y Asale, la Academia Cubana de la Lengua pidió al profesor Roberto Fernández Retamar, quien recientemente había sido su director, elaborar esta antología.
La edición incluye toda la poesía de José Martí, textos en prosa y textos complementarios de autores esenciales de la literatura en español, como los premios nobel Juan Ramón Jiménez y Gabriela Mistral o el mayor exponente del modernismo, Rubén Darío, además de académicos de número como Guillermo Díaz-Plaja (Real Academia Española), y Roberto Fernández Retamar, Roberto Méndez Martínez, Sergio O. Valdés Bernal y Marlen A. Domínguez (Academia Cubana de la Lengua). La edición se completa con estudios sobre el autor y su obra que abordan la dimensión de Martí como escritor; además de con un glosario y un índice onomástico.
¿Cómo fue elaborada la trascendental edición?
Su concepción y coordinación estuvo a cargo de Roberto Fernández Retamar y es una de las últimas obras que nos dejó el escritor y estudioso cubano. De acuerdo con la profesora cubana Marlen Domínguez, parte del equipo de trabajo, Retamar inicia su ruta a partir del principio de que separar obras como El presidio político en Cuba o Nuestra América, o prescindir de textos porque se tratara de mero periodismo, cartas o diarios, en tanto géneros “menores”, significaba no solo mutilar a Martí de su índole esencial, sino privar al lector del recorrido existencial del prócer desde su formación hacia obras de indudable calibre literario; y castrarlo de símbolos humanos de alcance universal, que trascienden las circunstancias concretas de cada contribución de José Martí. Por ello propone los fundamentos de su actuación, a partir de la premisa de que toda página martiana habla al aprendizaje de la lengua y la literatura españolas.
Sobre esta base, la guía fundamental para la antología fue extraída del propio Martí, quien quiso valorar y ordenar su legado en la carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui del primero de abril de 1895. Pero a su vez Retamar se vio compelido a incluir obras o fragmentos que Martí había excluido de su selección, bien por excesivo juicio crítico o porque aún no se habían escrito, como la última parte de su diario de campaña.
Suscribe Marlen Domínguez que “frente a variantes de ordenamiento por género o tipo textual, Retamar mantuvo el criterio temático propuesto por Martí en la carta mencionada, de donde surgieron las secciones Cuba, Nuestra América, Estados Unidos, Letras, educación y pintura. A partir de su tipología escritural se constituyeron las secciones Versos, Cartas y Diarios, mientras que La Edad de Oro se presentó en una parte separada, como correspondía a sus objetivos y su público, de especial atención para Martí”.
Retamar y sus colaboradores utilizaron como fuentes para extraer sus escritos en prosa la segunda edición de las Obras completas de José Martí, publicadas por la Editorial de Ciencias Sociales en La Habana, en 1975, en su casi totalidad. Los versos y los diarios de campaña fueron recogidos de la edición crítica.
La Antología tiene mil páginas y la selección de textos que debía comprender cada sección se organizó en 131 ítems. Los creadores de esta Antología refieren que entre las tareas más engorrosas estuvo la del trabajo con los versos, en particular los Versos libres, que Martí dejó sin editar, y que resultan a veces, a juicio de Retamar, “laberínticos en el estado en que quedaron”. En general, analizando las varias versiones encontradas y publicadas por los investigadores del Centro de Estudios Martianos, el antólogo se aviene a diversas consideraciones:
– “La primera vez que apareció la edición crítica de la Poesía completa de Martí (en 1985), el poema sin título que empieza “Bien: yo respeto” solo tenía una versión […]. Evidentemente, se encontró más tarde la [otra]. En esta última (que se ignora si es anterior o posterior), echo de menos las fuertes palabras, prevallejianas, “yo respeto/ La arruga, el callo, la joroba, la hosca [?]/ Y flaca palidez de los que sufren”. Y como estamos obligados a escoger, me inclino por [la primera]. Que el cielo nos juzgue.”
Resulta evidente para los investigadores “la intención de Retamar de poner de manifiesto lo que hubo en Martí de aporte anticipador y revolucionario en la lengua de la literatura hispanohablante, al tiempo que comprendía el riesgo que significaban las decisiones que debía tomar. Asimismo, como poeta cuidadoso, fue remiso a hacer modificaciones que fueran en detrimento de la medida de los versos: en Académica no pondría ʻque la(s) estrofa(s)ʼ, lo que entre paréntesis engendraría en vez de un endecasílabo un dodecasílabo monstruoso”.
Sin embargo, en su minuciosa y apasionada labor, Retamar modificó títulos o prefirió subtítulos más explicativos, donde los colocados por Quesada no lo eran de modo suficiente. Así, sustituyó Correspondencia particular de El Partido Liberal por Lucy Parsons y Estados Unidos de América por El asesinato de los italianos. Pero prevalece en su selección, el hecho de respetar en lo posible el texto martiano tal como se concibió para no desvirtuar el uso estilístico martiano de signos y voces; que en la definición de Alfonso Reyes al llamarlo “supremo varón literario”, suscribía la obsesión martiana con los signos de puntuación y la escritura. Por otro lado, la calidad literaria de José Martí es asumida por Retamar y todos los estudiosos de la lengua como indomesticable, parte indiscutible de los grandes de la literatura mundial.
En la Antología debían presentarse también estudios que acompañaran los textos martianos.
De acuerdo con la profesora Marlen Domínguez, la selección inicial hecha por Retamar proponía trabajos críticos clásicos de Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Guillermo Díaz-Plaja, Herminio Almendros, Rubén Darío, Pedro Henríquez Ureña, Gabriela Mistral, Juan Marinello, Cintio Vitier y Fina García Marruz, algunos de los cuales le supusieron una relectura para escoger de entre los posibles los que significaran más aportes a la comprensión de Martí, la descripción de su lengua y estilo y el develar la índole de su aporte literario, aunque eventualmente fuera necesario prescindir de algún segmento de excesiva contextualización.
Quienes junto a Retamar trabajaron arduamente en la preparación de esta Antología, afirman que él emprendió su tarea de antologador desde su condición de poeta y de profundo estudioso de la obra de José Martí. En su labor ofreció pautas fundamentadas para la organización, selección de fuentes y textos, edición y crítica de la vasta obra martiana y prodigó nuevas lecciones en su función de maestro vivo y permanente discípulo, para la comprensión de un Martí universal, sin castraciones de temas, géneros o lengua.
Martí en su universo tiene la esencia de la extraordinaria obra y espíritu del Maestro y la amantísima energía de Roberto Fernández Retamar, en su pasión por Cuba y por José Martí.
(Tomado de Cuba en Resumen)