Cándida Rosa Quintana Martínez, conocida como Candita Quintana (La Habana, 2 de noviembre de 1912-La Habana, 5 de septiembre de 1977), fue una actriz de teatro y televisión.
Hoy por hoy, el pueblo la
sigue identificando como “la mulata del teatro cubano”; y nada más justo que
calificarla así.
He revisado múltiples
opiniones respecto a Candita, de prestigiosas figuras de la cultura, todas con
encomiables afirmaciones, como las de Rodrigo Prats y Eduardo Robreño.
Quise resumirlas y llegué
a la siguiente conclusión: la excepcional mujer del arte cubano fue una
criatura dotada de gran talento, de gracia y carisma peculiar, alto sentido del
deber, responsabilidad y disciplina, ternura y capacidad de amor infinito,
sencillez y modestia conmovedora. Muchos son los ejemplos que pueden
mencionarse acerca de su trayectoria. Veamos: su primera presentación fue en el
teatro Maravillas, a los 14 años, aunque su debut profesional se produce en el
teatro Payret de La Habana.
Junto a su inseparable amiga
y compañera de escenario, Alicia Rico, entró en la radio en el programa
humorístico “Catuca”.
Actuó en muchos teatros
cubanos, entre estos Cárdenas, Marianao, Blanquita (actual Karl Marx); Terry,
de Cienfuegos; Sauto, de Matanzas (ambos Monumento Nacional); además, La
Caridad, de Santa Clara.
Entre sus presentaciones
más exitosas, puedo mencionar Voy Abajo y La Rampa, de Alberto
Luberta. Yo soy aquella, de Arturo Liendo; El velorio de Pachencho,
de los hermanos Robreño; y El Premio Flaco, de Héctor Quintero.
Recibió infinidad de
distinciones y homenajes. Por sus condiciones histriónicas fue seleccionada,
reiteradamente, entre las mejores actrices humorísticas por la Asociación
Cubana de Artistas Teatrales, Cinematográficos, Radiofónicos y de Circo.
Además, Candita Quintana
fue ampliamente reconocida por la Unión de la Prensa Radial y la Unión de la
Crónica Teleradial Diaria.
El 5 de septiembre de
1977, dejó de existir la afable y sandunguera cubana, aunque el eco de su risa
aún se escucha en los escenarios por donde pasó.
En cierta ocasión, un
actor le preguntó a Candita ¿tú también te marchas? y ella le respondió
apasionada: “No, yo no me voy, quiero morir en el teatro”.
Su deseo no se vio
realizado. Pero de todos modos, su pueblo se sintió deudor y, en el Primer
Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, se le rindió un homenaje,
guardando un minuto de silencio los 259 delegados al evento.
En definitiva, no se puede hablar de cultura cubana, de todos los tiempos, si no se menciona la excelsa figura de aquella mulata, la criolla excepcional, leyenda del teatro cubano, que marcó una época con su simpatía, ingenuidad, talento y gracia natural, gloria del teatro bufo, la de todo el pueblo cubano: Candita Quintana. (Redacción digital. Con información del sitio web de la Radio Cubana/archivo)