El Capitolio de La Habana

El Capitolio de La Habana


Punto de atracción de cubanos y extranjeros, grandioso palacio destinado en sus orígenes a ser la sede del Poder Legislativo conformado por el Senado y la Cámara de Representantes, el Capitolio de La Habana es todo un símbolo de identidad para los habitantes de Cuba, en particular los capitalinos.

Los citadinos no ocultan el orgullo que les proporciona contar en su territorio con tan majestuoso inmueble, ubicado en la extensa manzana enmarcada por las calles Prado, Dragones, Industria y San José, en el municipio de Centro Habana.

Sede actual del Parlamento cubano, el inmueble albergó décadas atrás a la Academia de Ciencias de Cuba, y más tarde al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Ahora, el majestuoso edificio, recién restaurado en todas sus estructuras, cumple este 20 de mayo el aniversario 95 de su inauguración, ocurrida el mismo día en que se inició el segundo mandato presidencial de Gerardo Machado, quien el 12 de agosto de 1933 fue barrido del sillón presidencial por una gran ola revolucionaria.

Nuestro hermoso Capitolio es, sin duda alguna, uno de los sitios más fotografiados de Cuba, pues resulta casi inconcebible, tanto para el cubano que llega a La Habana de alguna de las provincias del país como para el visitante extranjero, no guardar para el recuerdo una imagen de esta edificación colosal, con su bella fachada.

Tan parecida al Capitolio de Washington, tiene, sin embargo, cuatro metros más de altura, si se suman los de su imponente cúpula. ¿Motivo? El orgullo nacional.

El terreno donde se levanta el otrora llamado Palacio de las Leyes, con su impresionante escalinata, coronada a ambos lados con dos monumentales grupos escultóricos, fue propiedad de la Sociedad Económica de Amigos del País hasta que en 1835 las autoridades españolas se las ingeniaron para hacer pasar a su dominio aquel terreno, en el que ya se había establecido un jardín botánico, que sucumbió cuando en aquel mismo año se comenzó a levantar en el lugar la estación de trenes de Villanueva.

Décadas más tarde, en 1910, el Gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913) permutó, en un turbio manejo con la Empresa de los Ferrocarriles Unidos, el terreno de Villanueva por el del viejo Arsenal, dando lugar a uno de los mayores escándalos de la historia republicana. El objetivo del cambalache era construir en el área del Arsenal otra estación de trenes y posibilitar que se erigiera el Palacio Presidencial donde hoy se encuentra el Capitolio de La Habana.

Esa idea no llegó a materializarse y, aunque se comenzó a construir en ese terreno la mansión ejecutiva, hubo sucesivos cambios de planes, de acuerdo con el criterio y capricho del presidente de turno, hasta que en 1921 el mandatario Alfredo Zayas logró parar la obra.

Machado, quien inició su primer período de Gobierno el 20 de mayo de 1925, impulsó un vasto plan de obras públicas, que dio empleo a miles de cubanos, y enriqueció a unos pocos con las tajadas obtenidas “legalmente” de los presupuestos asignados a tales empresas.

Fue así como en 1926 se reanudaron las obras del Capitolio de La Habana, que el régimen machadista había hallado a medio hacer y con aspecto ruinoso tras sucesivas demoliciones.

Notables arquitectos cubanos rehicieron una y otra vez los planos para concluir el edificio en su gigantesca área de más de 40 mil metros cuadrados y a un costo de 17 millones de pesos, toda una fortuna en aquellos tiempos.

La magnificencia de la obra se hace evidente cuando se sabe que la cúpula, hoy restaurada con innegable preciosismo, es, por su diámetro y altura, la sexta mayor del mundo. (Gina Picart Baluja. Foto: Tribuna de La Habana)

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FNY

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